CELOS DE JUDÍOS NO CREYENTES – Hechos 17:1-9
Meditación bíblica sobre Hechos 17:1-9 por Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Hemos estado hablando del obrar de Dios en la vida de cada uno de nosotros y cómo él de distintas maneras y de distintos estratos sociales puede llevarnos al arrepentimiento, la fe en Jesucristo y la salvación por gracia.
Hoy seguiremos con las meditaciones de los Hechos dando lectura al capítulo 17:1-9:
“Pasando por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas. Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo. Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá; a los cuales Jasón ha recibido; y todos estos contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús. Y alborotaron al pueblo y a las autoridades de la ciudad, oyendo estas cosas. Pero obtenida fianza de Jasón y de los demás, los soltaron.”
Pablo y sus acompañantes siguieron su viaje misionero, llegando ahora a Tesalónica, que era la capital de Macedonia, ubicada sobre importantes rutas de comercio por mar y por tierra.
Tesalónica contaba con un gran puerto y una población predominantemente griega; sin embargo, a diferencia de Filipos, en Tesalónica sí había sinagoga.
Así que Pablo, como era su costumbre, se dirigió ahí y estuvo por tres días de reposo. Primeramente, dice que discutía con ellos, es decir, que a través de esta discusión, basándose en las Escrituras, pudo exponerles y declararles que Jesús es el Cristo, el Mesías.
Y vale mencionar que todo lo que Pablo declaraba tenía que ver con el Jesús de Nazaret: su nacimiento virginal, su vida pública, su muerte de cruz, su resurrección y ascensión, el don del Espíritu Santo, su segunda venida, la gracia inmerecida del perdón de pecados y la salvación por su obra redentora.
Todo esto es lo que Pablo les declaraba de Jesús, el Mesías anunciado en las Escrituras, lo que llevó a que un gran número de griegos, mujeres nobles no pocas y algunos judíos creyeran, juntándose con Pablo y Silas.
Situación que a los judíos no creyentes les llenó de envidia, por lo que, buscando a malhechores, armaron una revuelta, alborotando la ciudad e intentando que fueran juzgados públicamente por alborotar al pueblo, hablando de que hay otro rey: Jesús.
Finalmente, después de que Jasón pagara una fianza, fueron liberados.
Este pasaje nos muestra cuánto debemos padecer por predicar a Cristo, pues habrá momentos en los que nos encontremos luchando contracorriente por las ideologías de este mundo y sus autoridades.
Y, si bien es cierto que la misma Escritura nos enseña a respetar a las autoridades, sin embargo, y ciertísimamente, si éstas van en contra de lo que dice la Escritura, antes, como ciudadanos del Reino, está nuestra obediencia y lealtad primeramente a Dios.
Termino con lo que dice Hechos 5:29:
“Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”
