Gracias Cristo ‬- Hebreos 9:23-28

Meditación sobre Hebreos 9:23-28 por el A.I. José Antonio Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.
Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.
De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.
Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.

Dios, siendo el Creador de la humanidad, conoce a la perfección a sus creaturas y sabe de la necesidad que hay de ver cosas tangibles para que los humanos podamos comprender las espirituales y siendo el Maestro de maestros diseñó desde el principio las figuras necesarias para que podamos comprender la manera correcta del efecto del pecado en nosotros y la única solución eterna para poder reconciliarnos con Él y gozar de su presencia que es la vida eterna.

El sacrificio que se hacía del derramamiento de sangre de animales para solicitar el perdón de Dios por nuestros pecados era imperfecto e insuficiente por lo que se requería que se realizará continuamente; pero la sangre que Cristo derramó en la cruz, su sacrificio vicario y de propia voluntad satisface plenamente la necesidad de justicia y de santidad de Dios para que, por medio de ese acto alcancemos la salvación de una vez y para siempre, ya no se requiere de otro sacrificio.

Los sacrificios hechos por el sumo sacerdote eran la representación del sacrificio que realiza el Señor Jesús y dejan de ser necesarios, pues la muerte de Él paga cabalmente el precio de una vez y para siempre.

Se había establecido que los hombres, como consecuencia de su pecado, debían morir una sola vez y entonces sería el juicio.

Jesús siendo hombre 100% representa a toda la humanidad en este acto pero, al resucitar nos concede junto con Él la vida eterna que es poder acercarnos otra vez a la presencia de Dios ya sin deber nada, siendo justificados, seguros de que en la segunda venida del Señor seremos aceptados, declarados santos, dignos de estar en el lugar santísimo por el amor manifestado en la muerte y resurrección del Hijo a favor de nosotros.

Debemos estar agradecidos y seguros con el Señor pues ya no hay más muerte para los que esperamos en Él su segunda venida.

Otras partes de la Serie
Epístola a los Hebreos
Comparte con tus amigos