La verdadera alegría

Meditación sobre Santiago:1:2,3 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Transcripción…

El gozo no es algo que ganamos o un estado que logramos y se queda ahi estáticamente.
Es algo que varía, porque es una respuesta a algo que percibimos como bueno.
Entonces, el verdadero gozo, el gozo genuino a los ojos de Dios, realmente tiene mucho que ver con la capacidad que tengamos para deleitarnos en las cosas correctas.

El ser humano disfruta de todo tipo de cosas que percibe como buenas o importantes, aunque en realidad no lo sean. Incluso pueden ser abiertamente malas.

Un hombre de negocios se puede alegrar de ver a sus competidores arruinados.
Un hombre puede alegrarse de convencer finalmente a su amante de que deje a su marido.

Esta experiencias podrían describirse como alegría. Pero sería una alegría trágica, una alegría falsa.

El verdadero gozo, la verdadera alegría es disfrutar de aquello en lo que Dios se deleita.

Para ello, es necesario que el corazón de la persona esté sintonizado con los valores correctos; específicamente, con las cosas que son valiosas para Dios.

La Escritura muestra de una manera muy clara lo que Dios considera bueno, hermoso y verdadero.

En la medida que confiamos en Su Palabra por el poder del Espíritu Santo, nuestro corazón se sintoniza para gozar de las cosas correctas.

Nuestro corazón tiene que ser transformado. Esa transformación del corazón es la condición necesaria para el verdadero gozo.

Veamos lo que dice Gálatas 5:22 y 23

«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.»

Describe el gozo como un fruto del Espíritu Santo.

En Romanos 15:13

«Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.»

El gozo es un don otorgado por Dios

Y en Judas 24 y 25

«Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.»

Vemos que el gozo, la alegría es un resultado garantizado para un cristiano que permanece en la fe.

Un corazón transformado permite a las personas responder correctamente a las situaciones que les rodean. Recuerde, el gozo es una respuesta a algo.

Un creyente aprende a responder a lo cercano a la luz de lo lejano.

El verdadero gozo parece algo extraño. Responde a la dificultad de su situación inmediata como si el deleite de su situación por venir fuera más importante.

David lo sabía:

“Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.” (Sal. 4:7).

Quizás el pasaje de Santiago nos hace ver mejor el gozo que nos provoca a ver lo inmediato a la luz de la abrumadora gloria de lo futuro es esta:
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Santiago 1:2,3).

Este mandato nos puede sonar muy extraño.
Cualquier dificultad o problema que venga con el sufrimiento produce un avance hacia el crecimiento como cristiano: producirá paciencia y el saberlo trae gozo.

Este es un gozo duradero.

Cuando los cielos se nublan, los trabajos se prolongan sin reconocimiento y los escáneres de cáncer regresan con malas noticias, la generosidad creativa, la provisión inmerecida y la bondad única de Dios permanecen. Estas son las cosas lejanas que siempre están cerca.

El gozo a menudo consiste en dejar ir las cosas menores a la luz de las cosas más valiosas.

Los discípulos aprendieron esto cuando se jactaban: En Lucas 10:

«Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.»

Pero Jesús los corrige diciendo: “Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.” (Lucas 10:20).

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