En silencio – Salmo 28

Meditación bíblica sobre Salmo 28 por el Hno. Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Daré lectura a los dos primeros versículos del salmo 28:

A ti clamaré, oh Jehová.
Roca mía, no te desentiendas de mí,
Para que no sea yo, dejándome tú,
Semejante a los que descienden al sepulcro.
Oye la voz de mis ruegos cuando clamo a ti,

Cuando alzo mis manos hacia tu santo templo.

No cabe duda de que hay momentos en donde el silencio resulta de mucha ayuda pues no sirven para pensar y ordenar nuestras ideas, también nos ayuda para escuchar nuestras emociones, incluso escuchar el propio silencio.

Pero, cuando se trata del silencio de Dios, las cosas pueden cambiar.

David, el autor de este salmo se sentía como muerto, cuyo cuerpo estaba en el sepulcro, de ahí que David clamara a Dios que no se hiciera de oídos sordos, claramente podemos notar la desesperación de David que muchas veces es igual a la nuestra.

Sin embargo, nuestro Dios es un Dios vivo que conoce a su pueblo, escucha su clamor y le habla a través de su palabra.

Cuando Dios está en silencio, en alguna situación por la que estamos atravesando es porque Él quiere reforzar alguna área de nuestra vida, mente, corazón, y espíritu. Esto siempre será de gran bendición para nosotros.

En el silencio podremos encontrar en qué hemos fallado, David era un hombre conforme al corazón de Dios, David sabía reconocer cuando hacía lo incorrecto y se humillaba delante de Dios mostrando su arrepentimiento y comenzando nuevamente.

Gracias a Dios por aquel que cada día y cada momento nos redime, nos ayuda a crecer más y nos sostiene para permanecer de pie, y sobre todo porque Él es un Dios fiel que escucha nuestro clamor y oración y que éstas no caen en el silencio vacío, todo lo contrario, llegan al silencio de la presencia de Dios.

Termino con la respuesta de alabanza que da David en el mismo Salmo 28, versículos 6 y 7:

Bendito sea Jehová,
Que oyó la voz de mis ruegos.
Jehová es mi fortaleza y mi escudo;
En él confió mi corazón, y fui ayudado,
Por lo que se gozó mi corazón,
Y con mi cántico le alabaré.

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