
El Nacimiento de Jesús – Lucas 2:1-20
Meditación sobre Lucas 2:1-20 por el A.I. José Antonio Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Lucas 2:1-20
Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.
Hoy celebramos el cumplimiento de muchísimas profecías predichas desde hace varios años atrás, tantos que varias generaciones ya las habían olvidado o pensaban decepcionados que ya no se cumplirían, sin embargo muy en el fondo del corazón de los habitantes de todo el pueblo de Israel estaba esa pequeña luz de esperanza de que serían rescatados, de que el Redentor llegaría.
No imaginaron como sería, las señales de cuando y como debía de llegar se habían diseminado en el tiempo pero Dios que es fiel y permanece para siempre sabía a ciencia cierta cuáles eran y así las fue presentando, primero los descendientes de David tuvieron que viajar a su ciudad de origen, la casa de David, Belén, no había opción, debían de ir, María a pesar de ser virgen había concebido del Santo Espíritu y estaba a punto de dar a luz pero debía viajar a su ciudad, debía estar en Belén para qué naciera el bebé, no podía hacerlo en otro lugar.
Es sorprendente cómo Dios va dirigiendo todas las cosas para que sus profecías y promesas se cumplan de una manera tan precisa que no hubiera lugar a dudas que su palabra se cumple al pie de la letra. El nacimiento fue anunciado a los pastores, a quienes más humillados y despreciados eran, quienes más necesidad tenían de las buenas noticias y una vez verificada fueron los emisarios al resto del pueblo, ¡el Redentor, el Salvador, el Mesías, el Hijo de David había llegado!.
María sabía quién era su bebé, el ángel se lo había dicho y su corazón se llenó de gozo y alabanza a Dios, ahora lo veía hecho realidad, y en su corazón meditaba todas estas cosas.
Adoremos a Dios por este magnífico regalo que nos ha dado, por sus promesas cumplidas, por los beneficios que nos da y por ser el Mesías prometido y seamos como los pastores qué pregonaron estás maravillosas noticias con cuanta persona se cruzaron.