Malas noticias y buenas noticias – Romanos 1:1-6
Meditación bíblica sobre Romanos 1:1-6 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Si vemos cualquier periódico o escuchamos las noticias en televisión o radio, nos damos cuenta de que la mayoría de las noticias son malas y parecen ir empeorando.
Lo que está sucediendo a escala nacional y mundial es simplemente la amplificación de lo que está sucediendo a nivel individual en el corazón de las personas.
Las personas están en las garras de un poder que las tiene sujetas en lo más profundo de su ser. Y ese poder, si no se controla, empuja a las personas a la autodestrucción de una forma u otra.
Ese poder es el pecado.
Desde donde se le vea, el pecado es una mala noticia.
Y el pecado tiene consecuencias que inevitablemente llevan a la miseria y al dolor.
(1) El pecado tiene el egoísmo en su corazón
El elemento básico de la naturaleza humana caída es la exaltación del yo, el ego.
Cuando Satanás cayó, estaba afirmando su propia voluntad por encima de la voluntad de Dios. En Isaías 14:13-14, un pasaje que habla de la caída de Satanás:
“Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo”
Cuando Adán y Eva creyeron en su propia comprensión del bien y del mal por encima de la clara instrucción de Dios, cayeron en pecado (Génesis 2:16-17; 3:1-7).
Por naturaleza, cada persona es egocéntrica e inclinada a salirse con la suya. Llevará su egoísmo hasta donde las circunstancias y la tolerancia de la sociedad se lo permitan. Cuando la voluntad propia de una persona es desenfrenada, consume todo y a todos a su alrededor en una búsqueda insaciable de complacerse a sí misma.
Constantemente oímos que cuando los amigos, compañeros, colegas o cónyuge dejan de proporcionar lo que uno quiere, entonces hay que descartarlos, deshacerse de ellos.
Esta forma de pensar en nuestro mundo ha dado tanta importancia a la autoestima y la voluntad propia que prácticamente cada deseo ha llegado a considerarse un derecho.
Cada objeto, cada idea, cada circunstancia y cada persona se ven a la luz de lo que pueden contribuir a los propios propósitos y bienestar.
El afán de riquezas, posesiones, fama, dominio, popularidad y satisfacción física lleva a las personas a pervertir todo lo que poseen y a todos los que conocen.
El trabajo se ha convertido en nada más que un mal necesario para financiar los propios caprichos.
Una persona sumida en la voluntad propia y la autorrealización se vuelve cada vez menos capaz de amar, porque a medida que su deseo de poseer crece y su deseo de dar se debilita más y más.
La codicia aleja progresivamente a la persona de todos los demás, incluso de los más cercanos y queridos. El resultado final es la soledad y la desesperación.
(2) El pecado produce culpa
Ésta es otra mala noticia. Quizá podemos, muy convincentemente, tratar de justificar el egoísmo, pero eso no puede evitar generar culpa.
Al igual que el dolor físico, la culpa es una advertencia dada por Dios de que algo está mal y necesita ser corregido. Cuando la culpa se ignora o se suprime, continúa creciendo e intensificándose, y con ella vienen la ansiedad, el miedo, el insomnio y un sinnúmero de otras aflicciones espirituales y físicas.
Muchas personas intentan superar esas aflicciones enmascarándolas con posesiones, dinero, alcohol, drogas, sexo, viajes y psicoanálisis.
Tratan de aliviar su culpa culpando a la sociedad, a los padres, a una infancia desfavorecida, al medio ambiente, a los códigos morales restrictivos e incluso a Dios mismo. Pero la idea irresponsable de culpar a otras personas y cosas sólo agrava la culpa y aumenta las aflicciones que la acompañan.
(3) El pecado produce falta de sentido
Una persona autocomplaciente no tiene sentido ni propósito. La vida se convierte en un ciclo interminable de tratar de llenar un vacío que no se puede llenar. El resultado es futilidad y desesperación.
Una persona autocomplaciente no encuentra respuestas a preguntas como ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es el significado de la vida? ¿Qué es la verdad? Al tratar de encontrar respuesta, lo único que descubre son las mentiras del sistema mundial actual. Vean lo que dice Juan 8:44
44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
(4) El pecado produce desesperanza
Cuando hay falta de sentido lo que viene es la desesperanza. Una persona egoísta y consumista pierde la esperanza, tanto en esta vida como en la próxima. Aunque lo niegue, siente que ni siquiera la muerte es el fin, y para el pecador desesperanzado la muerte se convierte, por lo tanto, en la peor noticia.
Millones de bebés nacen cada día en un mundo lleno de malas noticias. Y debido al egoísmo desmedido que permea la sociedad moderna, a millones de otros bebés no se les permite entrar al mundo. Esa tragedia por sí sola ha empeorado enormemente las malas noticias del mundo moderno.
Las pequeñas noticias aparentemente buenas a menudo son apenas un breve respiro de las malas, y a veces incluso lo que parecen buenas noticias solo enmascaran un mal.
¡Pero si hay buenas noticias!
La esencia de la carta de Pablo a los romanos es que hay buenas noticias que son verdaderamente buenas. Creo que la mayoría de ustedes ya sabe que la palabra griega para evangelio significa “buenas noticias”.
Pablo proclamó la buena noticia de que en Cristo Jesús el pecado puede ser perdonado, el egoísmo puede ser vencido, la culpa puede ser eliminada, la ansiedad puede ser aliviada, y la vida puede tener un significado y una esperanza que perdurarán por toda la eternidad. ¡Esas son buenas noticias!
En los primeros seis versículos de su carta a los Romanos, que es una carta sobre la buena noticia de Dios, Pablo da un resumen del evangelio.
Con eso en mente, leamos Romanos 1:1-6:
1 Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, 2 que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, 3 acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, 4 que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, 5 y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; 6 entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo;
Podemos notar que Pablo se presenta diciendo que es un siervo de Cristo, llamado y apartado.
Este pasaje también refleja una verdad más profunda sobre nuestras vidas. Cada uno de nosotros, como Pablo, ha sido llamado para un propósito que va mucho más allá de lo que hacemos rutinariamente día a día. Como cristianos, hemos sido llamados a una historia que abarca la eternidad, una historia de redención y gracia.
Las palabras de Pablo nos recuerdan que nuestra verdadera identidad y propósito, dice que somos «llamados a ser de Jesucristo».
Esta es la buena noticia.