
RESULTADOS DEL TRABAJO MISIONERO – Hechos 14:21-28
Meditación bíblica sobre Hechos 14:21-28 por Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
La semana pasada hablamos de lo mucho que el apóstol Pablo padeció por dar a conocer las buenas nuevas del Reino de Jesucristo. Situación que lejos de desalentarnos es para animarnos a seguir adelante en el nombre del Señor Jesús y bajo el poder de su Santo Espíritu.
Hoy hablaremos brevemente del trabajo misionero de Pablo y Bernabé, dando lectura a Hechos 14:21-28. Dice así:
“Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído. Pasando luego por Pisidia, vinieron a Panfilia. Y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia. De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido. Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles. Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos.”
Al leer estos ocho versículos, lo primero que llama la atención es cuántas iglesias habían fundado Pablo y Bernabé, iglesias en las que eligieron y constituyeron ancianos, es decir, que estamos hablando de iglesias bien organizadas y que contaban con un sistema de doctrinas comprendidas en el Antiguo Testamento, como también las cartas pastorales, que vendrían a formar parte del Nuevo Testamento, así como la supervisión pastoral.
En las iglesias de Listra, Iconio y Antioquía, les exhortaron a permanecer en la fe y que seguramente pasarían por pruebas y tribulaciones. Pero, a pesar de todo, ellos podían estar firmes en el Señor, en quien habían creído.
La iglesia es del Señor y Él cuidará y edificará su iglesia. Colosenses 2:7 dice:
“Arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.”
Así, estos misioneros perseveraron en la gracia de Dios, y llegaron a Pisidia, Panfilia y Perge, y de allí navegaron a Antioquía, en donde informaron las grandes cosas que Dios había hecho con ellos.
Para Pablo y Bernabé estaba claro. Dios les llamó a realizar un trabajo misionero, y fue Dios mismo quien obró con poder y dio de su Espíritu para que por medio de la predicación del Evangelio hubiera nuevos creyentes, quienes formarían las nuevas iglesias.
Dios abrió la puerta de la fe a los gentiles. Pablo y Bernabé actuaron en obediencia, y la gracia de Dios que les fue otorgada obró a través de ellos. Y en estas grandes cosas que Dios obró, Pablo y Bernabé reconocen que la gloria es de Dios y no de ellos.
Este breve pasaje nos enseña que todo trabajo misionero que Dios nos llama a hacer, ha de ser en el poder de Dios y para la gloria de Dios.