
Huir o pelear – Parte 1 – 1 Timoteo 6:11,12
Meditación bíblica sobre 1 Timoteo 6:11,12 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Cuando el apóstol Pablo se encontraba ya muy cerca del final de su carrera, la iglesia en Éfeso enfrentaba graves problemas.
Pablo tuvo que poner a cargo allí a Timoteo (1 Timoteo 1:3), y para ello tuvo que enviar Timoteo una carta con instrucciones sobre cómo tratar con los falsos maestros y abordar los problemas que había en la comunidad de creyentes en ese lugar.
Por supuesto, muchas de las enseñanzas que Pablo presenta en las cartas, ya eran conocidas por Timoteo. Le recuerda a Timoteo lo que ya debería saber.
Pero Pablo no escribió esto solo por el bien de Timoteo, sino también por la iglesia en su conjunto.
Dado que la carta es para toda la iglesia, la exhortación de Pablo al hombre de Dios a huir del pecado y buscar la santidad en 1 Timoteo 6:11–12 es igualmente para todos los creyentes.
Algo muy dañino para los cristianos es la suposición de que cualquier cosa que valga la pena se puede adquirir de inmediato.
Suponemos que si algo se puede hacer, se puede hacer de manera rápida y eficiente. Nuestra capacidad de atención ha sido condicionada por comerciales de treinta segundos. Nuestro sentido de la realidad ha sido aplastado por resúmenes de treinta renglones.
Muchos afirman haber nacido de nuevo, pero la evidencia de ser un cristiano maduro es escas.
En la cultura que nos rodea, cualquier cosa, incluso las noticias acerca de Dios, puede venderse si está recién empaquetada; pero cuando pierde su novedad, va al basurero.
Hay un gran mercado para la experiencia religiosa en nuestro mundo; hay poco entusiasmo por la paciente adquisición de la virtud, poca inclinación a inscribirse en un largo aprendizaje en lo que la Biblia llama santidad.
La vida cristiana no es como una carrera de cien metros; es como un maratón. Comenzar bien puede ser fácil; terminar bien es otra cosa.
Pablo le dice a Timoteo (y a nosotros) cómo llegar hasta el final. Timoteo se encontraba en una situación difícil que aparentemente era mas complicada por su personalidad tímida.
Tuvo que confrontar a los falsos maestros que habían surgido entre los líderes de Éfeso, refutando sus errores y enseñando la verdad.
Posiblemente, estaba recibiendo críticas de muchos en la iglesia que habían sido descarriados por estos hombres y sus errores. Así que Pablo, lo desafía a aguantar, aunque no es fácil.
Para perseverar, un hombre de Dios huirá de la mundanalidad, buscará la piedad, luchará por la fe y se aferrará a la vida eterna.
El versículo 11 comienza con el contraste enfático: “Pero tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas”.
En contraste con los falsos maestros y aquellos que los siguen en su amor por el dinero, debes correr en la dirección opuesta. El título “hombre de Dios” se usa en el Antiguo Testamento de hombres como Moisés, Samuel, Elías, David y algunos profetas.
Significa un hombre que pertenece completamente a Dios, que sigue la Palabra de Dios en todos los aspectos de la vida.
Un hombre de Dios está rodeado de cierta dignidad, que se nota a su alrededor, de modo que cuando estás con él, sientes la presencia de Dios, porque su vida está muy entrelazada con Dios.
No hay mayor título que cualquier cristiano pueda desear para sí mismo que ser llamado hombre de Dios.
¡Pero no sucede automáticamente!
Dice:
6 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. 9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
Y en el v 11 hace el contraste:
"Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre."
Para ser un hombre o una mujer de Dios, debes tomar la decisión de no unirte y ser llevado por la corriente.
Pero Pablo sabía que hay momentos en que el camino a la victoria es huir, no pelear. Se nos ordena huir de la inmoralidad (1 Cor. 6:18), la idolatría (1 Cor. 10:14), las pasiones juveniles (2 Tim. 2:22) y, aquí, huir del amor al dinero y la falsa doctrina; pero, Santiago 4:7 nos dice que resistamos al diablo y él huirá de nosotros.
Así que necesitamos saber cuándo luchar y cuándo huir.
Todos los mandamientos de huir se pueden resumir diciendo: “Huye de la mundanalidad”, lo que Juan llama “los deseos de la carne, los deseos de los ojos, la vanagloria de la vida” (1 Juan 2:16).
Los deseos de la carne se refiere a los fuertes deseos de gratificarnos a nosotros mismos viviendo por sentimientos en lugar de por la obediencia a Dios.
Los deseos de los ojos se refiere al deseo de aumentar el placer adquiriendo cosas y un estatus exterior en lugar de desarrollar un carácter piadoso.
La vanagloria de la vida se refiere a una vida egocéntrica que se enfoca en esta vida sin tener en cuenta a Dios y la eternidad.
En el siguiente versículo nos exhorta a luchar. Pero eso lo veremos la próxima semana.
Partes de esta serie: