Fruto del Espíritu

Se habla del fruto del Espíritu en Gálatas 5:22, aunque todo el pasaje (versículo 16 al 25) trata del asunto. La palabra es así, singular, “fruto”. Solemos hablar y pensar en este concepto como si fuese plural. Pero no es el plural; la traducción es correcta: la palabra es singular, karpos en griego. Aunque el número de manifestaciones es múltiple, este conjunto de atributos o cualidades es fruto del Espíritu. De la misma manera que se habla de las manifestaciones de la obra de la carne (vv.19-21) en una larga lista de pecados identificados, las manifestaciones del fruto del Espíritu son muchas también. Por ende, tenemos que identificar el fruto del Espíritu por estas manifestaciones, que son las cualidades listadas como fruto del Espíritu.
Este error se liga con otro. Se presentan estas siete deseables cualidades como si fuera algo para lo que tenemos que esforzarnos. En este contexto se nos exhorta a desarrollar estas en nosotros. Ahora bien, no hay nada malo en hacer el esfuerzo para que el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza sean cualidades características de nosotros. Lo malo es no leer bien lo que dice el texto y consolarlos con la verdad de su afirmación.
Tenemos que notar que el texto habla del fruto del Espíritu. Hay dos puntos importantes aquí (1) es fruto, es decir, producto y (2) es el Espíritu, es decir, no de nosotros. Aunque, por supuesto, y gloriosamente, el fruto del Espíritu se da en nosotros. No de nosotros, ni por nosotros, pero sí, en nosotros.
Todo el pasaje habla de “andar en el Espíritu”. Así empieza, en el versículo 16, y así termina en el versículo 25. Eso sí, es el deber ético de todo cristiano. No solamente es su deber, es también su norma. El andar en el Espíritu exige del creyente esfuerzo consciente, que es lo contario de satisfacerlos deseos de la carne (v.16), pero algo que pueden hacer solamente los que viven en el Espíritu.
¿Cómo vamos a saber si andamos en el Espíritu? Para decir mi cómo, hay dos listas de manifestaciones las de la carne y las del Espíritu. Compara las dos listas colócate en uno de los dos grupos. Se puede identificar fácilmente, pues el texto (V.19) dice que la lista que sigue manifiesta las obras de la carne. Sin hablar de las actividades “gruesas”, si encontramos enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones… y cosas semejante, ya sabemos en cuál lista estamos. La lista contaría menciona cosas como amor, gozo, paz. Paciencia, benignidad, bondad, fe mansedumbre y templanza. Si hay estas cosas sabemos que es fruto del Espíritu.
Si encontramos estas cualidades, entonces podemos afirmar que somos “guiados por el Espíritu” (v.18) y “vivimos en el Espíritu”. El Espíritu “produce” esto, pues la lista es fruto (producto) del Espíritu. El Espíritu obra en nosotros por su Palabra, que también es producto de Él. Si “vivimos en el Espíritu” somos “guiados por el “Espíritu” o sea, por su Palabra. Entonces encontramos en nosotros “el fruto del Espíritu”.
El hecho de saber que es “fruto del Espíritu” nos protege de ser vanagloriosos (v.26), jactanciosos y orgullosos, pues ya sabemos que no es de nosotros sino es “fruto del Espíritu”.

Iglesia Nacional Presbiteriana Berith, Pbro. Gerald Nyenhuis, publicado originalmente el 12 de noviembre 2006

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