EL MISMO SENTIR

Pablo nos dice (pero, mejor dicho, el Espíritu Santo lo dice): «Haya, pues en vosotros este mismo sentir que hubo también en Cristo Jesús.» Luego, el texto bíblico habla acerca de este «sentir» en Jesús que «no estimó» el ser igual con Dios algo que se pudiera hurtar, aunque no se emplea la palabra «sentir».
Por la palabra «sentir» en nuestras traducciones, solemos pensar que la palabra se refiera a los sentimientos, la sentimentalidad y, por eso, a la vida emocional. Por costumbre dividimos la vida «mental» del ser humano en tres partes: lo intelectual, lo volitivo y lo sentimental o lo emocional. A veces, como por abreviatura, hablamos de la mente, la voluntad y el corazón. Según estas categorías, el sentir está en la tercera categoría, o sea en lo sentimental, lo emocional, o sea, del corazón.
Sin embargo, estas categorías no son bíblicas. Por ejemplo, según la Biblia, pensamos con el corazón y la mente tiene un valor instrumental, es decir, para lograr lo dicho por el corazón. Lo que llamamos la voluntad es otra expresión del corazón. Por otro lado, la palabra usada aquí, en el griego, es fronéoo, y la traducción más usual, de la segunda persona plural, imperativo, sería «pensad» o, en este caso, tened este pensamiento.
En cuanto a Cristo, Él «consideró» o «estimó» que una cosa fuera inferior a otra. La palabra aquí, en griego, es heegéomai, que quiere decir pensar, considerar, o estimar, todas operaciones de la «mente», no del sentimiento. Las dos palabras, en griego -fronéoo y heegéomai- son sinónimas y se refieren a operaciones intelectuales y no a actividades sentimentales.
En este contexto está implícito un sistema de valores, y Pablo recomienda este sistema de valores. Dice una cosa es mejor que otra, y esto de acuerdo con el sistema de valores implícito. Es nuestro sistema de valores que nos dice cuáles cosas valen más que otras.
Pablo dice más o menos lo mismo en su carta a los romanos, en el capítulo 12, versículo 2: «no os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento». La renovación de nuestro entendimiento es precisamente tener el mismo «sentir» que hubo también en Cristo Jesús.
Esto es tener la «mente» de Jesús, el mismo pensamiento de Él. Es estimar o considerar las cosas, pensando con la misma norma, el mismo sistema de valores, que emplea Él. La norma de Jesús no era de ponerse primero, mirar a lo suyo propio, y luego los demás, sino despojarse de lo que tenía -ser igual con Dios- a favor de cumplir, en obediencia, el servicio a los otros. El seguir estas instrucciones es la santificación.

Gerald Nyenhuis H. | Originalmente publicado el 22 de junio de 2014 en| Boletín Buen Óleo

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