MIRAR JUNTOS

Los novios pasan un buen tiempo mirándose, es decir, los dos, cada uno, mirando al otro y disfrutando la vista. Todavía me gusta mirar a mi mujer y la veo, de cuando en cuando, mirándome a mí. A veces nos miramos mutuamente y luego nos reímos. De gusto, por supuesto.
Pero, hay algo aún más placentero que mirarnos o contemplarnos mutuamente. Esto es mirar, contemplar o admirar algo juntos. Para los padres, el de contemplar el nuevo bebé, hijo(a) de los dos, tomados de la mano, o abrazados, y nada más admirar esa criatura provoca las más profundas sensaciones de amor entre los dos. Aunque no es la única, ésta es, quizá, una de las experiencias de amor que más resalta, sobre todo por las olas de ternura y cariño que acompañan estos momentos.
Así es el matrimonio. En el matrimonio, la pareja, sin dejar de contemplarse mutuamente, se profundiza y se aumenta su unión mirando juntos a la multitud de vicisitudes que la vida les presenta. Las vicisitudes no siempre son placenteras y positivas, muchas duelen y causan tristeza. Sin embargo, el contemplarlas juntos, este mirar juntos a todas las contingencias, fortalece la unión, la cimienta. Es parte del proceso, que dura por toda la vida, en que los dos sean ya no más dos, sino una sola carne.
Tal vez, las palabras más duras en el matrimonio sean «este es problema tuyo». Suele ser un rechazo de ver el problema juntos y proporciona, de la frecuencia en que se emplee la frase, un factor que va en contra de esta profunda experiencia de pareja que se expresa en las palabras «los dos serán una sola carne». La Biblia nos da a todos (cada uno) el consejo de mirar a Cristo, y de mirar a las cosas de arriba donde está Cristo. Sin duda, es un consejo y una exigencia a cada creyente en particular.
Sin embargo, en el matrimonio tenemos que hacerlo juntos. Juntos contemplamos la voluntad de Dios, para ponerla por obra, juntos. La voluntad de Dios y la voluntad de Cristo no son dos cosas sino una. Ver las cosas juntos nos ayuda a entenderlas. El autor del libro a los Hebreos dice que todavía no vemos ciertas cosas, pero vemos a Aquél… a Jesús (2:9). Si vemos a Jesús, tenemos una comprehensión más basta y más correcta de las cosas. Y si vemos juntos a Cristo, participamos los dos en este conocimiento. Y esto de ver juntos a Cristo, y ver el mundo desde esta óptica, nos ayuda, y hace que el hondo amor del matrimonio lo sea más. Una de las prácticas y hábitos que más nos beneficia en el matrimonio es mirar juntos a Cristo.

Iglesia Nacional Presbiteriana Berith, Boletín Buen Óleo, publicado originalmente el domingo 24 de Abril de 2005.

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