La ira de Dios: ¿Debemos temer? – Hebreos 10:26-31

Vamos a continuar hablando acerca de la ira de Dios.
En el video anterior, la pregunta a respoder era ¿qué es la ira de Dios?
Si nos has visto ese video hay una liga aquí para que lo puedas ver.

La ira de Dios – Romanos 1:18

Hoy vamos reflexionar sobre la pregunta: ¿debemos temer a la ira de Dios?

INTRODUCCION

A lo largo de toda la Biblia -desde Adán y Eva en el Génesis hasta el Día de la Ira que se describe en el Apocalipsis, vemos una gran cantidad de ejemplos de personas ante la presencia o majestad de Dios que respondieron correctamente con miedo o terror.

Con frecuencia la biblia describe a Dios como misericordioso, perdonador y amoroso; eso es muy reconfortante, pero Él es también el Juez todopoderoso de todos.

En Hebreos 10:30,31 podemos leer las siguientes palabras:
Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!

Esto dice, refiriéndose a las consecuencias espirituales para aquellos que conocen la salvación de Cristo, pero eligen actuar desafiando Su voluntad.

Es una exhortación de Dios sobre nuestra necesidad de perseverar.
El pecado deliberado y sin arrepentimiento, puede llevar incluso a la personas que han profesado o declarado creer en Cristo, a la apostasía final y al terrible juicio que esto merece.

Estas advertencias pueden asustarnos, pero eso no es del todo malo.
El temor del Señor es un tema importante en toda la Escritura.
Hay un conocido proverbio, que muchos de ustedes seguramente conocen y que está escrito en Proverbios 1:7

El principio de la sabiduría es el temor de Jehová

Es necesario temer a Dios.

Vamos a ver algunos pasajes que nos muestran que el temor e incluso terror asociados a la ira de Dios o simplemente a su sola presencia.

1 Temor a la presencia de Dios debido a que hemos pecado:

Después de que Adán y Eva desobedecieron a Dios y comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal, se escondieron de la presencia de Dios. La presencia de Dios, que antes habían disfrutado ahora era aterradora. Qué terrible pérdida.

La narración que se encuentra en Génesis 3:8-10, dice así:
«Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.»
(Ver Génesis 3:1-24 para el contexto)

Tuvo miedo y se escondió. Ante la sola presencia de Dios. Sabía que había pecado.

2 Temor ante el porvenir

Ante nuestra incapacidad de entender aquello que viene hacia adelante. Nos pude abrumar demasiado.
El día que Dios hizo un pacto con Abram, Abram cayó en un sueño profundo. Aunque Dios le había dicho anteriormente a Abram que no temiera porque Él era un escudo para él. En Génesis 15:1, Dios le dice:
No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande

Continuemos leyendo la narración, unos versículos mas adelante…

«Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él. Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.»
(Génesis 15:12-14) (Ver Génesis 15:1-21 para el contexto)

Dios acababa de decirle «No temas«, sin embargo no pudo controlar ese miedo. El recibir una promesa tan grande de Dios relacionada con el porvenir era algo que le generaba gran temor a Abram.

3 Temor ante la grandeza de Dios

En el monte Sinaí, cuando Dios entregó la Ley a Moisés en el Éxodo, hubo truenos, relámpagos, fuego y humo. La montaña tembló violentamente.
¡La gente tembló! Después de escuchar los Diez Mandamientos y ver la exhibición asombrosa y aterradora, ¡tuvieron tanto miedo que pensaron que iban a morir!.
Le pidieron a Moisés que les hablara él a ellos en lugar de Dios. La respuesta de Moisés en realidad fue bastante reveladora de la misericordia de Dios.

Aunque la escena era aterradora, tenía un propósito. No fue solo para asustarlos o mostrar -hacer un despliegue de- la gloria de Dios.

La Biblia lo narra de una manera, impactante por cierto:
«Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.» (Éxodo 20:18-20)

El mismo Moisés les dice: No teman.
Ellos al parecer no temieron lo suficiente. Muy pronto, ellos pecaron. Poco tiempo después, le pidieron a Aaron que les hiciera un dios porque Moisés había estado demasiado tiempo en la montaña. (Éxodo 32:1-6)
Me pregunto cómo pudieron hacer eso después de haber visto un espectáculo tan aterrador en la montaña.
Pero seguramente ustedes se han dado cuenta que así es el pecado en nuestros corazones. Tal vez nosotros hubieramos hecho lo mismo.
No podemos servir a Dios guardando Sus mandamientos. Él es santo y nosotros pecadores. Todos -todos- nos quedamos cortos.

El escritor de Hebreos nos dice que incluso Moisés estaba aterrorizado ante la presencia de Dios en el monte Sinaí. Pero el escritor de Hebreos también hace una distinción entre el estado en el que se encontraban los israelitas en aquel entonces ante Dios y el estado en que se encuentran ahora los creyentes en Cristo Jesús.

El escritor de Hebreos, nos da una descripción de esa escena (Hebreos 12:18-24)( Echa un vistazo a ese pasaje cuando tengas la oportunidad.)
Termina diciendo: «y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando» (Hebreos 12:21)

Él estaba espantado y templando. En su posición de liderazgo en la que Dios lo había puesto, tenía que repetir las mismas palabras de Dios que decían: No teman. Le decia al pueblo «No teman«.

4 Temor ante la ira de Dios

En Apocalipsis, vemos la escena de hombres escondiéndose de la presencia de Dios.

«Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?»
(Apocalipsis 6:15-17) (Ver Apocalipsis 6:12-17 para el contexto)

¿Quién es capaz de mantenerse en pie?
La ira de Dios vendrá sobre esta tierra y nadie podrá resistir salvo aquellos que puedan levantar la cabeza cuando se acerque su redención.

Sin embargo, sería un error dejar que este miedo nos paralice.
Es un hecho que tenemos una fuerte tendencia al mal, pero eso no significa que no hay esperanza para nosotros.

En 1 Juan 1:8-10,
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

No podemos negar que somos pecadores. Que merecemos la ira de Dios. Debiésemos tener miedo.

El propósito de estas advertencias es que perseveremos para evitar que caigamos en la apostasía final.

Entonces, debemos temer a Dios como cristianos.
Cuando nos acercamos a Cristo, es con el corazón quebrantado. Y a medida que progresamos en nuestra vida cristiana, no dejamos de temer a Dios.
Profundizamos en el temor de Dios. Sentimos un mayor temor reverencial a medida que llegamos a ver que Él es más grande de lo que alguna vez pensamos que era.

El temor de Dios es una marca del verdadero cristiano, como un verdadero creyente.

Comenzamos con el temor de Dios y nuestra vida cristiana termina con el temor de Dios.
Y cuando lleguemos al cielo, habrá un asombro mucho mayor, exponencialmente mayor, saludable, santo y reverencial de quién es Dios. Pero nuestro miedo es muy diferente del miedo del incrédulo.
Nuestro temor está en el contexto de que estmos seguros del amor, la misericordia y la compasión de Dios.
El temor de Dios para un creyente es tomar a Dios en serio. Es saber con toda certeza que mi vida está en sus manos.
Que todo ha sido ordenado desde el día de mi nacimiento hasta el día de mi muerte.
Él ya ha designado buenas obras para que yo las realice y tiene mi vida en la palma de Su mano.
Estoy viviendo en el lugar en que Dios me ha puesto; todo lo que me rodea y me mantiene vivo es de Él.
Entonces toda mi vida debe vivirse reconociendo que Dios está ahí. Tomo a Dios muy en serio. Eso es vivir en el temor de Dios.

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