
La historia de Rut – Parte 3 – Rut 1:22-2:23
Meditación bíblica sobre el libro de Rut por el Hno. Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
La semana pasada hablamos de la forma admirable en la que Ruth confiesa su fe en el Dios vivo y verdadero de Israel, y como Dios, en su gracia y misericordia, nos da el perdón en Jesucristo y nos recibe como parte de la familia de Dios.
Hoy hablaremos del cuidado a las viudas. Para esto daremos lectura a Rut. 1:22 a 2:23. Dice así:
Así volvió Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab, y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.
Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz.
Y Rut la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigas en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Ve, hija mía.
Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec. 4 Y he aquí que Booz vino de Belén, y dijo a los segadores: Jehová sea con vosotros. Y ellos respondieron: Jehová te bendiga. Y Booz dijo a su criado el mayordomo de los segadores: ¿De quién es esta joven?
Y el criado, mayordomo de los segadores, respondió y dijo: Es la joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab; y ha dicho: Te ruego que me dejes recoger y juntar tras los segadores entre las gavillas. Entró, pues, y está desde por la mañana hasta ahora, sin descansar ni aun por un momento.
Entonces Booz dijo a Rut: Oye, hija mía, no vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí; y aquí estarás junto a mis criadas. Mira bien el campo que sieguen, y síguelas; porque yo he mandado a los criados que no te molesten. Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados.
Ella entonces bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera?
Y respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes. Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte.
Y ella dijo: Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado, y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus criadas.
Y Booz le dijo a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y ella se sentó junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que se sació, y le sobró. Luego se levantó para espigar. Y Booz mandó a sus criados, diciendo: Que recoja también espigas entre las gavillas, y no la avergoncéis; y dejaréis también caer para ella algo de los manojos, y lo dejaréis para que lo recoja, y no la reprendáis.
Espigó, pues, en el campo hasta la noche, y desgranó lo que había recogido, y fue como un efa de cebada. Y lo tomó, y se fue a la ciudad; y su suegra vio lo que había recogido. Sacó también luego lo que le había sobrado después de haber quedado saciada, y se lo dio. Y le dijo su suegra: ¿Dónde has espigado hoy? ¿y dónde has trabajado? Bendito sea el que te ha reconocido.
Y contó ella a su suegra con quién había trabajado, y dijo: El nombre del varón con quien hoy he trabajado es Booz. Y dijo Noemí a su nuera: Sea él bendito de Jehová, pues que no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto. Después le dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos. Y Rut la moabita dijo: Además de esto me ha dicho: Júntate con mis criadas, hasta que hayan acabado toda mi siega. Y Noemí respondió a Rut su nuera: Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo. Estuvo, pues, junto con las criadas de Booz espigando, hasta que se acabó la siega de la cebada y la del trigo; y vivía con su suegra.
Hasta ahí la lectura.
El tiempo en el que Noemí volvió era el tiempo de la cosecha. Un tiempo en el que el pueblo expresaba gozo y alabanza a Dios por su bondad y un tiempo de nuevos comienzos como lo fue para estas dos mujeres. Con Dios nunca es tarde para nuevos comienzos. La existencia de la ley sobre espigar era una prueba de la preocupación y generosidad de Dios por los pobres (Levítico 19 del 9 al 10). Y desde luego, para las viudas (Éxodo 22: 22 – 24).
Rut no sólo era pobre, también era viuda y extranjera. Así que no sabía qué esperar. Para ella, recoger espigas fue un acto de completa fe y de confianza en la providencia de Dios. El relato bíblico dice: Y aconteció que aquella parte era de Booz, lo cual no fue una casualidad. Dios guio sus pasos a ese campo. Y luego guio los pasos de Booz al campo, justo al lugar en donde se encontraba Rut. Quién era una pobre viuda y extranjera, pero Dios estaba a punto de cambiar sus circunstancias creando una nueva relación. Como mujer, como viuda y extranjera, no tenía ningún derecho, pero Dios muestra su gracia concediéndonos el favor no merecido y que tampoco podríamos ganar.
Booz es un tipo de Jesús quien toma la iniciativa. Al igual que Rut, el pecador no tiene ningún derecho y se encuentra fuera del pacto de Dios; está arruinado, pero Dios toma la iniciativa y provee de un mediador y un camino para entrar en su familia por medio de la fe en Jesucristo.
En el verso 8 podemos notar que Booz ha tomado la iniciativa pues es quien le habla primero y más adelante en el versículo 11, dice Respondiendo lo que significa literalmente “alzando la voz”. Booz quería que todos escucharan lo que pensaba de ella, y no se avergonzaba de que lo identificara con ella. Rut había confiado en Jehová y le demostró su fe permaneciendo unida a su suegra, y haciéndose parte del pueblo de Israel.
Dios actúa constantemente con nosotros, en nosotros y por nosotros. Cumpliendo su amoroso propósito y quizá lleguemos a tomar decisiones equivocadas y cometamos errores, pero es Dios quien ordena los acontecimientos y guía a sus hijos. Ahora Rut tenía comida para satisfacerse ella y su suegra. Y comida para casi una semana más, y un lugar de descanso para cuando se sintiera cansada por la recolección del grano. Rut por su parte, mostró ser no sólo una mujer trabajadora, también cuidadosa, pues no desperdició nada de lo que Dios le dio. Mientras tanto, en el versículo 20, Noemí ya no expresa su amargura, todo lo contrario, en ella hay una luz de esperanza, ahora bendice a Dios y a su benefactor.
No importa lo difícil que puedan ser nuestras circunstancias. Dios, en su palabra, nos ha dado grandes promesas. De ahí la importancia de leer y conocer su palabra. Regocijándonos en la esperanza. Teniendo la mirada puesta en Jesús, en quien siempre encontraremos total satisfacción.