NUESTRO RECTO Y JUSTO DIOS
Sin importar la cultura, país o circunstancia donde vivamos todos tenemos conocimiento de qué es lo justo, lo correcto. Es un aspecto de la imagen de Dios en nosotros; sin embargo, el pecado también ha viciado y pervertido esta conciencia y no reflejamos con fidelidad el carácter justo de Dios.
En contraste, Dios sigue siendo justo y recto en todo su ser. Conocerle así es fundamental para nosotros, pues en el grado en que comprendamos que Dios es justo y que no se equivoca, podremos confiar más y más en El; en esa medida nuestra fe y nuestra vida podrán descansar en Dios.
Muchas personas que no conocen al Señor no lo ven así y le cuestionan y acusan de injusticia ante las desgracias y problemas de la vida, pues piensan que los hombres somos buenos y merecedores de toda bendición. Olvidan que la Biblia nos describe como rebeldes pecadores injustos y que la paga del pecado es muerte. Necesitamos atender a la Biblia para conocer nuestra realidad y la perfecta justicia de Dios.
La Revelación da amplio testimonio de la justicia de Dios: «Jehová es justo y ama la justicia; el hombre recto mirará su rostro.» (Salmo 11:4). Su carácter justo se manifiesta en su ley: «La ley de Jehová es perfecta, sus mandamientos rectos, su precepto es puro, los juicios de Jehová son verdad.» (Sal 19:7-10). Todas las obras de Jehová, en la Creación y en todo lo que hace, son espléndidas y majestuosas (Sal 111:2,3). «Justo eres tú, oh Jehová, y rectos tus juicios. Tus testimonios, que has recomendado, son rectos y muy fieles.» (Sal 119:137,138)
Hay cuando menos tres cosas que debemos tener presentes al considerar la justicia y rectitud de nuestro Dios: La primera es que Dios es intrínsecamente justo, es parte de su naturaleza, nunca se equivoca y por lo tanto podemos confiar plenamente en Él Nosotros tratamos e intentamos hacer lo correcto con la mejor intención, pero ¡cuántas veces erramos! Pero Dios nunca falla en sus juicios ni en sus obras.
En segundo lugar, y aunque en ocasiones nos cueste trabajo entenderlo o aceptarlo, Su palabra y sus caminos son perfectamente confiables. Podemos sin duda alguna entregarnos a ellos, aunque no siempre los comprendamos. En caso de prueba, no dudes en confiar en Su justicia y sabiduría. Dios tiene razones y bendiciones que en ciertos momentos no podemos ver.
En tercer término, recuerda que Dios mismo ha abierto para nosotros las puertas de su justicia: «Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por lo injustos, para llevarnos a Dios.» (I Pd. 3:18)
IGLESIA NACIONAL PRESBITERIANA BERITH, BOLETIN BUEN ÓLEO, DOMINGO 30 MARZO DE 2025