¿QUÉ SIGNIFICA REALMENTE CONFIAR EN DIOS? – ROMANOS 5:1-4
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DE LA TEORÍA A LA VIDA
¿QUÉ SIGNIFICA REALMENTE CONFIAR EN DIOS? – ROMANOS 5:1-4
Meditación bíblica sobre ROMANOS 5:1-4 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
La confianza en nuestra vida cotidiana
Todos usamos la palabra confianza con naturalidad desde que tenemos uso de razón. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre su verdadero sentido.
El mundo de la economía, por ejemplo, se ha apropiado de este término. En los manuales de referencia podemos leer frases como: “La confianza es el eje de cualquier sistema económico eficiente”. Tan en serio han tomado ese término que incluso han creado el “índice de confianza del consumidor”, porque descubrieron que optimismo y confianza van de la mano.
También nuestras relaciones personales dependen de la confianza para perdurar. La lealtad y la fidelidad no tienen sentido si no hay confianza.
La sociología pregunta constantemente sobre cuánta confianza tienen los ciudadanos en sus instituciones y habla de la confianza interpersonal, y la psicología la considera clave para una mente sana, ya sea en forma de autoestima o autoconfianza.
En definitiva, la confianza atraviesa todas las áreas de nuestra vida. Pero surge una pregunta: ¿qué significa confiar en Dios?
Confiar en Dios en tiempos de incertidumbre
¿Cómo podemos confiar en Dios en tiempos de incertidumbre? ¿Cómo podemos confiar en Él cuando no entendemos? Parece más fácil decirlo que hacerlo.
Confiar en Dios parece sencillo cuando todo marcha bien: el trabajo prospera, la familia nos apoya, la salud es buena, las finanzas están estables.
Pero cuando la vida nos sorprende con pérdidas, enfermedades, rupturas o crisis, confiar en Dios se vuelve un desafío. Y, paradójicamente, es en esos momentos cuando nuestra confianza debería ser más firme.
El verdadero significado de confiar
La palabra confiar viene del latín fidere, que significa “fiarse”, y de fides, que significa fe y lealtad. Confiar es poner nuestra fe en alguien, creer que cumplirá lo que promete. Cuando confiamos no especulamos, no dudamos, porque tenemos la certeza de que el otro responderá tal como se espera que lo haga.
Confiamos en un médico porque creemos que hará todo lo posible por sanarnos. Confiamos en una guardería porque sabemos que cuidará de nuestros hijos.
De la misma manera, confiar en Dios significa creer que su Palabra es verdadera, que sus promesas son fieles y que sus planes nunca buscan nuestro mal. Veamos lo que está escrito en Jeremías 29:11,
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
La Biblia nos recuerda que Dios no miente ni cambia de opinión, vean lo que dice en Números 23:19
Dios no es hombre, para que mienta,
Ni hijo de hombre para que se arrepienta.
Él dijo, ¿y no hará?
Habló, ¿y no lo ejecutará?
En Santiago 1:17, leemos,
Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
Y en Hebreos 6:17-18, dice:
Dios también se comprometió mediante un juramento, para que los que recibieran la promesa pudieran estar totalmente seguros de que él jamás cambiaría de parecer. Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros.
La confianza que trasciende las circunstancias
Confiar en Dios no es un simple sentimiento; es un compromiso. No depende de nuestras circunstancias, porque estas cambian, pero Dios permanece inmutable, y sus promesas no cambian.
Esto lo hace digno de nuestra confianza. Podemos confiar en sus promesas, especialmente en tiempos difíciles, y no nos equivoquemos: las dificultades vendrán.
Jesús mismo advirtió: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Las tribulaciones no desaparecen por tener fe, pero sí nos fortalecen y purifican. 1 Pedro 1:6-7, dice:
Así que alégrense de verdad. Les espera una alegría inmensa, aunque tienen que soportar muchas pruebas por un tiempo breve. Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro, aunque la fe de ustedes es mucho más preciosa que el mismo oro. Entonces su fe, al permanecer firme en tantas pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea revelado a todo el mundo.
A veces Dios no calma la tormenta, pero sí nos calma en medio de ella.
Romanos 5:1-4 nos recuerda que la tribulación produce perseverancia, carácter probado y esperanza. Dice,
Por lo tanto, ya que fuimos hechos justos a los ojos de Dios por medio de la fe, tenemos paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros. Debido a nuestra fe, Cristo nos hizo entrar en este lugar de privilegio inmerecido en el cual ahora permanecemos, y esperamos con confianza y alegría participar de la gloria de Dios.
También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. Y la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación.
Confiar en todo aspecto de la vida
Confiar en Dios no se limita a situaciones específicas; abarca todos los aspectos de nuestra vida. Ya sea confiarle nuestras relaciones, nuestras finanzas, nuestra transformación profesional, etc.
Aunque parezca que guarda silencio, podemos estar seguros de que Él siempre obra para nuestro bien (Romanos 8:28). Y cuando nos cuesta confiar, podemos depositar nuestras ansiedades en Él, porque “Él tiene cuidado de nosotros” (1 Pedro 5:7).
Conclusión
Confiar en Dios es descansar en su carácter inmutable. Si su gracia fue suficiente para Pablo, también lo es para nosotros hoy.
Él nos sostendrá en cada tormenta, nos fortalecerá en cada prueba y nos recordará que su fidelidad nunca falla. Confiar en Dios no es una opción secundaria: es el fundamento de nuestra fe y la fuente de nuestra esperanza.
Confiar en Dios transforma nuestras pruebas en perseverancia, nuestra perseverancia en carácter, y nuestro carácter en esperanza segura.
