Esperanza para los corazones atribulados – Juan 14:1

«No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.»

Al leer este pasaje con atención, nos podemos dar cuenta que esta frase que acabamos de leer, ocurre en el contexto de la última cena de Jesús con sus discípulos y tiene una estrecha conexión con las palabras que Jesús dijo inmediatamente antes, al final del capítulo 13, en donde Jesus anuncia la negación de Pedro.

El relato que hace otro de los evangelistas, Lucas, sobre este mismo evento, deja plasmadas otras palabras del señor Jesús:
Lucas 22:35-38

«Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja, y sin calzado, ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada. Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una. Porque os digo que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y fue contado con los inicuos; porque lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento. Entonces ellos dijeron: Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: Basta»

Posiblemente estas palabras llevaron a los discípulos a una preocupación grande; seguramente se sentían confundidos porque todo esto parecía indicar que las cosas iban a cambiar; pero no precisamente serían más fáciles, sino aún más difíciles. ¿Qué harían si Jesús no iba a continuar con ellos?

Justo antes, en el capítulo 12, al anunciar su muerte Jesús les dijo:
27 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.

Vemos que Jesús mismo se había turbado a medida que se acercaba ese momento, y al ver que la angustia asaltaba a sus discípulos, les infunde calma con estas palabras:

«No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.»

La Biblia no ignora los problemas. Desde el jardín del Edén en Génesis hasta la batalla final del Apocalipsis, los problemas están presentes como parte del escenario.
Incluso ahí, durante la cena de Jesús con sus discípulos, vemos problemas.
Jesús les habla de la traición de Judas y de la negación de Pedro y además les previene diciendo que se preparen para tiempos difíciles.

El cuadro íntimo que Juan pinta de las últimas horas de Jesús con sus discípulos es hermoso en muchos sentidos, pero en el dialogo que tiene Jesús con sus discípulos nos deja ver la situación difícil por la que estaban pasando.

Jesús estaba señalando el problema real de los corazones de los discípulos, y era la falta de una verdadera creencia en Dios; y les oredena ejercer una creencia verdadera y darse cuenta de la presencia del Padre, manifestada en la persona del Hijo.

Ninguno de nosotros pasa por la vida sin encontrar dificultades y dolor.
Puede ser que tu problema sea tan profundo, tu dolor tan profundo, que te parece extremadamente difícil tener esperanza.

Si esto describe tu vida, debes saber que las palabras de Jesús son para ti.

«No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.»

Jesús no está diciendo que simplemente debamos ignorar, negar o minimizar nuestros problemas. No.
Las instrucciones de Jesús son simples: confía en el Padre; confía en mí.

Eso es lo que se necesita. Eso es lo que trae esperanza a un corazón atribulado.

Confía en Aquel que tiene tu futuro.

Los problemas no tienen la última palabra.

Confía en Jesús. Él ha dado su vida para asegurarte un hogar eterno y ofrece esperanza a tu corazón atribulado hoy.

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