El olor del conocimiento – 2 Corintios 2:14-17
Meditación bíblica sobre 2 Corintios 2:14-17 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Introducción
El olfato es el sentido que llega rápidamente a nuestro centro emocional para evocar sentimientos y recuerdos de nuestro pasado.
¿Cuándo fue la última vez que te detuviste y notaste un aroma? ¿Cuándo un determinado aroma te transportó a una experiencia específica y te evocó nostalgia?
El olfato humano puede distinguir alrededor de diezmil aromas diferentes.
Algunos de estos olores, al llegar hasta nosotros, pueden tener un efecto significativo en nosotros, en nuestras emociones.
El olfato puede influir en nuestro estado de ánimo, la memoria, las emociones y muchas otras cosas.
Pero vamos a nuestro pasaje de hoy 2 Corintios 2:14-17
Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a estos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquellos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo.
Gracias a Dios
Aquí el apóstol Pablo inicia dando gracias a Dios.
Dice que la razón del agradecimiento es que Dios siempre nos está llevando al triunfo en Cristo Jesús, porque estamos en Él y Él está en nosotros. El triunfo de Cristo sobre el pecado nos ha favorecido.
Y luego dice que …»por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento»
Y aquí es donde nos vamos a detener a reflñxionar un poco.
El contexto
Recordemos que Pablo escribió esta epístola en el primer siglo, en el contexto del imperio Romanos. Y en ese contexto ellos habían experimentado el poder del aroma de una manera particular fue durante los desfiles de la victoria.
El ejército romano realizaba un desfile después de un triunfo en un campo de batalla extranjero.
Después de la guerra, el general victorioso, junto con sus tropas, regresaba a casa para presenciar un desfile de la victoria. El comandante conduciá a su ejército hacia el emperador en la capital de Roma.
Los funcionarios del gobierno encabezaron el desfile, seguidos por trompetistas, una exhibición del botín, un toro blanco para el sacrificio, prisioneros de guerra, músicos y sacerdotes. El general victorioso iba en un carro ricamente decorado seguido por su ejército que cantaba.
Las multitudes jubilosas los animaban, y después de servía un gran banquete.
Un desfile de triunfo romano siempre tenía un aroma distintivo: la festividad se veia realzada por la distribución de grandes cantidades de pétalos de flores. Cuando la gente los aplastaba, su olor llenaba el aire. Se quemaban grandes cantidades de incienso.
Los olores perfumados se esparcían por toda la ciudad y entonces todos estaban al tanto de lo que estaba sucediendo.
Incluso para aquellos que no estaban presentes, su día se alegraría con los aromas que flotaban en sus hogares y negocios.
Era un momento de celebración. Los olores eran una parte muy intencional de esto, diseñados para crear ambiente y mejorar las festividades y hacerlas memorables.
A quienes no les entusiasmaba el aroma del incienso y las flores, eran aquellos soldados de la nación conquistada que habían caído prisioneros. Para ellos la fragancia, las vistas y los sonidos eran seguramente desgarradores. Eran un recordatorio de lo que habían perdido y que recordarían cada vez que percibieran ese olor.
Desfiles de la victoria, con perfume en el aire. Esa es la imagen en la mente del apóstol Pablo mientras escribe las palabras que leímos.
El triunfo espiritual
Pablo compara esta escena con un triunfo espiritual. Cristo es el comandante y Dios es el emperador que recibe la máxima alabanza. Cristo siempre gana. Compartiremos y ya compartimos de hecho Su victoria.
Pablo dice que llevamos la fragancia del triunfo al vivir el Evangelio.
Esta es la segunda razón para estar agradecido. Dios nos ha hecho testigos de Él en cada lugar al que vamos (Mateo 5:16, Mateo 28:19-20).
Nuestras vidas importan cuando vivimos bajo este propósito.
¿Eres creyente?
Entonces eres parte de un desfile de la victoria.
Estás viviendo una vida que envía señales tan poderosas como las señales aromáticas;
¡tu vida está enviando señales que les permiten a todos saber que Jesús está vivo, que Él es el conquistador y que regresará a casa para la celebración de la victoria!
Nuestras acciones son así: cada palabra, cada toque, cada mano amiga, cada oído que escucha mantiene la fragancia de Jesús en el aire. Como dice el versículo 14, «esparciendo por todas partes el olor de su conocimiento».
Recuerde una cosa al leer esas palabras: «conocimiento», en términos bíblicos, siempre implica hacer además de hablar. La gente en los tiempos bíblicos entendía:
- Sólo puedo saber algo verdaderamente cuando estoy involucrado.
- El saber viene con el hacer.
Las personas sólo llegarán a conocer a Jesús cuando nos vean a usted y a mí actuar como verdaderos seguidores de Jesús, viviendo de manera intencional, pura, llena de amor.
Eso sería un olor agradable
Vivimos en una sociedad a la que le encantaría que estuviéramos libres de olores -de ese olor agradable- para ellos sería un olor feo, desagradable. Esos olores desde un punto de vista cristiano son aquellos que odia nuestra sociedad. La mentalidad liberal ampliamente aceptada actualmente sugiere que la fe es algo que se debe mantener en privado, para uno mismo. Mantenga su aroma a cubierto. Que no salga, porque para ellos es desagradable.
A veces me pregunto, tal vez muy buenos para eso – para ocultar el aroma.