El amor benevolente de Dios – Lucas 2: 1-14

Meditación basada en Lucas 2: 1-14 por el A.I. Fernando Acevedo P.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

 ¿Te has preguntado alguna vez cómo sería este mundo sin la providencia de Dios? Considerando que el hombre se convirtió en enemigo de Dios, desde el momento que lo desobedeció, y que su desobediencia rompió toda relación con Él, quedando envuelto en una realidad donde solo impera la maldad, la vida en este mundo sería prácticamente imposible. Pero Dios que es rico en misericordia, revela su amor por su creación evitando que la maldad se manifieste en su máxima expresión, al estar a merced del príncipe de la potestad del aire.

Es por eso que este día, hablaremos un poco acerca del amor benevolente de Dios. Para esto, entendamos un poco más acerca de esta palabra que muy pocas veces se escucha.

La palabra «benevolente», viene de dos raíces latinas: la raíz «bene», que significa bien o bueno, y la palabra volente que proviene del latín volens que significa voluntad. Así, la palabra benevolente quiere decir buena voluntad. De tal forma, que la benevolencia tiene que ver con la buena voluntad de Dios hacia los humanos. 

Leamos entonces el pasaje de hoy, con el cual trataremos de entender el significado del amor benevolente de Dios, dice.

8 Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. 9 Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. 12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:

14 ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

Belén se encontraba cerca de Jerusalén, y la mayoría de las ovejas utilizadas en el templo, provenían de allí. En las colonias que se encontraban a su alrededor, los prados eran abundantes y los pastores trabajaban en esa área, día y noche los 365 días del año. Debido a su ocupación eran despreciados por la sociedad, y en cuanto a la ley, una ley que se veía abultada por todas las leyes humanas impuestas, les era difícil seguirla. Se les acusaba de no distinguir «lo tuyo» con «lo mío»; razón por la cual eran malmirados y segregados del resto el pueblo. 

Sin embargo, podemos afirmar que los pastores que aquí cita Lucas, no eran como todos, sino que eran hombres devotos conocedores de la profecía mesiánica, y así como Simeón, esperaban la consolación de Israel. Tan cierto esto, como que llenos de fe, fueron a Belén para ver al Señor que había nacido; y con un corazón gozoso por todo lo que habían visto y oído, tal y como se les había dicho, regresaron glorificando a Dios.

Ahora, ¿qué apariencia tendría el ángel que se les apareció? Por lo que dice el relato, no era un ángel como los que se pintan en los cuadros de arte, con apariencia de mujer y de aspecto muy delicado, sino como los que describe la Biblia, un barón con vestidura blanca resplandeciente reflejando el poder otorgado por Dios. Los pastores, ante esta visión y al ser rodeados por la gloria del Señor, quedaron terriblemente atemorizados, por lo que el ángel les dice: no temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo. Esto es precisamente lo que celebramos en navidad. El nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Entonces la visión se volvió aún más gloriosa, con la repentina aparición de una multitud de ángeles de los ejércitos del Señor, que alababan a Dios diciendo: 14 ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Cuando vemos la expresión «buena voluntad», se está haciendo una redundancia porque en Dios, no existe otro tipo de voluntad que no sea su buena voluntad. Una buena voluntad que refleja el amor divino que, como ya hemos dicho, armoniza con sus otros atributos, atributos que reflejan el amor eterno que Dios tiene hacia su creación.

Por tanto, podemos afirmar que su buena voluntad es inseparable de su amor, amor que lo llevó a hacer un pacto, para que, en el cumplimiento del tiempo, Su Hijo viniera a este mundo, para que todo el que crea en Él, sea llamado hijo de Dios y por gracia, alcance la salvación. En Juan 3:16 dice:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

El hecho de que Dios haya enviado a su Hijo, es una expresión de su amor benevolente. Dios, quien es el supremo gobernador de toda su creación, gobierna con benevolencia, gobierna con buena voluntad a sus criaturas; tan es así, que Él no quiere que mueran los impíos. En el libro de Ezequiel 33:10 y 11 dice:

10 Tú, pues, hijo de hombre, di a la casa de Israel: Vosotros habéis hablado así, diciendo: Nuestras rebeliones y nuestro pecado están sobre nosotros, y a causa de ellos somos consumidos: ¿cómo, pues, viviremos? 11 Diles: Vivo Yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos: ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?

 Si bien es cierto que Dios no quiere que el impío muera, también debemos tener en cuenta lo que dice en el versículo 7 de este capítulo de Ezequiel, dice:

7 A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. 8 Cuando yo dijere al impío: impío, de cierto morirás; si tu no hablas para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano. 9 Y si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se apartare de su camino, él morirá por su pecado, pero tú librarás tu vida.

Con este pasaje queda bien claro, que no por el hecho de que Dios muestre su buena voluntad al hombre, todos nos vamos a salvar, como popularmente se cree. La gente ha extraído la idea equivocada de una salvación universal, porque Dios con su buena voluntad está dispuesto, al final de los tiempos, que toda la humanidad tendrá acceso a su reino y nadie ira al fuego eterno; y si a algunos envía al infierno, estaría contradiciendo el hecho de ser benevolente. Por eso es importante entender, que la paz de Dios no es una recompensa para todos aquellos que tengan buena voluntad, sino que es un regalo gratuito que da a quienes son objeto de su buena voluntad.

Dios no quiere que el impío muera, por eso desde siempre, ha advertido al hombre de la necesidad de volverse de su pecado, y aunque Él no se complace en la muerte del impío, tampoco tolera el pecado ni al pecador. Por esto, en el pasaje de Juan que leímos anteriormente dice, que la única forma de obtener la salvación, la única manera de tener vida eterna, es que creamos en el unigénito Hijo de Dios, de otra forma, nuestra morada final serán las llamas eternas del infierno.

Así que, no debemos confiarnos ni conformarnos, con sólo asistir a la Iglesia cada domingo, sino que debemos leer nuestras Biblias durante la semana, debemos estar en constante oración, para estar en completa comunión con nuestro Creador. Es imperativo que seamos oidores y hacedores de Su Palabra, dando testimonio a todos los que nos rodean, de la infinita grandeza del amor benevolente de Dios.

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