Su sueño se vuelve realidad – Génesis 42:1-26

Meditación sobre Génesis 42:1-26 por el A.I. José Antonio Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Transcripción…

Génesis 42:1-26

Viendo Jacob que en Egipto había alimentos, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando? Y dijo: He aquí, yo he oído que hay víveres en Egipto; descended allá, y comprad de allí para nosotros, para que podamos vivir, y no muramos. 
Y descendieron los diez hermanos de José a comprar trigo en Egipto. Mas Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos; porque dijo: No sea que le acontezca algún desastre. 
Vinieron los hijos de Israel a comprar entre los que venían; porque había hambre en la tierra de Canaán. Y José era el señor de la tierra, quien le vendía a todo el pueblo de la tierra; y llegaron los hermanos de José, y se inclinaron a él rostro a tierra. Y José, cuando vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo como que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán, para comprar alimentos. José, pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron. 
Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo: Espías sois; por ver lo descubierto del país habéis venido. 
Ellos le respondieron: No, señor nuestro, sino que tus siervos han venido a comprar alimentos. Todos nosotros somos hijos de un varón; somos hombres honrados; tus siervos nunca fueron espías. 
Pero José les dijo: No; para ver lo descubierto del país habéis venido. Y ellos respondieron: Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un varón en la tierra de Canaán; y he aquí el menor está hoy con nuestro padre, y otro no parece. 
Y José les dijo: Eso es lo que os he dicho, afirmando que sois espías. En esto seréis probados: Vive Faraón, que no saldréis de aquí, sino cuando vuestro hermano menor viniere aquí. Enviad a uno de vosotros y traiga a vuestro hermano, y vosotros quedad presos, y vuestras palabras serán probadas, si hay verdad en vosotros; y si no, vive Faraón, que sois espías. Entonces los puso juntos en la cárcel por tres días. 
Y al tercer día les dijo José: Haced esto, y vivid: Yo temo a Dios. Si sois hombres honrados, quede preso en la casa de vuestra cárcel uno de vuestros hermanos, y vosotros id y llevad el alimento para el hambre de vuestra casa. Pero traeréis a vuestro hermano menor, y serán verificadas vuestras palabras, y no moriréis. 
Y ellos lo hicieron así. Y decían el uno al otro: Verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos; por eso ha venido sobre nosotros esta angustia. 
Entonces Rubén les respondió, diciendo: ¿No os hablé yo y dije: No pequéis contra el joven, y no escuchasteis? He aquí también se nos demanda su sangre. 
Pero ellos no sabían que los entendía José, porque había intérprete entre ellos. Y se apartó José de ellos, y lloró; después volvió a ellos, y les habló, y tomó de entre ellos a Simeón, y lo aprisionó a vista de ellos. 
Después mandó José que llenaran sus sacos de trigo, y devolviesen el dinero de cada uno de ellos, poniéndolo en su saco, y les diesen comida para el camino; y así se hizo con ellos. Y ellos pusieron su trigo sobre sus asnos, y se fueron de allí.

Hoy tenemos a un José con nuevo nombre, Zafnat Panea, que quiere decir, «redentor del mundo», «preservador de la vida», «quien habla y vive»; empoderado siendo  el gobernador del país más poderoso del mundo, nadie puede mover un dedo sin que lo autorice él,  Faraón lo ha paseado en el segundo carro después del suyo.

Le dio sus anillos, y toda la confianza para que lleve a cabo la recaudación del 20 % de todo lo cosechado durante los 7 años de abundancia y administrar los recursos  en los 7 años de hambre y pobreza reconociendo que el Espíritu de Dios está en él.

Si alguien pide alimento, es José quien lo puede vender, no tan solo a los egipcios, sino también a los extranjeros que lo soliciten pues el mal tiempo afecto  a todas las naciones, solo Egipto guiado por Dios, a través de José, tiene el recurso.

A los oídos de Jacob y su familia llegó  la noticia de que en Egipto hay alimento y Jacob encomienda a sus hijos ir en busca del pan tan anhelado  en la tierras de Canaán.

La providencia de Dios va a llevar a Jacob y sus hijos a vivir a Egipto,  dándonos a saber que los caminos de Dios son inexorables y nos va a enseñar que nada en nuestras vidas es casualidad.

Pues bien Jacob ordena a sus hijos ir a Egipto sin imaginar lo que había de suceder.

Los hijos de Jacob son hombres sin iniciativa ninguno de ellos se ha dado a la tarea de resolver las necesidades más elementales como  el tener que comer, es su padre quien los tienes que alentar a ir en busca del alimento.

El menor, Benjamín, hermano de José por madre y padre, pues es también hijo de Raquel,   no va con ellos, su padre prefiere protegerlo dejándolo consigo mismo, otro detalle que tendrá su relevancia como veremos más adelante.

Así es como emprenden un largo viaje junto con viajeros de muchos otros lugares pues la fama de José, hoy Zafnat Panea, es cada vez más grande.
José a  pesar de estar investido de una autoridad suprema, no se aparta de las labores, casi como si fuera un jornalero, quien está al tanto de todos los graneros. De lo cual debemos aprender que aún cuando alguno sobresalga en honor, debemos ser serviciales y así nos mantendremos ágiles en cuerpo y limpios de espíritu.

Los hermanos de José se presentan ante él y este finge no conocerlos, ni siquiera les da a saber que entiende su  idioma; esto tiene muchas explicaciones: la primera es que si José los diera por conocidos al momento no tendrían tiempo de meditar y  asimilar el peso de su maldad, y quisas José tampoco tendría tiempo para controlar su malestar y asombro.

Por otro lado era grande su deseo de recuperar a su hermano Benjamín, y hace una investigación acusándolos de espías para saber más de su padre y de su hermano, de esta manera obtiene la información de que aún están vivos y puede ver en sus hermanos un respeto hacia Benjamín que no tuvieron para él mismo.
Al ver a sus hermanos no tan solo ha reprimido las lágrimas de alegría y dolor, sino que ha tenido que poner un rostro duro e indiferente para no ser descubierto en sus más íntimos  sentimientos al ver a los autores de tantas calamidades y sufrimientos. La divina misericordia del Señor le guía en sus actos
para que él continúe con los propósitos de Dios.

Viene a la mente de José aquel sueño que provocó tanta envidia en sus hermanos y por el cual fue echado a un pozo seco como si fuera su sepultura, después vendido como esclavo, echado a la cárcel como un vil delincuente por algo que no cometió, y a su mente llegan aquellos  sueños por los que sus hermanos lo odiaban y  reprendían, por los cuales  paso por tantas vicisitudes.
Las  espigas se inclinaron ante él con reverencia y respeto.

Hoy su sueño se vuelve realidad y se encuentran sus hermanos inclinándose ante él sin saber quien es.
Todo lo que hicieron sus hermanos por deshacerse de José fue inútil, pues ya existía un decreto celestial, ya estaba escrito: se inclinarían  ante él con reverencia.
Moisés, el escritor, en ningún momento registra queja de José por las tribulaciones, y menos aún que se debilitara su fe, sería bueno aprender esto de él, quiera darnos el Señor esa fortaleza que solo se puede tener en el conocimiento de Dios.

También podemos apreciar que José en el momento de tener los sueños no entendía el significado, así como los apóstoles no comprendían muchas cosas que  Jesús les comunicaba hasta que las vivieron;  confiemos también nosotros en la providencia de Dios, pues recordemos que solo caminamos por fe en el Señor, esa es  nuestra seguridad, la de hoy caminar al lado de Él sabiendo que todo tiene un propósito que será de bendición y mañana gozaremos en su presencia.

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