¡UNIDOS, EN SU NOMBRE UNIDOS!

Os ruego, pues, hermanos por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre  vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”. Corintios 1:10

Tenemos el conocimiento de que en la iglesia de Corinto se presentaron tres clases de dificultades que  estaban repercutiendo de manera negativa entre los cristianos de esta ciudad: las doctrinales, las de comportamiento en los cultos de adoración, y en la práctica  de la vida cristiana.  Ante esta situación Pablo hace la reflexión de que la iglesia, es el cuerpo de Cristo, y que el llamarla así  no es simplemente una figura del lenguaje, sino que es verdaderamente el cuerpo de Cristo resucitado, es decir, por medio de la iglesia Cristo vive y actúa en el mundo (Cor. 12.12-13,27). Por lo tanto las divisiones son inaceptables, pues en un cuerpo cada una de sus partes son importantes y todas  trabajan juntas y en armonía. 

En las semanas anteriores el Consistorio de Berith, autoridad que bíblicamente rige nuestra  iglesia, ante el repunte de la pandemia del Covid 19, que nos ha tenido aislados por aproximadamente dos años, tomó la decisión de poner otra vez en  pausa  los cultos presenciales y de las incipientes actividades que se estaban celebrando.

Una triste decisión, sin duda alguna nada fácil de tomar, pues aparentemente según nuestras autoridades gubernamentales  ya hemos retornado a “la nueva realidad”, una realidad que lejos de ofrecer seguridad fue impuesta por la necesidad de reactivar la economía,  así los niños volvieron a las escuelas, los centros de trabajo  abrieron sus puertas, las oficinas de recaudación de impuestos volvieron a sus exigencias, el transporte público saturó, y observamos como muchas personas, junto con las mascarillas, dejaron atrás las elementales medidas de higiene recomendadas para no fomentar los contagios, el resultado no se hizo esperar y es así como poco a poco hemos vuelto a escuchar que las cifras de las personas afectadas van creciendo, y nos enteramos de que  nuestros allegados se vuelven a contagiar o caen enfermos y se renuevan los requerimientos hospitalarios.

Bajo las condiciones ya mencionadas  el Consistorio, tomó la medida de nuevamente cerrar nuestras instalaciones, pero esta decisión ha causado algunas inquietudes que no podemos pasar por alto, y es por esto que nos permitimos aclarar lo siguiente: No fue una decisión arbitraria. El fundamento de no reunirnos físicamente es una muestra de amor y cuidado por la congregación, sabemos que  muchos de los hermanos se han vacunado, otros no lo han querido hacer, están en su derecho, pero aumenta el riesgo de caer enfermos y si bien  también sabemos que la letalidad y  el contagio no se presenta como lo hizo en los primeros meses,  si tenemos el conocimiento de que sigue siendo una enfermedad de la cual desconocemos  sus secuelas, y que la población más susceptible son las personas de la tercera edad, personas con enfermedades crónicas  y  ahora los niños. Seamos claros, y aceptemos que muchos de nuestros hermanos se encuentran en estas condiciones de vulnerabilidad.

Les queremos reiterar que gracias a la fortaleza de la  predicación y la fidelidad a la Palabra que se expresa en el púlpito de Berith,  nuestra iglesia se encuentra fuerte y sana, tenemos y  seguiremos teniendo reflexiones diarias, mismas que es importante señalar llegan más allá de nuestras fronteras, por otra parte el Señor nos ha permitido desarrollar e integrar un grupo de  jóvenes principalmente que nos mantienen unidos a través de la tecnología, la membresía se ha mantenido, incluso ha crecido pues tenemos nuevos jóvenes miembros en la congregación, y hasta celebramos, con gran gusto, algunos bautizos de bebés, nuestras finanzas también gracias a la fidelidad del Señor y de la congregación , se mantienen sanas,  la ayuda por misericordia no ha dejado de estar presente, se ha visitado a los enfermos y nuestra puerta se ha mantenido abierta a todo aquel que ha llamado, por ayuda, ya sea por muerte, enfermedad o consejería.

Berith es fuerte y queridos hermanos, confíen que ,  por la Gracia y bondad del Señor nos volveremos a encontrar personalmente, Dios quiera sea pronto, pero en tanto permanezcamos firmes sin divisiones, sin murmuraciones, confiando en el Salvador, en su cuidado y su Palabra. Y recordemos y confiemos en esa verdad que decimos voz en cuello  cada domingo de Resurrección Él es Rey, porque ¡verdaderamente ha resucitado!

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