
“¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz!” Isaías 52:7
La paz es un bien escaso; siempre lo ha sido. En vísperas de la segunda guerra mundial, Albert Einstein preguntó a Sigmund Freud “¿Hay algún medio para librar a la humanidad de la amenaza de la guerra?” Su respuesta fue a la vez banal y paradójica. Banal: “Los seres vivos preservan su propia vida destruyendo la de los demás.” Paradójica: Freud parece decir que la verdadera pregunta debería ser: “¿Por qué la paz?”
“La destrucción, la influencia y la denominación son prioritarios para los hombres y fácilmente se ponen al servicio de la pulsión de la muerte. La guerra demostrará que los grandes sabios, escritores, pensadores y filósofos no sólo se acomodarán al nazismo, sino que colaborarán en él con toda su capacidad intelectual. La cultura no excluye a la barbarie.” (M. Schneider-Le Point)
Hoy mismo varios países y ciudades del mundo viven días de incertidumbre, de muerte, destrucción y amenazas. Millones de personas han perdido la paz. la tranquilidad para hacer su vida diaria. Los líderes mundiales hablan de guerra, de venganza de odio. Nosotros no somos ajenos a esta situación. En nuestro país también, la maldad roba la paz a familias y a comunidades enteres.
Nosotros oramos por la paz, pedimos a Dios que dé sabiduría a quienes toman decisiones de gran calado y que al fin vuelva la paz. Sabemos que ésta será una paz relativa, imperfecta pues el mundo no puede darla.
Todos necesitamos paz, la verdadera paz. Por esto Jesús nos dijo “Mi paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo.” Esta es entonces una paz diferente, construida sobre la persona y obra de Jesucristo. Es una paz que sobrepasa todo entendimiento, y que es capaz de guardar nuestros corazones y pensamiento en Cristo Jesús.
Esta es sin duda una gran consolación y un gran regalo que nos permite encarar la vida con seguridad en el amor de Dios pero….. no es todo. Isaías y más tarde el apóstol Pablo nos impulsan a llevar esta paz a otros, a ir sobre los montes con pies benditos y labios rebosantes de las buenas nuevas de salvación, de la paz con Dios, base de la profunda reconciliación que todos necesitamos. Quiere el Señor que nuestros pies estén calzados con el apresto, con la urgencia y disposición para comunicar el evangelio en todos los momentos, circunstancias y aspectos de nuestra vida.
“¿Es tu vida corriente de gracia?
¿Por ti fluye de Dios el amor?
¿A llevar el mensaje estás listo
De Jesús al infiel pecador?”
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith, boletín Buen Óleo, domingo 14 de enero 2024