Sed imitadores de Dios – Efesios 5:1

Meditación sobre Efesios 5:1 por el A.I. Marcos Mercado E.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Muy buenos días, como cada jueves me da mucho gusto enviarles un muy cordial saludo y doy gracias a Dios porque hoy continuamos con nuestras meditaciones sobre el libro de los efesios poniendo nuestra atención en el versículo 1 del capítulo 5 pero antes voy a leer del versículo 31 del capítulo 4 al verso1 del capítulo 5 que dicen de la siguiente manera:

31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.

32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

5:1 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.

Después de varios mandatos negativos acerca de cosas que no deben existir en los integrantes de la familia de Dios a partir del versículo 32 tenemos una serie de mandamientos positivos y el versículo 1capítulo 5 dice:

Sed pues imitadores de Dios como hijos amados.

Y al pensar en este mandato y luego considerar las palabras del Salmo 46:10 que dicen:

Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra nos damos cuenta de la majestad y omnipotencia de Dios por lo que este tajante mandamiento de imitarle bien podría asombrarnos y dejarnos pasmados y ser el más grande reto que pudiera existir para nosotros

Ya que ante su majestad permanecemos con temor reverente.

Y el profeta Isaías también tuvo una visión increíble de Dios que describió en Isaías 6:1–5 de la siguiente manera:

En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 

2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 

3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. 

4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. 

5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.

Y cuando con nuestra mente limitada y chiquita nos imaginarnos que, a nosotros, que somos criaturas formadas del polvo, se nos ordena imitar a Dios, nos sentimos desmayar y caer de rodillas, como Pedro, cuando logró una pesca milagrosa y dijo en Lucas 5:8:

Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.

Y también el apóstol Juan, cuando vio a Jesús, en el cielo y se sintió completamente anonadado y dijo en Apocalipsis. 1:17:

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último

Y es por ello que el día de hoy los invito para que con un espíritu sumamente reverente pensemos en este mandamiento glorioso, de “imitar a Dios”.

Y cuando lo hagamos, sólo entonces el Señor pondrá su diestra sobre nosotros y nos dirá,

“¡No temas!” Y como es Dios mismo el que nos ordena no temerle e imitarle, entonces con toda alegría debemos obedecerle.

Pero la pregunta que ahora surge es ¿En qué podemos imitarle?

Si queremos imitar a Dios tenemos que conocer a Dios y para ello tenemos que hablar de los atributos de Dios, que él mismo nos ha revelado en su palabra para que le conozcamos.

Y a estos puntos la teología reformada les llama los atributos de Dios.

 Estos atributos los dividimos en dos: los atributos incomunicables y los atributos comunicables. Y los atributos incomunicables son los que pertenecen solo a Dios.

Ya que son atributos que no los comparte con nadie, por ejemplo, su inmutabilidad y su infinidad. Ninguna criatura los tiene.

Ahora bien, “Los atributos comunicables son los que Dios comparte con nosotros, porque fuimos creados a su imagen y semejanza y la semejanza se refiere a los puntos en que somos o podemos ser semejantes a Dios.

Y con este mandato nos damos cuenta que desarrollar los atributos comunicables de Dios no es una opción ya que Dios no nos pregunta ni nos consulta, sino que nos ordena que lo imitemos.

Los atributos comunicables son ocho: 1) la soberanía, 2) la veracidad, 3) la justicia, 4) la santidad, 5) el amor, 6) la sabiduría, 7) la bondad, y 8) el conocimiento. Y son los atributos de Dios mismo que Dios quiere ver reflejados en nosotros.

Y me alegra decirles que contamos con dos ventajas para cumplir con este mandato

1.- Fuimos creados a la imagen y semejanza de Dios, por lo que, a diferencia de todos los demás seres creados, los seres humanos tenemos la capacidad de reflejar los atributos comunicables de Dios, por ejemplo, podemos amar:

2.- el Espíritu Santo que habita y mora en nuestro cuerpo, nos ayuda y capacita por medio de su gracia regeneradora y transformadora para ser imitadores de El que es nuestro Padre.

Ahora bien, en diversos pasajes de la Biblia se nos ordena a los creyentes que seamos imitadores de Dios y solo voy a mencionar algunos.

Por ejemplo, se nos ordena ser misericordiosos en Lucas 6:35 y 36 en donde Jesús dijo

35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos “

36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso

Otro ejemplo de la forma en que, como seres humanos, como débiles criaturas finitas, podemos imitarle; es cumpliendo el primero y más grande mandamiento que tenemos que encontramos en Mateo 27:32 y que dice:

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Lo que, es más, Jesús mismo nos ordenó ser perfectos como nuestro Padre Celestial es perfecto en Mateo. 5:43–48:

43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?

47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?

48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

También en Colosenses. 3:13 se nos ordena perdonar de la manera que lo hizo Cristo y dice:

13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

Y algo muy sorprendente es que se nos ordena algo muy difícil que es seguir las pisadas de Cristo en 1 Pedro 2:21–24

 21 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 

22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; 

23 quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente; 

24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

Y en 1 Jn. 3:16; se nos ordena imitar el amor de Cristo

16 En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos

Y las últimas tres palabras de este versículo nos dan una poderosa razón para ser imitadores de dios ya que debemos hacerlo 

COMO HIJOS AMADOS

Ya que todos los que sabemos que somos objeto del amor de Dios no podemos menos que imitar a nuestro Padre celestial que nos ama.

CONCLUYO

En el versículo que consideramos hoy, tenemos una orden tajante y muy clara de que imitemos a Dios y para imitar a Dios debemos reflejar en nuestras vidas, los atributos comunicables de Dios

Termino repitiendo el texto en que pusimos nuestra atención que dice:

Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados

Al final del texto de esta meditación se encuentra la liga electrónica de las 56 meditaciones del libro de los Efesios que llevamos hasta el día de hoy


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Reflexiones sobre la Epístola a los Efesios

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