Miembros del cuerpo de Cristo – Romanos 12:6-8
Meditación sobre Romanos 12:6-8 por el Pbro. Pedro Arcos Sánchez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Introducción
En los versos 3-5 el apóstol puso como el ejemplo del cuerpo formado por muchos miembros, cada uno con una función en particular, para indicar un aspecto de la unidad de la Iglesia, y por supuesto, Pablo llama a los creyentes a la unidad a la comunidad que estaba en Roma.
En toda la historia de la iglesia, ha sido uno de los ataques perversos de Satanás dañar la unidad de la Iglesia de Cristo.
Pablo al considerar los dones de Dios a su pueblo, y cómo estos señalan más bien a la unidad de la Iglesia, debemos entender el llamado que se nos hace para que comprendamos y ejerzamos nuestra función como miembros del cuerpo de Cristo.
Antes de identificar algunos de los dones relacionados por el apóstol en el verso seis, debemos identificar la unidad de pensamiento que viene los versos anteriores, que nos da el motivo para ejercer responsablemente cada uno de ellos.
“De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada”, la misma gracia que recibió Pablo para servir como apóstol, la misma gracia que nos puso a nosotros en el cuerpo de Cristo como miembros cada uno en particular con distinta función.
El apóstol nos ha enseñado que somos muchos miembros, pero formamos un solo cuerpo. Un solo miembro no es todo el cuerpo, y un solo miembro no puede ser independiente de los demás, necesita de la función de los demás.
Para trabajar en la unidad de la iglesia debemos partir de la revelación bíblica respecto a lo que somos y nuestro llamado.
Cada miembro cumple una función necesaria para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo.
Otra vez,
“De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada”
y viene la exhortación que veremos enseguida. Dios ha equipado a la Iglesia con diferentes dones por su soberana gracia en Cristo, nuestro rey que conquistó la muerte y venció al pecado, como también señala el apóstol a los Efesios, Ef. 4:8.
No son dones propios, sino recibidos por la pura gracia de Dios en Cristo, 1 Cor. 4:7, no para enorgullecernos, sino para servir al resto del cuerpo, 1 Cor. 12:4-11.
Ahora se nos llama a usar los dones con la misma cordura o sensatez, de acuerdo con la convicción que nos da Dios por su verdad revelada, la convicción de ser miembros del cuerpo, la convicción del llamado a edificar a otros, la convicción de estar unidos a Cristo, y que el único propósito que nos une, es la Gloria de Dios en Cristo.
Se nos llama a usar los dones sin temores, pero obviamente con responsabilidad y diligencia, de tal modo que, en todo, Cristo sea glorificado.
Usemos adecuadamente los dones que hemos recibido.
No son para tenerlos ahí guardados, sino para ponerlos en funcionamiento.
Si alguno tiene el don de profecía, que lo use adecuadamente, dice el apóstol, “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe”.
Si alguno tiene un mensaje de parte de Dios, que lo entregue según la fe que Dios mismo ha dado, recuerden la regla para los profetas, “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”.
Conclusión
Recordemos hermanos que somos miembros del cuerpo de Cristo, cada uno con dones de parte de Dios, recibidos por pura gracia, pero que debemos colocar al servicio de la Iglesia del Señor, no por orgullo, no para resaltar nosotros, sino para mostrar las perfecciones de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.