La visión que cambió el enfoque de Pedro (Parte 3) – Hechos 10:24-48

Meditación bíblica sobre Hechos 10:24-48 por Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Ya hemos hablado de la forma en que la salvación llegó a los gentiles, donde Dios usó una visión de la comida para demostrar a Pedro que los gentiles no eran inmundos una vez limpiados por Dios. Asimismo, él fue uno de los apóstoles elegidos para realizar la tarea de ir y dar a conocer la salvación en Cristo por la fe. En este caso a Cesarea, en los tiempos y circunstancias que Dios ya tenía preparado.

Ahora daremos lectura a Hechos 10:24-48. Dice así: “Al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo convocado a sus parientes y amigos más íntimos. Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre. Y hablando con él, entró, y halló a muchos que se habían reunido. Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo; por lo cual, al ser llamado, vine sin replicar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir? Entonces Cornelio dijo: Hace cuatro días que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente, y dijo: Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios. Envía, pues, a Jope, y haz venir a Simón el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual mora en casa de Simón, un curtidor, junto al mar; y cuando llegue, él te hablará. Así que luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado. Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; este es Señor de todos. Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero. A este levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. De este dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre. Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.

Como ya lo habíamos mencionado la semana pasada, Pedro escogió a seis testigos que lo acompañarán, un viaje de al menos un día de camino, recorriendo aproximadamente 50 kilómetros. En el encuentro con Cornelio hay algunos puntos importantes que comentar: Cornelio no sólo reunió a su familia, también a parientes y amigos. Después se dan dos situaciones que podríamos considerar impropias por ambas partes. Cornelio se arroja a los pies de Pedro, lo cual era inapropiado, y Pedro entra a casa de Cornelio, lo cual también era inapropiado de acuerdo a las costumbres y preceptos judíos por considerarlo impuro, algo que Pedro hubiera hecho en otro momento.

Así Pedro se negó a ser tratado como un dios por Cornelio, y Cornelio no fue tratado con desprecio por parte de Pedro. De tal manera, Pedro le dice que sin objetar ni dudar, él respondió al llamado. Pedro había entendido que Dios no hace acepción de personas, y tras la notable declaración de Cornelio, diciendo que ahora que estaban en la presencia de Dios, ellos están listos para escuchar, y Pedro inició su discurso declarando lo que Dios le hizo comprender, que en Él no hay favoritismos, no se guía por la apariencia, nacionalidad o clase. Dios ve a los que le temen y actúan con justicia. Él ve y conoce lo que hay en el corazón.

Ahora ya no existe más la barrera racial para la salvación cristiana, y Pedro le enseñaría de la salvación en Cristo Jesús por medio de la fe. Pedro inicia hablando de las buenas nuevas por medio de Jesucristo, Señor de todos, a quien Dios había ungido con el poder del Espíritu Santo, no con aceite como a los reyes de Israel, sino con el Espíritu Santo y con poder. Y con tal poder, sanó y liberó a los oprimidos por el diablo, demostrando que él era superior al diablo y que Dios estaba con él.

Pedro afirma que no sólo él era testigo y que podía dar testimonio de todos estos hechos, y como fiel testigo podía afirmar que a Jesús lo habían colgado, dándole muerte, pero Dios lo resucitó. Pedro no sólo está mencionando un hecho histórico, algo que verdaderamente sucedió. Detrás de este hecho histórico hay un plan divino. Jesús debía de sufrir en nuestro lugar, el juicio de Dios. Jesús tomó nuestro lugar y murió por nuestros pecados en la cruz, pero el plan de Dios no terminó ahí, Dios lo resucitó al tercer día con poder y gloria, y Pedro dice: ‘nosotros somos testigos’, es decir, no sólo él, también los demás apóstoles, un pequeño grupo que Dios eligió y les mandó que predicaran, en primer lugar a los judíos y después a todas las naciones. De ahí que hablaran de Jesús como Señor de todos y Salvador de todos los que creen por la fe.

Todos los seres humanos tienen un mismo Creador y todos los seres humanos necesitan al mismo Salvador. Mientras Pedro estaba dando su mensaje, sus oyentes creyeron, y el Espíritu Santo interrumpió la reunión, y Pedro no pudo terminar su mensaje. Pedro y sus acompañantes no podían negar lo que veían y oían, alababan a Dios y hablaban en lenguas, igual como ocurrió en el día de Pentecostés. Con este suceso se da la reconciliación entre judíos, samaritanos y gentiles. Todos habían recibido el Espíritu de Dios y estaban unidos como un solo cuerpo, el Cuerpo de Cristo.

Esta experiencia de Pedro nos recuerda lo dicho por Jesús en Mateo 28:19, que conocemos como la Gran Comisión. Dice: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.”. Este relato, al igual que Pedro, nos enseña a no hacer acepción de personas; que Dios dispone los tiempos, circunstancias y personas para ir y predicar a ellos las buenas nuevas del reino, que es la salvación en Cristo Jesús por la fe.

Recuerda, cuando Dios decida llamarte, no dudes en ir inmediatamente. Será de gran bendición para tu vida y para aquellos que habrán de creer.

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