Madurez Espiritual – Parte 2 – 2 Pedro 1:5-8
Meditación bíblica sobre 2 Pedro 1:5-8 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Introducción
Desde la semana anterior nos hemos enfocado en la porción de la Escritura que se encuentra en 2 pedro 1:5-8.
Al revisar este pasaje, hemos concentrado nuestra atención en lo que dice acerca de la madurez espiritual.
Después de la salvación, cada cristiano comienza el proceso de crecimiento espiritual.
De acuerdo con la Escritura, ese crecimiento que nos lleva a ser más maduros espiritualmente es un proceso continuo que dura toda nuestra vida.
El apóstol Pablo, en Filipenses 3:12-14, hablando acerca del pleno conocimiento de Cristo, escribe:
«No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús».
Nosotros, como Pablo, estamos llamados a proseguir y avanzar continuamente hacia un conocimiento más profundo de Dios en Cristo Jesús.
La madurez cristiana requiere un reordenamiento radical de nuestras prioridades. Este reordenamiento consiste en dejar de complacernos a nosotros mismos para agradar a Dios y aprender a obedecerlo.
La clave de la madurez es la perseverancia en permanecer continuamente haciendo aquellas cosas que sabemos que nos acercan a Dios.
Es por eso que Pedro, en el pasaje que nos ocupa, sobre el cual hemos estado hablando, nos recuerda que desde el momento en que llegamos a ser cristianos, recibimos todo lo que necesitamos para empezar a crecer en madurez espiritual.
Pedro lo dice de esta forma:
«Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia» (2 Pedro 1:3).
«el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia» es nuestro recurso y todo el crecimiento viene por gracia a través de él, pero nosotros somos responsables de obedecer.
Y Pedro nos dice cómo hemos de lograr esto, diciendo:
«vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.» (2 Pedro 1:5-8).
La esencia de la madurez espiritual es el ser eficaces y fructíferos en el conocimiento del señor Jesús.
Pero, vemos que Pedro enlista una serie de rasgos que debemos cultivar para ser eficaces y fructíferos en este conocimiento y son:
Fe, virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal, amor.
En el video anterior vimos un poco del contexto en el que Pedro hace esta declaración y hablamos del primero de esto rasgos: la fe.
Veamos ahora algo acerca de el segundo rasgo: VIRTUD.
Complementando el fundamento de la fe, los cristianos espiritualmente maduros también deberían contar con virtud.
Otras traducciones de la Biblia traducen esta palabra como «excelencia moral» (Nueva Traducción Viviente), «honradez» (La Palabra Hispano-Americana) y «esforzarse por hacer el bien» (Traducción en Lenguaje Actual).
La palabra griega que Pedro utiliza es:
ἀρέτη (aréte) que significa: propiamente hombría (valor), es decir excelencia (intrínseca o atribuida), excelencia, virtud.
Albert Barnes -comentarista bíblico- ver nota- sugiere que:
NOTA: Albert Barnes fue un teólogo presbiteriano americano, mejor conocido por sus extensos comentarios bíblicos y notas sobre el Antiguo y Nuevo Testamento, publicados en un total de 14 volúmenes en la década de 1830.
El mundo griego daba una gran importancia a la virtud, que veía como la excelencia o la plenitud que puede alcanzar una realidad, de modo especial en el hombre.
Tal vez el concepto mas parecido que se maneja actualmente es la excelencia.
- Sócrates -entre los griegos- opinaba que la virtud es aquello que nos ayuda a conseguir el bien mediante razonamientos y la filosofía.
- Platón plantea la virtud restringiéndola a algunas herramientas como el intelecto, la voluntad y la emoción.
- Aristóteles elabora, en sus éticas (por ejemplo en la Ética nicomáquea) amplias reflexiones sobre la virtud, que divide en dos grandes grupos: éticas y dianoéticas.
- Los estoicos sostenían que la virtud consistía en actuar siempre de acuerdo con la naturaleza, que, para el caso del ser humano, concebido como ser racional, se identifica con actuar siempre de acuerdo con la razón, evitando en todo momento dejarse llevar por los afectos o pasiones, es decir, todo lo supuestamente es irracional que hay en nosotros, que no podemos controlar y por tanto -según decían los estoicos- debemos evitarlo.
Los estoicos consideraban que la virtud era una facultad activa, era el bien supremo.
Pero el concepto bíblico de virtud es va mas allá que eso.
Pedro debe haber tenido en mente el concepto de virtud usado en Éxodo.
Desde luego, usa la palabra para el contexto griego en el que está hablando, pero tiene en su mente el concepto de virtud que se expresa en la Escritura.
Por ejemplo en Exodo 18:21, cuando Dios instruye a Moisés para que nombre jueces que le ayuden. Dice así:
«Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez.»
La palabra hebrea que se traduce aquí como virtud es חַיִל kjáil – que significa: fuerza, sea de hombres, medios u otros recursos; virtud, valor, fortaleza – apto, capaz.
Hay algunas versiones que dicen en este versículo: «busca hombres capaces».
En la septugainta se tradujo como Dunamis (una especie de fuerza).
Entonces, la virtud en la Biblia, se refiere a las cualidades y características que son consideradas como valiosas y deseables en un ser humano.
La virtud se deriva de la idea importante de que Dios es la fuente de toda virtud, y que los seres humanos deben imitar las virtudes divinas.
La fe, la esperanza y el amor, son algunas de las virtudes más importantes en la Biblia, y se consideran esenciales para nuestra vida como creyentes.
Otras virtudes importantes -puedo mencionar- la humildad, la paciencia, la prudencia, la justicia y la fortaleza.
El ejemplo perfecto de virtud moral para los cristianos es Jesucristo mismo.
Jesús, durante su ministerio, siempre mostró un equilibrio perfecto entre la bondad hacia los seres humanos que necesitaban ayuda, aliento y la fuerza para defender lo que era correcto.
Agregar a nuestra fe virtud implica que debemos parecernos cada vez más a Jesucristo.
Para ello, debemos conocerlo mejor, a través de Su Palabra.