ES NORMAL

Vivimos en una época en que lo normal es la norma. Si hay problemas y/o preocupaciones la reacción más normal es que “esto es normal”. Y, parece esto nos consuela.
Si se trata de los reportes de análisis del laboratorio, el hecho de que todo sea normal puede indicar que no tenemos hipertensión, diabetes, infecciones en el riñón o trastornos hepáticos. Todo eso es buena noticia y nos da consuelo. Pero si el médico dice, al ver la alta presión, que esto es normal con las personas que llevan un exceso de peso, el consuelo está bastante mitigado.
“Si es normal o si no lo es” requiere interpretación, y la interpretación precisa una aplicación. Pues ya hemos visto, ser, normal, en sí, no dice si es bueno o es malo. Aún más, el intento de descubrir lo normal requiere una interpretación de la estadística, que es una ciencia complicadísima. Si ponemos lo normal como la norma, entonces ni sabemos lo que es normal. En un grupo de cien objetos, los primeros 50 están en el cincuenta por ciento más alto. Todos, entonces están o por abajo o por arriba de la normal. Por consiguiente “lo normal no existe”.
“Lo normal”, si ha de existir, necesita normas que sean externas a lo medido. El cristianismo tiene esta norma. Es la creación y la revelación de Dios en cuanto a la creación.
Sabemos, por ejemplo, que el pecar es normal; todos lo hacen. Ser mentiroso cae dentro de los límites de lo normal, junto con las muchas formas de inmoralidad que todos hacen. ¿Debemos aceptar la disposición de la raza humana para hacer la guerra?
Desde los tiempos de los pueblo más antiguos, por lo que sabemos de la historia, es normal para la humanidad el hacer la guerra. Hoy en día tenemos la tendencia de culpar a un gobernante, aunque la raza humana por costumbre, hacía guerra antes de él, y no podemos esperar algo mucho más diferente después de él. Pues, esto de hacer a guerra es normal, a menos que encontremos una norma que sea diferente de lo normal.
Los problemas de la inmoralidad son una preocupación para nosotros, pues suelen hacer desagradable la vida y provocar dificultades familiares, económicas, sociales, sicológicas y cívicas. Pero ¿para qué no preocupamos? Es normal para los pecadores pecar, ser amorales y causar serias preocupaciones.
Pero, tenemos una norma exterior. Tenemos un instrumento confiable para medir. Es la ley de Dios, que tiene que ver con toda la creación y, en especial, con la raza humana. Tenemos que usar este instrumento para instruirnos en cómo ser anormales. Como cristianos, creyentes en Dios, debemos estar hartos de lo normal. Como cristianos somos llamados a ser anormales. Ya basta con disculpar nuestros pecados con esta falsa excusa, la idea de que “es normal”. Es anormal lo que queremos ser y hacer. Por la gracia de Dios, seamos anormales.

Iglesia Nacional Presbiteriana Berith, boletín Buen Óleo domingo 24 de Septiembre 2023.

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