Señales de Jesús. (7) Jesús resucita a Lázaro – Juan 1:1-57

Meditación bíblica sobre Juan 11:1-57 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Jesús hizo muchos milagros.

El apóstol Juan, al escribir el Evangelio según San Juan, seleccionó sólo siete de estos milagros, y les llamó “señales”, para ayuda con el propósito expreso plasmado en Juan 20:31, que dice: “Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.”

Las siete señales están narradas en la ​​primera mitad del Evangelio de Juan, que trata del ministerio de Jesús.

La séptima señal se encuentra en el capítulo 11. Este capítulo junto con el capítulo12 sirven de transición a la segunda mitad del Evangelio de Juan, que trata de la última semana de la vida de Jesús.

Entonces, la primera mitad del Evangelio de Juan trata del ministerio de Jesús y la segunda mitad trata de la última semana de Jesús.

Hoy, vamos a hablar de la séptima señal de Jesús, la resurrección de Lázaro de entre los muertos.

Esta señal en Juan 11 nos enseña que Jesús es el Hijo de Dios que gobierna sobre la muerte y da vida a los muertos espiritualmente.

Vamos a revisar esta séptima señal poniendo especial atención en la perspectiva de cada uno de los participantes.

¿Quiénes son los participantes en este relato? las hermanas de Lázaro Marta y María, la multitud, los líderes religiosos como en todos los milagros de Jesús, Lázaro mismo, y desde luego Jesús, que es quien realiza esa señal.

Las hermanas de Lázaro

Primero, veamos la señal desde la perspectiva de las hermanas de Lázaro

Marta, María y Lázaro vivían en Betania, que era un pueblo a menos de 3 kilómetros de Jerusalén.

Jesús amaba a esta familia y a menudo se quedaba con ellos cuando asistía a las fiestas anuales en Jerusalén.

Un día, Lázaro enfermó gravemente mientras Jesús estaba en otra ciudad.

El versículo 3 nos dice lo que hicieron las hermanas de Lázaro:

“Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo.” (11:3).

Juan señaló en el versículo 5:

“Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro.”

 Así que Jesús amaba profundamente a los tres hermanos.

Cuando Jesús escuchó que Lázaro estaba enfermo, esperaríamos que debido a su amor por ellos, inmediatamente dejara todo y se dirigiera directamente a Betania.

Pero Jesús no hizo eso. Veamos la respuesta de Jesús en el ver. 4:

“Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.”

La enfermedad de Lázaro sí lo llevó a la muerte, pero Jesús sabía que Lázaro iba a morir y que él lo resucitaría.

Además, les dice claramente por qué habría de pasar eso: “la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”.

Así que, en lugar de apresurarse a regresar a Betania, en el ver. 6 no dice que “Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.”

Y hasta ese momento Jesús emprende su regreso a Betania, dice en el ver. 7: “Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez.”

En el versículo 17, Juan nos dice: “Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.”

¿Por qué mencionó Juan que Lázaro había estado en la tumba durante cuatro días?

En aquellos días, una persona era enterrada normalmente el día de su muerte. Por lo tanto, Lázaro había estado muerto durante cuatro días.

El comentario de Andreas J. Köstenberger, John, Baker Exegetical Commentary on the New Testament [Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2004], 333). Dice lo siguiente:

“Fuentes judías posteriores dan fe de la creencia rabínica de que la muerte era irrevocable tres días después de que una persona había muerto”

Es decir, a los 4 días e declaraba oficialmente muerto, así que nadie podía argumentar que Lázaro no estaba muerto.

Cuando Jesús llegó a Betania, Marta salió a recibirlo. María se quedó en la casa.

Cuando Marta vio a Jesús, le dijo: “Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.” (11:21).

Marta regresó a la casa y le dijo a María que Jesús quería verla.

Curiosamente, cuando María vio a Jesús, le dijo a Jesús lo mismo que Marta le había dicho a Jesús:

“María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.” (11:32).

Con esto, no estaban reprendiendo a Jesús, sino que expresaban, en su dolor, la convicción de que Jesús tenía el poder de sanar.

Notemos en el relato cómo Jesús trató a cada una de ellas de forma diferente.

En ver. 23 vemos lo que le dijo a Marta: “Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.”

En el ver. 24 vemos la respuesta de Marta:

“Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”  Ella estaba pensando en la resurrección futura.

Vemos la respuesta de Jesús en los siguientes dos versos

“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (11:25-26).

Jesús estaba afirmando que él era Dios.

Y ella así lo entendió, veamos su respuesta:

“Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.” (11:27).

Así que Jesús se mostró como Dios a Marta.

Ahora, ¿cómo fue la conversación de Jesús con María’

Cuando María fue a Jesús, Juan escribió en el versículo 33:

“Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió”.

María estaba llorando cuando fue a Jesús.

Entonces Jesús preguntó dónde habían puesto a Lázaro. Los judíos le mostraron a Jesús la tumba donde yacía Lázaro.

Luego, Juan escribió en el versículo 35: “Jesús lloró”.

Jesús, en realidad, no abrió una conversación, sino que comprendiendo su dolor. Lloró con ella. Jesús se mostró como hombre a María.

Marta vio la deidad de Jesús y María vio la humanidad de Jesús.

La gente

En segundo lugar, veamos la señal desde la perspectiva de la multitud.

Juan no nos dijo cuántos judíos habían venido a Marta y María para consolarlas por su hermano Lázaro. Pero había gente ahí.

Lo más probable es que Lázaro fuera enterrado en una tumba tipo cueva. Lo habrían cubierto con algunas tiras de lino y un paño y lo habrían colocado en el suelo o sobre una losa dentro de la cueva.

Muchas docenas de judíos estaban fuera de la tumba de Lázaro cuando Jesús gritó a gran voz: “Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!”

Sorprendentemente, Juan registró en el versículo 44:

Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

Jesús había resucitado antes a dos personas muertas. Uno era el hijo de la viuda de Naín (Lucas 7:11-17) y el otro era la hija de Jairo (Lucas 8:40-56). En ambos casos, Jesús los resucitó el mismo día que cada uno murió.

Pero Lázaro ya llevaba cuatro días muerto. Veamos el ver. 39

“Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.”

Sin embargo, después de que Jesús dijo, “Lázaro, sal fuera”, Lázaro salió de la tumba.

Nadie en la multitud esperaba que esto sucediera.

Pero, leemos en el versículo 45: “Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.”.

Una parte de la multitud creyó en Jesús.

Y luego, en el versículo 46: “Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.”

La otra parte de la multitud no creyó en Jesús, y fue a acusarlo.

Los líderes religiosos

En tercer lugar, veamos la señal desde la perspectiva de los líderes religiosos.

Los que no creyeron, aun sin querer dieron testimonio de la señal de Jesús. Les dijeron a los líderes religiosos lo que Jesús había hecho al resucitar a Lázaro de entre los muertos.

La señal de Jesús de resucitar a Lázaro de entre los muertos hizo que los líderes religiosos se reunieran para tratar de averiguar qué hacer con Jesús.

Leemos en los ver. 47-48

“Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales.Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación.”

Tenían miedo de que los romanos intervinieran y les quitaran la poca autonomía que tenían. Estaban discutiendo esto de ida y vuelta entre ellos. Continuamos la lectura:

“Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.”

Así que Caifás convenció a los líderes religiosos de que Jesús debía morir.

Una semana después, los líderes religiosos convencieron a los romanos de que crucificaran a Jesús.

Lázaro

En cuarto lugar, veamos la señal desde la perspectiva de Lázaro.

Simplemente, para nuestra sorpresa, Juan no registra lo que Lázaro pensó o sintió.

Nos gustaría saber cómo es estar muerto durante cuatro días. ¿Adónde fue? ¿Qué vio?

Pero no dice una palabra al respecto.

Sólo dice en el verso 44:

“Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.”

No nos dice más, porque la señal no apuntaba hacia, él sino a Jesús.

Y es a Jesús a quien nos dirigimos a continuación.

Jesús

Finalmente, veamos la señal desde la perspectiva de Jesús.

Cuatro días después de la muerte de Lázaro, Jesús llegó de nuevo a Betania.

Vio a las hermanas afligidas. Vio a las multitudes afligidas.

Juan registró en el versículo 33 “Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió,”

Entonces Jesús preguntó dónde estaba la tumba de Lázaro, y se la mostraron. Jesús entonces lloró.

Los judíos dijeron: “Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.”

En el versículo 38, leemos:

“Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.”

En los versículos 33 y 38, Juan usa la expresión “profundamente conmovido”.

La dificultad con esa traducción es que no capta completamente la palabra griega, que es ἐμβριμάομαι embrimáomai.

Según el diccionario Stron, significa “tener indignación por, es decir (transitivo) culpar, (intransitivo) suspirar con disgusto, (específicamente) encargar rigurosamente” (Diccionario Strong).

La Nueva traducción Viviente traduce el versículo 38 así: Jesús todavía estaba enojado cuando llegó a la tumba, una cueva con una piedra que tapaba la entrada”

El dolor de Jesús fue reemplazado por su profunda ira.

Jesús estaba de pie en presencia de la muerte. La muerte es el gran enemigo. Estaba enojado porque la muerte era el resultado del pecado.

Estaba a punto de luchar contra el poderoso enemigo llamado muerte.

¿Quién ganaría esta batalla?

Jesús, lleno de ira, gritó a gran voz: «¡Lázaro, sal fuera!»

Y Lázaro salió.

Conclusión

La séptima señal en Juan 11:1-57 nos enseña que Jesús es el Hijo de Dios que reina sobre la muerte y da vida a los espiritualmente muertos.

Jesús pudo obtener la victoria sobre la muerte porque sólo días después sería asesinado y puesto en una tumba.

Tres días después, el Padre de Jesús lo resucitó.

Y debido a la resurrección de Jesús de entre los muertos, tenemos confianza en que Jesús puede dar vida a los espiritualmente muertos.

¿Cómo recibes vida espiritual?

Recibes vida espiritual al creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que al creer puedes tener vida en su nombre. Amén.

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