La presencia de Dios – Juan 14:23

Meditación bíblica sobre Juan 14:23 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Los creyentes en Cristo Jesús sabemos que tenemos la presencia de Dios dentro de nosotros gracias a que el Espíritu Santo habita en nosotros, y esa presencia sólo viene a través de la fe en el Señor Jesucristo.

Juan 14:23 nos dice,
«Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.»

Al pensar acerca la presencia de Dios es necesario que vayamos a la Biblia, en donde encontramos la historia narrada en el Antiguo Testamento y las palabras de Jesús registradas en los Evangelios.

Eso haremos brevemente hoy.

El libro de Éxodo nos relata que el pueblo de Israel había pasado más de 400 años en Egipto. Durante ese tiempo habían adoptado, en gran parte, la forma en que los egipcios veían el mundo, su cosmovisión.

Al ser liberados, lo que necesitaban ahora era adorar a Dios y aprender una nueva forma de ver el mundo para poder compartir las bendiciones de Dios con todos los demás pueblos.

Entonces, Dios los puso en un largo proceso de aprendizaje. Tenían que dejar a un lado todo lo que habían aprendido en Egipto y que ya era parte de su forma de vida.

Dios, entonces, les da instrucciones precisas para todo. Especialmente, la construcción de un tabernáculo.
El tabernáculo era el lugar temporal de adoración, una enorme tienda de campaña, símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Servía como santuario donde los israelitas iban a presentar sus oraciones, sus sacrificios y sus alabanzas a Dios.
Y los israelitas lo construyeron según las especificaciones de Dios mientras vagaban por el desierto, y lo usaron hasta que el rey Salomón -muchos años después- construyó un templo.
La palabra tabernáculo es una traducción del hebreo (en hebreo: מִשְׁכָּן‎, Mishkán, que significa «morada».
El propósito del tabernáculo era proporcionar un lugar donde el pueblo aprendiera a adorar apropiadamente a Dios.

Las instrucciones de Dios para establecer el tabernáculo como lugar de adoración se encuentran en Éxodo 25-31.

El tabernáculo tenía 3 partes principales.
El Atrio, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo.

El Atrio

Los sacerdotes sacrificaban animales en el altar del atrio exterior. Allí, cualquiera que entrase, tenia que lavarse en un lavacro, también llamado “mar” (ver 1 Reyes 7:23-28).
El lavacro era una fuente hecha de espejos, que estaba cubierta de bronce. Tenía un pedestal de bronce y estaba colocada entre el santuario o tienda de reunión y el altar para los sacrificios (Éxodo 30:17-21).
Esta fuente contenía agua para que Aarón y sus hijos (los sacerdotes) se lavaran las manos y los pies antes de entrar al Lugar Santo.

Los sacerdotes se lavaban las manos y los pies en la fuente como símbolo de la limpieza necesaria antes de entrar al Lugar Santo.
Juan 3:5: «Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.»

El Lugar Santo

Era el siguiente nivel. Era una habitación dentro del tabernáculo en donde había tres objetos importantes:

1 Estaba la mesa con los panes de la proposición, como recordatorio de la provisión constante de Dios, de su presencia y protección.
La mesa también habla de Jesús, el pan de vida.
Juan 6:35
«Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás»

2 Estaba también el candelero (Menorah) que ardía continuamente.
En Juan 8:12 dice:
«Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.»
La gloria del Señor que trae luz espiritual a nuestras vidas y nos muestra a Jesús Apocalipsis 21:23 dice:
«La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.»

3 También estaba el altar de oro para el incienso era donde el sacerdote presentaba las oraciones del pueblo ante Dios.
Jesús enseñó mucho sobre la oración y nos puso el ejemplo.
Lucas 6:12
“En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios”

El Lugar Santísimo

Más adentro, estaba el Lugar Santísimo, que representaba el salón del trono de Dios en lo más alto del cielo.
Y una vez al año, el sumo sacerdote entraba al Lugar Santísimo como parte de la ceremonia del Día de la Expiación (Levítico 16).
El papel del sacerdote, purificado con agua y vestido con túnicas reales, le recordaba al pueblo de Dios que fue creado a su imagen.
En ningún otro momento nadie podía entrar al Lugar Santísimo, ya que la presencia de Dios habitaba con el Arca del Pacto.

Todo esto, sirvió como modelo del mundo renovado donde Dios vendrá a vivir nuevamente con su pueblo, del cual todos los creyentes formamos parte
Apocalipsis 21:22
«Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.»

Cuando Jesús fue crucificado, el velo entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo en el templo se rasgó de arriba a abajo.
Mateo 27:51 registra así ese hecho:
«Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron»
Así es como Jesús cumplió para siempre los requisitos del sacrificio y nos introdujo a la presencia de Dios.

¿Estás consciente y seguro de la presencia de Dios en tu vida?

Inevitablemente, cada hijo de Dios alguna vez pasa por la sensación de perder la presencia de Dios.

¿Es ése tu caso?
Hablaremos de ello más adelante.

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