LA IGLESIA ES GENTE

Cuando usamos la palabra «iglesia» en nuestras conversaciones, la usamos en una variedad de maneras, pero no siempre la usamos correctamente. Y las malas maneras de usar la palabra hacen que, por lo general, no sepamos qué es la iglesia. Para entender bien lo que es la iglesia tenemos que corregir nuestra manera de emplear la palabra. Tenemos que empezar dando un paso negativo y explicar lo que no es la iglesia.
La iglesia no es un edificio. Sin embargo, es muy posible que sea el más frecuente empleo de la palabra, se refiere al lugar donde se realizan los cultos y, casi siempre, al estilo de arquitectura que es conveniente para este propósito, distinguiendo los edificios católico-romanos de los evangélicos. Este uso de la palabra es una metonimia, y este uso es legítimo, sin embargo, suele confundirnos en cuanto a la naturaleza de la iglesia.
Tampoco la iglesia es una jerarquía. Es verdad, no obstante, que algunas organizaciones «eclesiásticas», o religiosas piensan que la naturaleza de la iglesia es, su organización, estructura, jerarquía o escalafón de oficiales. Aún (equivocadamente) en las iglesias presbiterianas se comete el error de identificar a la iglesia con el escalafón de sus oficiales. Aunque cierto tipo de orden y procedimiento sea necesario para la operación eficaz de una iglesia, su jerarquía no es su esencia.
Por otro lado, la iglesia no es una asamblea informal o una reunión no estructurada. No es como una turba que se junta alrededor de un espectáculo o un juego. Tampoco es un agrupamiento provocado por un orador que busca recoger gente alrededor de sus propósitos. Ni aún es un club de personas que tiene ciertos intereses en común.
Más bien, la iglesia es, gente convocada, gente llamada. La palabra «iglesia» quiere decir «los llamados fuera». Los que se convocan son los que oyen la misma voz que los llaman, por eso son convocados, ya que convocar quiere decir llamar, o llamar juntos.
Oyen una noticia. La noticia es que «Cristo fue levantado de entre los muertos». La noticia que les llama la atención es la resurrección. La resurrección se entiende en términos de la muerte. Él que murió, es el que resucitó. El que murió dio su vida por nosotros y es Él quien resucitó. Su muerte y resurrección redime a los que lo creen. Todos los que creen esto, y confían en esta verdad son la gente de la iglesia. La noticia que oyeron y en que confían viene de Dios. La iglesia, entonces, es la gente que confía en el Dios que resucitó a Cristo.
Esta gente se reúne en un lugar, en un edificio para adorar a este Dios. Tiene cierta organización y aún jerarquía para efectuar esta adoración, y es gente que se siente muy ligada en esta actividad. Pero la iglesia nunca deja ser gente, gente creyente, que confía en el Dios que resucitó a Cristo. La iglesia es gente, gente redimida.

IGLESIA NACIONAL PRESBITERIANA BERITH, Publicado originalmente en BOLETIN BUEN ÓLEO, DOMINGO 21 JULIO DE 2013.

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