Evangelización o Crecimiento de la iglesia
Shakespeare dijo que la rosa de cualquier nombre olía igual. Es cierto que si se llama una cosa por un nombre o por otro no cambia la cosa. Si llamamos al vehículo familiar el coche o el carro, no hay problema de comunicación ni da razón para malentendidos. Pero en otras ocasiones el nombre que ponemos a la cosa, al evento o a la actividad da una perspectiva diferente de esta realidad. Llamar al vehículo una carcacha o una limusina afecta mucho la impresión que se tenga del vehículo.
Así es con los dos términos que sirven de título de este editorial. Son sinónimos, pero afecta nuestra manera de pensar sobre el asunto. La palabra “evangelización», que quiere decir “anunciar las buenas noticias», se usa más en el sentido de persuadir personal e individualmente, con el énfasis en lo individual. No siempre fue así. En la Biblia lo que se evangeliza es el evangelio, no las personas, pero en nuestra cultura el enfoque está en las personas, a tal grado de que a veces se cuestiona la legitimidad de la evangelización.
Crecimiento de la Iglesia pone el énfasis en la Iglesia, donde también la Biblia pone el énfasis. En el libro de los Hechos encontramos muchas frases que dicen que la Iglesia crecía y que muchos fueron añadidos a la Iglesia. En Efesios Pablo dice que Cristo amó a la Iglesia y se dio a si mismo por ella.
Hallamos un énfasis constante en la Iglesia.
Se entiende, por supuesto, que la Iglesia crece por las conversiones individuales. En la Iglesia tenemos que atender a las personas, pero el énfasis debe ser en la Iglesia a fin de que lo pueda hacer. Si usamos la orientación bíblica, evangelizaremos, pero el punto de vista se expresará en la frase «crecimiento de la Iglesia».
Artículo publicado originalmente en : Boletín Buen Óleo, Iglesia Nacional Presbiteriana Berith, domingo 13 de enero del 1991