ANDAR
En Gálatas 5:16, Pablo nos manda: «Andad en el Espíritu». Repite la sugerencia en una forma un poco diferente en el versículo 25, pero con la misma insistencia. Dice: «Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu».
Ahora bien, la palabra «andar» nunca nos deja pensar en la pasividad. El andar siempre es una actividad. “Andar en el Espíritu» no es una pasividad; sino ha de ser una actividad. El andar en el Espíritu no es ser llevado o cargado; más bien es una actividad: el andar no nos deja pensar que «andar en el Espíritu» sea no hacer nada. «Andar en el Espíritu» es algo que hemos de hacer. «Andar en el Espíritu» ha de ocuparnos. «Andar en el Espíritu es algo que tenemos que hacer.
Sabemos que el andar es ponerse sobre los dos pies y movernos alternando sucesivamente el movimiento de los dos pies y así avanzamos. Es algo que aprendemos hacer más o menos al tiempo que cumplimos nuestro primer año. Sin embargo, no siempre usamos la palabra «andar» en este sentido, aunque este sentido esté en el trasfondo de los otros sentidos. El «andar» es mucho más que simplemente eso. Sabemos que andar tiene muchos sentidos metafóricos y analógicos, que se derivan del sentido literal, pero que se refieren al comportamiento y/o actividad. En muchas ocasiones la frase se refiere a la conducta en la vida.
Usamos la frase en este sentido cuando decimos de una persona que anda bien o que anda mal, especialmente cuando anda mal. Aplicamos la frase aun al coche cuando necesita afinación. Cuando un aparato (o persona) no se porta como esperamos que lo haga, decimos que anda mal. Cuando se trata de personas, nuestro comentario suele tener connotaciones éticas, debido a que nos referimos a su comportamiento o conducta moral.
Decimos que alguien anda bien cuando progresa. Cuando uno sigue las instrucciones, y cuando avanza en su camino acercándose a la meta, decimos que anda bien. Utilizamos esta táctica para motivar a los niños. Les decimos que andan bien, nada más hay que seguir.
Pablo dice (en el v. 18) que somos guiados por el Espíritu. Las instrucciones del camino vienen de Él. Cuando seguimos las direcciones que Él nos da, entonces andamos en el Espíritu». El esfuerzo de andar y la actividad es de nosotros, pero la dirección, las instrucciones, la motivación y el impulso vienen del Espíritu.
El Espíritu obra por medio de la Palabra. Es Él quien nos ha dado la Palabra. Escuchar la Palabra es escucharle a Él. La voz del Espíritu se oye en la Palabra. Leer la Palabra es de suma importancia para andar en el Espíritu. Sin la Palabra no es posible «andar en el Espíritu». También es importante estar presente donde la Palabra se comenta, se estudia, se enseña, y donde es tema de conversación y la base de la comunión. Estar en todos los aspectos de la vida congregacional, en las sociedades, en los coros, en los programas y en las clases es una forma de «andar en el Espíritu». Y, por supuesto, participar en todas estas actividades es andar en el Espíritu, ya que «andar» es una actividad.
IGLESIA NACIONAL PRESBITERIANA BERITH, Publicado originalmente en BOLETIN BUEN ÓLEO, DOMINGO 21 ABRIL DE 2013