La venganza – Jueces 14:14
Meditación bíblica sobre Jueces 14:14 por el Hno. Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
La semana pasada hablamos acerca de que Dios tiene instrucciones claras para todo creyente, y como Dios en su sabiduría, amor y gracia, Él puede encauzar para bien aún nuestras malas decisiones.
Hoy hablaremos de como Sansón no supo mantener en secreto la respuesta a un acertijo, lo que derivó en la traición de su esposa y la venganza de Sansón.
Jueces 14:14 dice:
“Entonces les dijo: Del devorador salió comida, Y del fuerte salió dulzura. Y ellos no pudieron declararle el enigma en tres días.”
Como mencionamos la semana pasada, Sansón primeramente se vio atrapado por la mujer filistea, después fue controlado por ella, pues aquel acertijo ni a sus padres reveló, más a ella sí, y finalmente fue traicionado por ella, pues ella, su esposa, reveló la respuesta del acertijo a los filisteos.
Sansón podría haberse negado a pagar la recompensa, pues ellos habían jugado sucio, accedió a cumplir su palabra, pero lo hizo pensando en cómo vengarse de ellos. Así Sansón se vengó matando a 30 de ellos, ellos se vengaron dando a la esposa de Sansón a otro hombre, alguien que él había tratado como amigo, Sansón entonces se vengó quemando sus campos y ellos se vengaron quemando a su exesposa y Sansón se vengó dando muerte a mil filisteos con la quijada de un burro (Jueces 14 y 15).
Merece la pena mencionar que Dios usó las acciones de Sansón para hostigar a los filisteos, y prepararlos para la segura derrota que vendría sobre ellos unos años más tarde; sin embargo, como podemos ver, la violencia genera violencia, y como podemos notar en esta historia, la venganza no logra algo mejor, todo lo contrario, destruye, nunca se queda conforme y se multiplica el dolor; personas heridas buscan como herir a otras.
¿Estás molesto con alguien que te ha lastimado y quieres hacerle lo mismo? Sansón decía “Yo les he hecho como ellos me hicieron” – Jueces 15:11.
La respuesta que Dios nos da ante todo esto la encontramos en Romanos 12:17,19,21 que dice:
“No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres.”
“No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.”
“No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.”
Como ya dijimos, la venganza jamás cura la herida original, Jesús podría haber respondido con represalias cuando fue torturado antes de ser crucificado, y Jesús oró al padre diciendo “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:4).
La venganza termina cuando la llevamos a los pies del señor Jesús, y es allí donde encontramos la paz, pues las personas que han sido perdonadas en Cristo perdonan.
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