La fe del centurión – Mateo 8:5-13
Meditación bíblica sobre Mateo 8:5-13 por Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Hoy meditaremos sobre el centurión que intercede por uno de sus criados.
Iniciaremos dando lectura a Mateo 8:5-13:
“Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora. y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.”
En este relato lo primero que llama nuestra atención es que sea un oficial del ejército romano quien venga a Jesús, un centurión, y un elevado sentido del deber (no suele ser así hoy día como pensamos de algún oficial; tristemente es común pensar en corrupción, extorsión, abuso, etcétera, antes que en protección.)
En este relato veremos que hay contrastes pero también paralelismo. El centurión es un soldado, un hombre de guerra, Jesús un hombre de paz.
También el centurión era gentil y Jesús judío, y como gentil: un trasfondo pagano. Sin embargo, había algo a su favor: tenía una gran fe que lo llevó a Jesús para rogarle por la salud de su criado, lo que también demuestra que no era insensible ante el dolor de su criado; él también estaba angustiado.
Asimismo es interesante notar que el centurión, a pesar de su posición de autoridad, él no se envanece, todo lo contrario, no se considera digno de que Jesús entre bajo su techo.
Y en el relato de Lucas 7:1-10, dice que “ni siquiera él se considera digno de ir ante Jesús”
Pero él comprende algo, este centurión ve un paralelismo en la manera en la que él ordena a sus soldados y la manera en que Jesús ordena a las enfermedades. Así, tanto el centurión como Jesús están bajo autoridad y podían ejercer autoridad. Tenían este derecho, sólo debía de decir la palabra y sería hecho. Ante tremenda fe, Jesús quedó maravillado.
En este relato podemos notar que el centurión mostró su amor y compromiso con la gente que tenía a su cargo, a pesar de ser considerados socialmente inferiores; pues recordemos que un criado era un esclavo, considerado sólo como una herramienta de trabajo.
Además, el centurión reconoció no ser digno para estar delante de Jesús y, asimismo, reconoció el poder y la autoridad de Jesús, y los demás pudieron ver que el favor de Dios no estaba limitado sólo al pueblo de Israel.
El reino de Dios no se limita a un pueblo excluyente, alcanzando a los gentiles.
Y, finalmente, el criado fue sanado a distancia, en esa misma hora.