
DOBLE VISIÓN
El aniversario trae un punto de vista muy especial. Vemos al porvenir desde la óptica del pasado y vernos al pasado desde el ángulo peculiar del porvenir. Y estamos conscientes de ambos puntos de vista, a la vez. Experimentamos contemplación y anticipación, recordamos y especulamos. Los aniversarios son como el año nuevo: son momentos en que vernos en dos direcciones, atrás y adelante. Son unos momentos de doble visión.
No solamente contemplamos el pasado, donde vemos nuestros errores, deficiencias y desvíos, y los tenemos que corregir. Sí los vamos a corregir, tenernos que hacerlo en el porvenir, ya que no podemos rehacer el pasado. Buscamos lo que queremos continuar y descartamos todo lo que debe ser descontinuado. Esto no lo podemos hacer sin pensar en el porvenir. Tenemos que programar nuestro quehacer, tenemos que planear y marcar los pasos, tener metas específicas y saber cómo medir lo que nos falta para alcanzarlas. Por eso, los aniversarios pueden ser momentos de crisis y de criterio, llenos de nostalgia y satisfacción, pero también de ansia y esperanza. Y nos conviene ser conscientes de todo aquello.
Tenemos que preguntamos, sí sabemos lo que hemos hecho y lo que ha pasado con nosotros ¿qué es lo que hemos de esperar? Sí no tuviéramos la experiencia del pasado, no sabríamos qué esperar. Pero, nosotros sí tenemos experiencia del pasado y por eso tenemos por lo menos una idea de lo que debemos esperar. Podemos esperar que el Dios que ha prometido estar con nosotros, cumplirá con su promesa, tal como hemos visto que lo ha hecho. Este es un factor importante en nuestra planeación.
No queremos quedamos en el pasado. No cabe duda, ha habido muy buenos días en el pasado. Estamos muy agradecidos por ellos. Ahora nos toca pensar en el porvenir. ¿Cómo vamos a ser la iglesia que nuestro pasado nos indica? que podemos hacer ¿Cómo debemos de expresar en nuestras acciones la conducta que tenemos en Dios, Quien nunca nos ha fallado?
Tenemos que pensar creativamente en lo que vamos a ser y en lo que vamos a hacer. ¿Qué vamos a hacer cuando ya no quepa la gente en los dos cultos matutinos? Esto nos puede pasar muy pronto, y todavía no estamos preparados. Si queremos aplicarnos a iniciar nuevas y prósperas misiones, podemos hacerlo, pero todavía no hemos pensado en esta posibilidad. Tenemos muchas personas que necesitan y desean preparación para servir, pero estamos sirviendo a muy pocas de ellas. ¿Qué vamos a hacer con los líderes que en las clases de formación y superación de liderazgo se están formando?
¿Qué tenemos que hacer para que tengamos un liderazgo más eficaz en la iglesia? ¿Qué haremos para tener sociedades más vibrantes, que dejen su efecto en toda la iglesia?
Posiblemente algo en el pasado nos pueda dar la pista acerca de cómo debemos ser y qué debemos hacer, pero es posible también que tengamos que pensar en cosas nuevas, junto con el desarrollo y el crecimiento de lo que tenemos. La verdad es que necesitamos visión, más bien doble visión y fijar nuestra visión tanto en el porvenir como en el pasado. Los aniversarios son momentos de doble visión.
Gerald Nyenhuis H. | Originalmente publicado el 26 de octubre de 2008 en| Boletín Buen Óleo