
VELAD
La exhortación de velar se presenta con frecuencia en las enseñanzas de Jesús y en todo el Nuevo Testamento. La idea no está ausente en el Antiguo Testamento, pero se expresa con otras palabras, por ejemplo, en Proverbios 4:23, donde se emplea la palabra «guardar»: «sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón».
En el Nuevo Testamento, la acción de velar muchas veces está ligada con la oración (por ejemplo, Mat.26:41, Efesios 6:18 y I Pedro 4:7) pero no siempre (por ejemplo, Mat.24:42 y Marcos 13.37). Lo que se recomienda, tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamente, es la actitud de estar alerta, vigilante, cuidadoso y precavido, especialmente en los aspectos de conservar, custodiar, defender, y proteger.
Implícitas en la idea de velar están las de valor y de peligro. Cuando dijo Jesús «velad» a sus discípulos, daba por cierta la realidad de estos dos conceptos. Lo que tenemos de alto valor es la vida espiritual: comunión con Cristo y con su cuerpo, y, por ello, una conciencia que nos da testimonio de que hemos sido perdonados, santificados, purificados, aceptados y adoptados como hijos de Dios.
Esto es lo que tenemos que apreciar, defender, vigilar y retener. Tenemos que poner nuestra atención en ello y no dejarnos fácilmente desviar la atención y la cautela. Todas estas cualidades son de tanto relieve que no podemos menguar la vigilia por ninguna razón.
Por esto, la Biblia insiste tanto en crear una conciencia en nosotros de que somos el pueblo de Dios. Quiere que esta verdad sea el trasfondo de todo pensamiento, imaginación y emoción que tengamos.
El peligro es singular y plural, a la vez. Es Satanás, y también es el complejo de todas las distorsiones que él ha hecho, en toda la vida humana; en la familia, en la cultura, en el gobierno, tanto como en nuestros pensamientos, emociones, deseos y deleites. Otra manera para decirlo (también singular y plural) es que el peligro es el pecado, y toda la multiplicidad de los resultados del pecado humano que vemos y practicamos en nuestra sociedad.
El Padre, el Omnipotente, Cristo el Victorioso, y el Invencible Espíritu Santo: el Dios Trino, que conocemos y en Quién creemos, entonces, a la luz de nuestra situación -de valor y peligro-nos habla, y nos dice: VELAD.
IGLESIA NACIONAL PRESBITERIANA BERITH, Publicado originalmente en BOLETIN BUEN ÓLEO, DOMINGO 20 FEBRERO DE 2005