Cristo llamado a ser sumo sacerdote – Hebreos 4:14-‬16

Meditación de la serie Epístola a los Hebreos‬‬ por el A.I. José Antonio Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

El autor de Hebreos nos hace ver claramente que Cristo, no solo es el hijo de Dios, sino que fue llamado por Él para ser nuestro Sumo Sacerdote, y para entender esto Jesús primeramente es nuestro maestro, pues a través de sus enseñanzas la revelación de Dios se dio en plenitud de lo que  Él quiso a bien revelarnos para hacernos idóneos para podernos acercar a Dios el Padre; la enseñanza se ha dado para poder seguir a Cristo, ahora bien es necesario que todo aquel que aprendió, le siga en obediencia, y nos exhorta a retener nuestra profesión , entendiéndose esto como permanecer en la fe, ser firmes, no titubear pues el Hijo de Dios ha aprobado y ratificado, las promesas del Padre, así que cualquiera que dude del mensaje de salvación, el Evangelio, desprecia la obra redentora de Cristo y la Gracia de Dios.

Los judíos primeramente tenían que superar la imagen de un sacerdote Levítico quienes veían en un hombre mortal al que entraba al santuario y oraba por sus hermanos para el perdón de sus pecados. Esto solo se podía superar si ven en Jesús, al hijo de Dios, en toda su majestuosidad como reconcilia a sus hermanos con Dios el Padre, quien mejor que Él, quien fue probado en todas nuestras flaquezas, y por amor se hizo nuestro hermano, haciendo a un lado su majestuosidad para podernos acercarnos en confianza, pues no solo se hizo verdaderamente  hombre, sino también asumió todas las cualidades de la naturaleza humana, sin conocer pecado, qué más podemos pedir de nuestro Gran Sumo Sacerdote.

Es importante que entendamos que cuando nos sintamos agobiados por nuestras flaquezas recordemos que Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, experimentó lo mismo y que por su poder podemos levantarnos de nuestra miseria, que Él mismo nos acompaña cuando el Espíritu Santo habita en nosotros.

El apóstol concluye:

El acceso a Dios es fácil para todos los que confían en Cristo como Mediador, el Sumo Sacerdote. No debemos distraernos por nada, ni nadie, pues tenemos un pontífice dispuesto a ayudarnos.

Por último, nos dice que el trono Celestial se ha enmarcado lleno de gracia, es decir, del amor de Dios para que nadie se cohíba de acercarse, pues podemos sucumbir por sentirnos miserables más el socorro siempre llegará a tiempo. Su bendita gracia siempre nos acompaña.

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Epístola a los Hebreos

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