LA NAVIDAD: ESPERANZA PARA LA TERCERA EDAD
Aunque muchos piensan que la Navidad es para niños, la verdad es que en la larga historia de la «pre-navidad» personas de la tercera edad jugaron un papel relevante. Es posible que Dios lo hiciera así para hacernos entender que la Navidad es obra de Él, y no de las personas que nosotros hubiéramos designado para este trabajo.
Recordamos la historia de Abraham y Saraí. Cuando Dios les dio a su hijo ya era de edad avanzada. Esta no es solamente una historia interesante; Abraham y Saraí son de la pre-historia del Mesías cuyo nacimiento celebramos en la Navidad. Abraham es el tatara-abuelisimo de Jesús de Nazaret. Con el nacimiento de Isaac, el hijo que nació cuando sus padres tenían sus noventa años, Dios ya estaba desarrollando el proyecto que llamamos la Navidad. Llamó la atención sobre el hecho de que El, el Dios del pacto, Jehová es el que les dio el hijo a Abraham y a Saraí. Y esto era como dos milenios antes del nacimiento de Jesucristo.
El conocimiento que tenían estos dos, Abraham y Saraí, sobre la Navidad no era muy preciso, ni sabían mucho más que lo que estaba pasando, estaba en el camino de la bendición que, por medio de este nacimiento, era para todas las naciones. El mundo tenía que esperar unos dos mil años todavía para la Navidad, pero estas dos personas de la tercera edad, ya la celebraban (sin saberlo, por supuesto) ya sabían del Dios que cumple con sus promesas. (Leer Génesis 18:10-15; 21:1-7.)
Otros actores en este drama, el que llamamos la Navidad, son Zacarías y Elizabet. Lucas, en su Evangelio, nos reporta que no tenían hijos, porque Elizabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada (Lucas 1:7). Zacarías era sacerdote y en la función de su oficio le habló un ángel para decirle que iba a ser padre. Zacarías no podía creer, aunque fuera mensaje del ángel, y dijo «¿En qué conoceré esto? Porque soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada (v.18). Por esto quedo mudo y no podía hablar. Pero, «después de estos días concibió su mujer» (v.24). Nació el niño. Lo conocemos como Juan el Bautista, a quien le tocó presentar públicamente al Mesías en un ministerio que giraba alrededor de esta tarea.
Dos adultos más, de la tercera edad, jugaron un papel en este drama. Son Simeón y Ana. No hay parentesco entre ellos, y no llegaron a ser padres a una edad avanzada. Pero a una edad avanzada ellos dos también experimentaron el gozo de una promesa cumplida. Estuvieron en el templo cuando fue presentado el niño Jesús, y cada uno podía decir (en palabras de Simeón) «han visto mis ojos tu salvación» (2:30). Glorificaba a Dios, dándole las gracias. La Navidad no es felicidad y gozo solamente para los niños, es también una verdadera esperanza para los de la tercera edad.
Gerald Nyenhuis H. | Originalmente publicado en| Boletín Buen Óleo el 2 de diciembre de 2007
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