ÁRBOL QUE CRECE TORCIDO

Un filósofo famoso (en mi día) que si todavía viviera tendría ciento dos años, escribió un libro con este título. Ya que siempre estuvo fascinado por la historia de las ideas, en este libro escribe acerca de la historia de algunas de estas ideas que fueron proclamadas sobre sólidas bases y con ciertos propósitos legítimos, pero que al enfrentarse con los acontecimientos de la historia, se torcieron, y nunca fueron fieles a sus bases, ni lograron sus propósitos. Estas ideas son como un árbol que sale de buena semilla, va creciendo recto, pero por la cercanía de otros árboles más grandes, que prohíben que le llegue la luz y acaparan el agua, luego crece torcido.
Este autor pone muchos ejemplos de cómo esto pasó en la historia. Ideas que parecían buenas, y propósitos loables, no era suficiente para asegurar el éxito del proyecto. Es necesario que los que siguen el proyecto tengan la misma visión que los iniciadores del mismo proyecto. Él da muchos ejemplos de organizaciones, movimientos, negocios e instituciones que arrancaron bien pero que, por falta de la visión de los seguidores, fueron al fracaso. El autor habla más de ideas y movimientos filosóficos y educativos, que parecían buenos, que de las instituciones sociales o políticas, sin embargo, son en estas entidades donde más se ve lo acertado de su análisis.
Especialmente en las iglesias, y en las instituciones religiosas relacionadas con ellas, es donde hoy en día se ve con claridad este fenómeno. Algunas congregaciones, por influencias de la cultura, y de la academia anticristiana, han dejado sus fundamentos y han cambiado sus propósitos. Han dejado los mismos conceptos que les han dado su existencia y han seguido a otro evangelio.
Instituciones, como casas de publicaciones, seminarios, alguna vez establecidas sobre las bases de la Biblia y de las confesiones de ella derivadas, con el propósito de ayudar a las iglesias a anunciar con claridad y precisión el Evangelio, ya han dejado sus bases y cumplen con otros propósitos.
La iglesia y todas las organizaciones afiliadas con ella son edificadas sobre el fundamento de los profetas y los apóstoles (Efesios 2:20) y tienen el propósito de anunciar las virtudes de Aquél que les llamó de las tinieblas a la luz (1 Pedro 2:9). Las que no cumplen con esto son como un árbol que crece torcido. Esto es un reto para nosotros hoy en día, es un reto que requiere mucha diligencia y esfuerzo, a fin de que no lleguemos a ser un árbol que crece torcido.

Iglesia Nacional Presbiteriana Berith, boletín Buen Óleo, domingo 10 de febrero, 2008

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