ENTREGADOS A LA INMUNDICIA – Romanos 1:24-25

Descubre cómo la Biblia nos enseña sobre el juicio justo de Dios

Este es el segundo de los 4 videos dedicados a revisar el pasaje que encontramos en la Epístola a los Romanos 1:18-32.

Este pasaje describe el juicio de Dios contra la supresión de la verdad, la idolatría y la inmoralidad de la humanidad.

En la parte de abajo pueden leer el pasaje completo, yo voy a ir leyendo porciones del texto mientras exploramos el tema.

Romanos 1:18 sirve como el versículo fundamental en el que se acusa a todas las personas de estar bajo pecado:

18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; 

En este texto, se señala a las personas por su impiedad e injusticia.

Impiedad e injusticia (maldad)

«Impiedad» es un término que se entiende mejor a través de la idolatría que se menciona en Romanos 1:21-23,

 21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 22 Profesando ser sabios, se hicieron necios, 23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

Por otro lado, «maldad» (injusticia) se define de manera más clara a través de la inmoralidad que describe Romanos 1:24-32, la sección que estamos estudiando hoy.

El versículo 24 dice:

24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 

La expresión «por lo cual» aquí, vincula lo que dirá a continuación con  el contexto anterior.

A la luz de la rebelión a la que se hace referencia en Romanos 1:18-23, vemos que se llega a la conclusión de que se trata de un juicio. El pecado trae justicia, lo cual se expresa claramente en Romanos 1:24-32.

Veamos los versículos 24 y 25,

24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Aquí, el apóstol Pablo señala que, dado que las personas no honraron a Dios como Dios (cambiando la verdad de Dios por una mentira y adorando a la creación en lugar del Creador), Dios las entregó a deseos pecaminosos, lo que llevó a la degradación de sus cuerpos entre ellos.

Esto nos lleva directamente al tema central del pasaje y al juicio de Dios, que se expresa a través del uso reiterado del término «parédoken», que significa «los entregó«.

Esta repetición actúa como un estribillo y, por ello, llama la atención y para algunos puede resultar inquietante.

Ha habido un considerable debate sobre su significado, y ahora vamos a explorar tres de los puntos de vista principales respecto al acto de Dios de entregar a las personas al pecado.

1 Sentido PERMISIVO

Una de las interpretaciones más sobresalientes, que se remonta a la época de Orígenes y Crisóstomo, es que el término se entiende en un sentido permisivo. Según esta perspectiva, Dios permitió que los hombres experimentaran las consecuencias retributivas (es, decir: como pago) de su infidelidad y apostasía.

Sin embargo, vemos que en el griego usa los que se le llama “voz activa” del verbo. La “voz activa” se utiliza cuando el sujeto de la oración es quien ejecuta la acción descrita en el verbo. Eso contradice esta interpretación.

El uso de la “voz activa” no indica que Dios simplemente permitió que las personas rebeldes cayeran en deseos pecaminosos; más bien, Dios activamente, aunque justamente a la luz de su pecado, las condenó a las consecuencias de sus acciones. Esencialmente, el juicio divino establece que el pecado es castigado con más pecado.

2 Sentido PRIVADO

Otra interpretación popular, que ganó fuerza después de Agustín de Hipona (en el siglo V), sugiere un sentido privado del término. Desde esta perspectiva, se considera que Dios retira un aspecto de su gracia común que restringía a los hombres del mal.

El teólogo suizo Frédéric Louis Godet (del siglo XVIII) expresa esta idea de la siguiente forma:

«¿En qué consistió la acción de Dios?  La respuesta es que positivamente retiró su mano; dejó de sostener la barca mientras era arrastrada por la corriente del río».

Sin embargo, esta perspectiva es esencialmente equivalente a la interpretación permisiva.

El lenguaje de Pablo es más contundente; la expresión «Dios los entregó. . . « describe un acto judicial o «abandono judicial». Se debe subrayar la naturaleza activa del verbo.

3 Sentido JUDICIAL

Es fundamental entender que “los entregó” debe interpretarse en un sentido judicial. Esto no implica simplemente que Dios retiró su providencia restrictiva y su gracia común; más bien, significa que Él entregó activamente a las personas al juicio.

Este juicio provoca que haya una inclinación más intensa y agravada hacia las lujuria en sus corazones, resultando en un precio mayor correspondientemente en pago  a sus acciones.

El uso de este término en esta carta (ver también Romanos 4:25; 6:17) y en otras cartas paulinas (por ejemplo, 1 Corintios 5:5; 1 Timoteo 1:20) también son consistentes con esta interpretación.

La misma forma verbal “parédoken” ocurre en Efesios 4:19, que dice lo siguiente:

Lo que nos recuerda que la imposición de justicia punitiva (castigo justo) por parte de Dios no interfiere con el libre albedrío y la responsabilidad del ser humano.

En este contexto, Pablo escribe acerca de los gentiles:

“los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron (parédokan – παρέδωκαν) a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza”.

Incluso en medio de la acción retributiva de Dios, no hay coerción involucrada; Dios no tienta ni obliga a nadie a hacer el mal.

Cada individuo siendo responsable de sus decisiones, que pueden entenderse como una entrega a los deseos pecaminosos mientras Dios le permite enfrentar el juicio por sus pecados.

Ver los demás videos de esta Serie:

La ira de Dios contra la rebelión de la humanidad

Romanos 1:18-32

18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; 19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. 20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. 21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 22 Profesando ser sabios, se hicieron necios, 23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, 27 y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.

28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; 29 estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; 30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, 31 necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; 32 quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

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