No améis al mundo – 1 Juan 2:15-17; 1 Corintios 6:12-14
Meditación sobre 1 Juan 2:15-17; 1 Corintios 6:12-14 por el A.I. Nelson Daniel Miranda Giles
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
CDMX, viernes 22 de julio de 2022
En ocasiones en el trabajo o en la escuela nos invitan a ir a divertirnos o a pasar un buen momento a ciertos lugares de moda, en los que muchas veces nos vemos seducidos por el ambiente atractivo del mundo y sus deseos, deseos que muchas veces nos llevan a tomar malas decisiones.
En la Biblia en el libro del profeta Jeremías 17: 9 y 10 encontramos estás palabras:
9 Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?
10 Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.
El profeta Jeremías nos recuerda que en la mayoría de las veces los deseos del corazón no cumplen la voluntad de nuestro Dios, tengamos presente que todo lo que hacemos en esta vida debe ser para su gloria, porque Dios traerá a cuentas todos nuestros actos.
En los versículos 15 y 16 del pasaje en 1ª Juan 2 leemos:
15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
El Apóstol Juan nos pide que reflexionemos en que la creación y todas las cosas que creo Dios en el principio del mundo son perfectas, Él las creo para que las podamos disfrutar.
Pero desde que Adán en el Edén cayo en pecado, todos los hombres están en pecado y esta naturaleza pecaminosa ha creado un sistema de valores opuestos a lo creado por Dios.
No podemos vivir de acuerdo a los valores del mundo que nos rodea, porque sus valores son contrarios a la voluntad de Dios y están equivocados pues ensalzan la codicia, el amor al dinero, los placeres terrenales y la satisfacción personal del momento.
Sabemos que los que andan en malos pasos, andan en oscuridad, están cegados por su codicia, por los deseos sensuales, son arrogantes y por lo mismo no quieren saber de Dios porque les hace saber que están haciendo mal, pero no quieren cambiar, están cegados por el pecado.
Cuando escuchamos las noticias en los medios de comunicación nos enteramos de como el planeta ha venido sufriendo cambios a través de la historia por las acciones de los hombres, si bien la ciencia se ha multiplicado y también los descubrimientos, pero el mundo en el que vivimos cada día se va destruyendo por las malas decisiones y la ambición de algunos hombres.
En el versículo 17 del pasaje en 1ª Juan 2 leemos:
17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Hermanos, todo en este mundo se acabará en el fin de los tiempos, pasará, y no quedará nada. Igualmente, todos los seres humanos somos mortales, todos tenemos un tiempo de vida.
Nuestra fuerza disminuye a medida que pasa nuestro tiempo, así mismo no obtenemos una satisfacción duradera en lo que hemos deseamos; los deseos de la carne, los deseos de nuestros ojos, riquezas y posesiones, todo se acabara y nada podremos llevarnos al morir.
El Apóstol Juan nos exhorta a permanecer firmes, haciendo la voluntad de nuestro Dios porque en su gran amor y misericordia nos dio la promesa de vida eterna en Cristo.
En el pasaje de 1ª Corintios 6 en los versículos 12 y 13 leemos;
12 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.
13 Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.
El apóstol Pablo nos dice que todo lo podemos hacer, tenemos libertad de acción, pero meditemos si lo que pensamos hacer nos conviene llevarlo a cabo, debemos reflexionar, esto que deseo, está de acuerdo a la voluntad de Dios o solo estoy pensando en mi satisfacción personal.
El apóstol Pablo nos exhorta a reflexionar entre las necesidades de nuestro cuerpo mortal y los deseos de la carne que solo nos llevan a un camino de oscuridad y muerte eterna.
Recuerdo que un pastor nos hacía reflexionar en su predicación decía «hermanos reflexionen lo que piensan hacer, no sea que pierdan lo más por lo menos».
Hermanos, como seres humanos tenemos momentos de debilidad, oremos a nuestro Dios por medio de nuestro señor Jesucristo para que su espíritu Santo de sabiduría y nos fortalezca en los momentos de prueba y de tentación.
En el versículo 14 del pasaje en1ª Corintios 6 dice:
14 Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder.
La promesa de una vida eterna es para los que creemos en Cristo que es nuestro señor y salvador y seguimos sus pisadas, mantengámonos firmes en la fe sabiendo que al fin de nuestro camino, él nos levantara con poder y estaremos alabando a nuestro señor por la eternidad.
A. I. Nelson Daniel Miranda Giles.