La bendición del perdón – Salmo 32:1-2

El Salmo 32 es uno de los ocho Salmos de Acción de Gracias. Un Salmo de acción de gracias puede definirse como un canto que ofrece gratitud a Dios porque ha contrarrestado el sufrimiento, la opresión, el pecado u otra amenaza. Los himnos de Acción de Gracias típicamente hablan del amor y la fidelidad continuos de Dios. Sin embargo, el Salmo 32 también tiene otras características que debemos notar. El Salmo 32 es el segundo de los siete Salmos penitenciales: 6, 32, 38, 51, 102, 130 y 143. Otra característica notable del Salmo 32 inicia con el encabezado que dice: “Salmo de David. Masquil.”
El Salmo 32 es el primero de trece salmos que utilizan el término “Masquil” en su título.
Según James Montgomery Boice, la palabra hebrea masquil (מַשְׂכִּיל maskíl) literalmente significa instructivo, en este caso un poema didáctico.
Está lleno de instrucción, reflexión y momentos de meditación, como lo indica el uso de la palabra Selah, tres veces en los once versos de que consta el Salmo. Esta palabra es una marca para indicar una breve pausa para meditar sobre lo leído.

¿Cuál fue la ocasión para escribir el Salmo 32?

El rey David, en el apogeo de su reinado, estaba en Jerusalén. Una tarde vio a una hermosa mujer bañándose. Supo que su nombre era Betsabé, y que era esposa de Urías, un soldado del su ejército que luchaba contra los amonitas. David envió a buscar a Betsabé y cometió adulterio con ella. Más tarde, Betsabé le informó a David que estaba embarazada. Luego, David -siendo rey- hizo todo los arreglos necesarios para que Urías muriera en el frente de batalla. Después de un tiempo adecuado de luto, David se casó con Betsabé.
David trató de engañar a la gente haciéndoles pensar que el niño que iba a nacer era producto de su matrimonio y no de su adulterio. Trató de encubrir su pecado.
“Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová” (2 Samuel 11:27).

Un tiempo después de esto, el Señor envió al profeta Natán para exponer los pecados de David.
David se arrepiente y es perdonado.

El salmo en sí no nos dice la ocasión específica en la vida de David que motivó este canto. En el Salmo 51 – que fue escrito claramente después del pecado de David con Betsabé y contra Urías – David prometió “entonces enseñaré a los transgresores tus caminos (Salmo 51:13), y este salmo puede ser el cumplimiento de esa promesa.

El Salmo 32 no comienza mencionando los pecados del rey David, sino que comienza expresando su alegría porque sus pecados han sido perdonados.
En los versículos 1-2, David dijo: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.”
Aquí es la segunda vez en los Salmos que comienza con la palabra “bienaventurado” la primera vez es en el Salmo 1.
Pero la bienaventuranza del Salmo 32 diferente a la del Salmo 1.
Porque en el Salmo 1 la bendición va dirigida a las personas obedientes, y en el Salmo 32 la bendición es para la personas perdonadas.
David había ocultado sus pecados durante casi un año antes de confesarlos y recibir el perdón de Dios. Pero ahora, habiendo recibido el perdón, David estaba lleno de alegría y a travás de este salmo le hablaba al mundo acerca de la bendición del perdón. La “masquil” o “instructivo” de David se ve inmediatamente en estos dos versículos iniciales. David usó tres palabras para referirse al pecado y tres términos correspondientes a cómo Dios trata el pecado.

La primera palabra para pecado es «transgresión» (פֶּשַׁע pésha), que indica una «violación de una ley, un deber o un principio moral». La “transgresión” no es sólo contra las personas a quienes herimos con nuestro pecado, sino principalmente contra Dios. Es por eso que David le dijo a Dios en Salmo 51:4 “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo ante tus ojos”.

La segunda palabra es חֵטְא kjet «pecado«. En el mundo antiguo, esta palabra se usaba en tiro con arco para describir cuando una persona que disparaba a un objetivo pero cuya flecha no alcanzaba o fallaba por completo.
Bíblicamente, el objetivo es la ley de Dios, y el “pecado” es fallar al blanco o no lograr hacer lo que la ley requiere de nosotros.

La tercera palabra de pecado es “iniquidad” (עָוֺן avón) y significa “corrupto” o “torcido”. Esta palabra se refiere a la corrupción de nuestra naturaleza, a la que llamamos “pecado original”, al hecho de que hemos nacido pecadores.

James Montgomery Boice tiene un resumen de estas tres palabras para pecado, que nos puede servir mucho para entenderlo mejor.

Cito:

El primera palabra (transgresión) describe el pecado en vista de nuestra relación con Dios. Nos muestra como si estuviéramos en rebelión contra él.

La segunda palabra (pecado) describe el pecado en relación con la ley divina. Nos quedamos cortos, no podemos cumplir y somos condenados por ello.

La tercera palabra (iniquidad) describe el pecado en relación con nosotros mismos. Es una corrupción o distorsión de las normas correctas así como de nuestro propio ser. Es decir, en la medida en que nos entregamos al pecado nos convertimos en criaturas retorcidas y corruptas. (James Montgomery Boice, Psalms 1–41: An Expositional Commentary [Grand Rapids, MI: Baker Books, 2005], 278).

Al usar tres téminos diferentes para hablar del pecado, David también usa tres términos correspondientes sobre cómo Dios trata con el pecado que le es confesado.
La primera palabra para describir cómo Dios trata con el pecado que se le ha confesado es “perdonado”, que significa “que nuestros pecados sean quitados”.
Antes de confesar nuestros pecados, los llevamos como una gran carga. Pero cuando confesamos nuestros pecados a Dios, él nos perdona quitándonos la carga del pecado de nuestros hombros. Dios

La segunda palabra para describir cómo Dios trata con el pecado que se le ha confesado es “cubrir”, que significa “ocultar de la vista”. La palabra proviene de las imágenes del día más sagrado del año judío, Yom Kippur (Día de la Expiación). En el Día de la Expiación, el sumo sacerdote llevaba la sangre del cordero que era inmolado al Lugar Santísimo. Ahí es donde estaba el Arca de la Alianza, que representaba la presencia de Dios. El Arca era una caja que contenía la Ley de Dios. Estaba cerrada con una tapa. El sumo sacerdote rociaba la sangre sobre la tapa, “cubriendo” la ley que el pueblo pecador violó para proteger al pueblo del justo juicio de Dios. Entonces, Dios cubre el pecado cuando se lo confesamos y pone nuestro pecado fuera de su vista.

La tercera palabra para describir cómo Dios trata con el pecado que se le confiesa es «no culpa» חָשַׁב kjasháb (tiene en cuenta) לֹא lo (negación), eso significa que «no lo toma en cuenta«.
La idea es que Dios no toma en cuenta nuestros pecados en nuestra contra; él cancela nuestra deuda de pecado.

Entonces, para resumir, voy citar lo que escribe Boice al respecto,

“No hay mayor bienaventuranza que saber que nuestro pecado ha sido perdonado y cubierto por la sangre de Cristo y ya no se cuenta en nuestra contra” (James Montgomery Boice, Salmos 1–41 Un comentario expositivo [Grand Rapids, MI: Baker Books, 2005], 279).

Por cierto, es interesante notar que el apóstol Pablo usó el Salmo 32:1-2 en Romanos 4:6-8 como un ejemplo del Antiguo Testamento para explicar la justificación del pecador por parte de Dios por su gracia mediante la fe.

¿Has confesado tu pecado a Dios?
¿Has experimentado la bendición del perdón de Dios en tu vida?
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