Nuestro servicio al Señor (3) – Filipenses 2:3-7

Meditación bíblica sobre Filipenses 2:3-7 por el Hno. Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

La semana pasada hablamos de la importancia de nuestro servicio, el cual no puede ni debe estar por encima de nuestra relación personal con el Señor. Hoy hablaremos de cuál ha de ser la actitud de nuestro corazón cuando servimos, Filipenses 2:3-7 dice

“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;”.

Cuando servimos al Señor después de nuestra relación personal, seguramente lo segundo será la actitud del corazón. Una de las razones por las que se deja de servir, es cuando se recibe alguna ofensa por parte de los hermanos.

En el cuerpo de Cristo, es decir, su Iglesia, al igual que en una familia encontramos que todos son de carácter muy distinto, y en ese ser distintos pueden surgir mal entendidos o conflictos, y en el calor de la discusión se puede llegar a la ofensa.

Recuerda que el servicio a Dios debe brotar de un corazón sin ira ni contienda.

Proverbios 4:23 dice

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”

En nuestro servicio antes que nuestras habilidades, dedicación o esfuerzo, lo más importante es mantener un corazón sano. Así que cuando surgen diferencias, será el momento ideal para manifestar el amor y el perdón. Dos virtudes que brotan de un corazón sano, y de una relación personal con el Señor.

El enemigo siempre buscará cualquier forma de causar daño y división, pues es como aquel ladrón que vino para hurtar, matar, y destruir como dice Jesús en Juan 10.

Ciertamente el enemigo no conoce nuestros pensamientos, solo Dios; pero sí puede poner pensamientos negativos en nuestra mente clavando una espina en nuestro corazón. Este será el momento de echar mano del amor y el perdón que nos enseñó Jesús.

Perdonó aquellos que le clavaron en la cruz, y lo coronaron con espinas, perdonó a quienes le abandonaron, y al que le negó, y todavía más; nos ha perdonado a nosotros.

Al servir al Señor es fundamental que lo hagamos con un corazón sano, mostrando las virtudes que nos enseñó Jesús; amor y perdón. También es importante que meditemos si con nuestro comportamiento nosotros ofendimos algún hermano, entonces, con humildad reconocerlo y pedir perdón.

Así, de este modo, nuestro servicio será agradable a Dios.

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