La oración: Una necesidad vital – Mateo 6:9-13

Meditación bíblica sobre Mateo 6:9-13 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

La oración es una necesidad urgente, más real de lo que a veces reconocemos.

Tal vez has sido parte de un grupo de oración en WhatsApp, has escuchado los anuncios en la iglesia sobre hermanos enfermos, o has oído a un pastor hablar sobre cristianos perseguidos alrededor del mundo. También te has enterado de dificultades económicas que afligen a miembros de tu comunidad de fe.

Cada vez que escuchas estas necesidades, tu corazón se conmueve. Y dices con sinceridad: «Por la gracia de Dios, oraré,» o tal vez expresas: «Estoy orando,» aunque en realidad aún no lo has hecho. Porque, en tu corazón, tienes el firme propósito de orar.

Luego, saludas a quienes comparten sus cargas contigo y, casi en un susurro, les dices: «Oraré por ustedes.» Pero el día sigue su curso. El tráfico caótico, las responsabilidades del hogar, la televisión, las redes sociales… la vida sigue. Las noticias traen más preocupaciones: la economía, la inseguridad, las injusticias. La noche llega y el cansancio te vence. La oración sigue esperando.

La lucha por hacer de la oración una prioridad

Y así, día tras día, semana tras semana, el tiempo parece escaparse entre compromisos y distracciones. Llega el domingo, vuelves a escuchar los llamados a orar por tantos que lo necesitan. Pero, aunque quisiste hacerlo, no has encontrado el momento.

La verdad es que la oración no es solo un compromiso que debemos cumplir; es una necesidad vital. Necesitamos orar. No porque sea una obligación religiosa, sino porque en la oración encontramos dirección, fortaleza y comunión con Dios. La pregunta no es si debemos orar, sino cómo haremos que la oración sea una prioridad en nuestra vida.

El modelo de oración de Jesús

Jesús oraba. No solo en momentos de crisis o cuando necesitaba dirección, sino como un hábito constante. Se apartaba a solas para hablar con el Padre, dejando a sus discípulos maravillados. Ellos querían esa vida de oración, pero no sabían cómo. Habían escuchado las oraciones repetitivas y vacías de los fariseos, pero sabían que Jesús oraba de una manera diferente -una manera que reflejaba una relación genuina con Dios. Por eso, con humildad, se acercaron a Él y le dijeron: «Señor, enséñanos a orar» (Lucas 11:1).

El Padre Nuestro: Una guía para orar

La respuesta de Jesús fue clara y sencilla, pero profunda. No les dio solo palabras, sino un modelo de oración, una guía que revela cómo debemos hablar con Dios:

«Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.» – Mateo 6:9-13 (RV 1960)

La esencia de la oración

Algunos piensan que la oración es solo decir palabras, pero Jesús nos enseña que la forma y el contenido importan. Es como el agua en un vaso: el agua es la sustancia, pero el vaso es lo que la hace manejable y accesible. En la oración, las palabras y peticiones son el contenido, pero la estructura nos ayuda a orar con claridad y propósito.

Adoración y sumisión

Aquí está el modelo que Jesús nos dejó:

«Santificado sea tu nombre» – Nuestra oración empieza con adoración. Recordamos quién es Dios: Santo, poderoso, digno de alabanza.

«Venga tu reino» – No oramos solo por nosotros, sino por la obra de Dios en el mundo. Oramos por nuestros seres queridos, por las misiones, por los que aún no conocen a Cristo.

«Hágase tu voluntad» – Nos sometemos a su voluntad, pidiendo por nuestros pastores, líderes, maestros y autoridades, para que dirijan con sabiduría.

«Danos hoy nuestro pan de cada día» – Presentamos nuestras necesidades ante Dios, pero no solo las nuestras. ¿Qué necesitan nuestros amigos, nuestros hermanos en la fe, los más vulnerables? Notemos que no dice “dame mi pan” sino nuestro pan.

«Perdónanos nuestras deudas» – Reflexionamos sobre el perdón. Dios nos ha perdonado, pero ¿hemos extendido ese mismo perdón a los demás?

«No nos metas en tentación» – Oramos por protección espiritual y física, por la fuerza para vencer nuestras luchas diarias.

Jesús nos da un modelo para vivir en oración. No es solo repetir palabras, sino acercarnos con el corazón abierto y sincero.

Un llamado a la acción

Hoy, te animo a tomar un momento para orar, no solo como un hábito, sino como un encuentro real con Dios.

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