Madurez Espiritual – Parte 4 – 2 Pedro 1:5-8

Meditación bíblica sobre 2 Pedro 1:5-8 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

En la actualidad hemos estado acostumbrados a escuchar promesas todo el tiempo, hemos escuchado toda la vida promesas, algunas de ellas increíbles por cierto.
Escuchamos promesas por todos lo medios posibles, y todas con el propósito de convencernos de algo.
Eso nos ha llevado a ser muy cuidadosos y nos cuesta trabajo creer en las promesas: el vendedor que nos promete que su producto es una maravilla, el trabajador que nos dice que vendrá mañana a realizar el trabajo y no sabemos si llegará o no; o cuándo llegará.

Pero las promesas que Dios hace son completamente confiables.
Veamos lo que dice el pasaje que hemos estado estudiando en los últimos tres videos.
2 Pedro 1:5-8

Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Aquí hay una promesa. Una promesa que por cierto es… cierta… se cumple.

Pedro dice que cultivar estos rasgos de madurez espiritual evitará que seamos inútiles y ociosos en nuestra relación con Cristo Jesús y nos permitirá vivir una vida fructífera.

Por supuesto, descuidar estas instrucciones va a disminuir considerablemente nuestra comprensión de la Palabra y nuestra confianza en la salvación que Dios ha provisto, y nos dejará propensos a una caída.

Hemos dicho ya, que desde el momento que somos salvos, para cada creyente comienza un proceso de crecimiento espiritual con el fin de que seamos cada vez más maduros espiritualmente. Este proceso dura toda nuestra vida.

Hemos dicho también, que en el pasaje que estamos estudiando se nos da una lista de atributos -rasgos- que debemos cultivar para que seamos fructíferos en nuestra vida, como resultado de ese crecimiento y de esa madurez espiritual.

Esos atributos son:
Fe, virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor.

Ya hemos hablado de los tres primeros de esos rasgos: FE, VIRTUD, CONOCIMIENTO.

El cuarto rasgo que menciona el apóstol Pedro es:

DOMINIO PROPIO

En griego usa la palabra ἐγκράτεια (enkráteia) = dominio propio (específicamente continencia, templanza)
Se compone de dos palabras:
ἐν (en) – es una preposición «en,» a, sobre, por, etc.
y
κράτος (krátos) vigor [«grande»] (literalmente o figuradamente) imperio, poder, poderosamente, potencia, proeza.
En nuestro idioma español, el sufijo -crata proviene de la palabra griega kratos, que tiene el significado de «fuerza» o «poder», y se utiliza para componer términos que se refieren a partidarios o miembros de un sistema de gobierno. Por ejemplo: burócrata, demócrata, autócrata. (gobernado por… el pueblo… un individuo.. etc)

Mantenerse dentro de los límites

En la versión Reina Valera Antigua de la Biblia, esta palabra se tradujo como «templanza» y se refiere al dominio sobre malos instintos y deseos. Significa moderación. Mantenerse dentro de los límites de las leyes de Dios.

El apóstol Pablo en el libro de los Hechos, en su defensa ante Félix, menciona el «dominio propio» como parte fundamental de la fe,

En Hechos 24:24-25 dice:

Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo. Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.

Está hablando del dominio propio como parte fundamental de la fe.

Por otro lado, en la epístola a los corintios, que por cierto los corintios estaban bastante familiarizados con la disciplina que requiere el atletismo, Pablo les escribe lo siguiente:

Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado. (1 Corintios 9:25-27)

Autocomplacencia

Entonces, el domino propio es lo opuesto a la autocomplacencia.
Como seres humanos caídos, tenemos una fuerte inclinación a ser dominados por nuestros apetitos físicos (carnales), incluso a ser esclavizados por ellos.
En 1 Pedro 1:14, Pedro nos lo dice de la siguiente manera:

Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia.

Identifica esos deseos que tenían antes como producto o como parte de esa ignorancia. Interesante.

Y el apóstol Pablo, dice a los Efesios:

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. (Efesios 2:1-3).

Pero nosotros hemos sido liberados de nuestra esclavitud de la carne.

Pablo, en la epístola a los Romanos, escribe:

Romanos 8:12-13

Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.

Vivir una vida piadosa – una vida que toma en cuenta a Dios en nuestro pensamiento y nuestra acción- requiere que dominemos la carne (nuestros deseos y pasiones) y la hagamos nuestra sirvienta, en lugar de nuestro amo.

Nuestra inclinación al mal y el mundo nos alientan a vivir según la carne.
Pero es necesario que como creyentes, como hijos de Dios, ya no vivamos para la carne ni mucho menos sirviendo a la carne.

Sólo por la gracia de Dios podemos combatir y nulificar los deseos carnales. Ahí es donde viene el dominio propio. ¿Somos capaces nosotros de dominarlo sin la gracia de Dios? No.
Pero, sin embargo, el apóstol nos exhorta a esforzarnos diligentemente por hacerlo ya que Dios así lo quiere.

Voy a terminar la meditación de esta mañana con una pregunta -personal para cada uno de nosotros, cada uno de ustedes que está escuchando.

¿Cuáles son las áreas de tu vida que requieren de dominio propio?

El consumo de alcohol, la fidelidad conyugal, el comportamiento moral, la música y el entretenimiento que consumes, la honestidad en el trbajo y los negocios, tus relaciones interpersonales… la lista puede seguir.

Lo dejo hasta aquí para la reflexión de cada uno de nosotros.

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