Agradecimiento demostrado – Éxodo 36:1-‬38

Meditación sobre Éxodo 36:1-‬38 por el A.I. José Antonio Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Así, pues, Bezaleel y Aholiab, y todo hombre sabio de corazón a quien Jehová dio sabiduría e inteligencia para saber hacer toda la obra del servicio del santuario, harán todas las cosas que ha mandado Jehová. Y Moisés llamó a Bezaleel y a Aholiab y a todo varón sabio de corazón, en cuyo corazón había puesto Jehová sabiduría, todo hombre a quien su corazón le movió a venir a la obra para trabajar en ella. Y tomaron de delante de Moisés toda la ofrenda que los hijos de Israel habían traído para la obra del servicio del santuario, a fin de hacerla. Y ellos seguían trayéndole ofrenda voluntaria cada mañana. Tanto, que vinieron todos los maestros que hacían toda la obra del santuario, cada uno de la obra que hacía, y hablaron a Moisés, diciendo: El pueblo trae mucho más de lo que se necesita para la obra que Jehová ha mandado que se haga. Entonces Moisés mandó pregonar por el campamento, diciendo: Ningún hombre ni mujer haga más para la ofrenda del santuario. Así se le impidió al pueblo ofrecer más; pues tenían material abundante para hacer toda la obra, y sobraba. Todos los sabios de corazón de entre los que hacían la obra, hicieron el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí; las hicieron con querubines de obra primorosa. La longitud de una cortina era de veintiocho codos, y la anchura de cuatro codos; todas las cortinas eran de igual medida. Cinco de las cortinas las unió entre sí, y asimismo unió las otras cinco cortinas entre sí. E hizo lazadas de azul en la orilla de la cortina que estaba al extremo de la primera serie; e hizo lo mismo en la orilla de la cortina final de la segunda serie. Cincuenta lazadas hizo en la primera cortina, y otras cincuenta en la orilla de la cortina de la segunda serie; las lazadas de la una correspondían a las de la otra. Hizo también cincuenta corchetes de oro, con los cuales enlazó las cortinas una con otra, y así quedó formado un tabernáculo. Hizo asimismo cortinas de pelo de cabra para una tienda sobre el tabernáculo; once cortinas hizo. La longitud de una cortina era de treinta codos, y la anchura de cuatro codos; las once cortinas tenían una misma medida. Y unió cinco de las cortinas aparte, y las otras seis cortinas aparte. Hizo además cincuenta lazadas en la orilla de la cortina que estaba al extremo de la primera serie, y otras cincuenta lazadas en la orilla de la cortina final de la segunda serie. Hizo también cincuenta corchetes de bronce para enlazar la tienda, de modo que fuese una. E hizo para la tienda una cubierta de pieles de carneros teñidas de rojo, y otra cubierta de pieles de tejones encima. Además hizo para el tabernáculo las tablas de madera de acacia, derechas. La longitud de cada tabla era de diez codos, y de codo y medio la anchura. Cada tabla tenía dos espigas, para unirlas una con otra; así hizo todas las tablas del tabernáculo. Hizo, pues, las tablas para el tabernáculo; veinte tablas al lado del sur, al mediodía. Hizo también cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas: dos basas debajo de una tabla, para sus dos espigas, y dos basas debajo de otra tabla para sus dos espigas. Y para el otro lado del tabernáculo, al lado norte, hizo otras veinte tablas, con sus cuarenta basas de plata; dos basas debajo de una tabla, y dos basas debajo de otra tabla. Y para el lado occidental del tabernáculo hizo seis tablas. Para las esquinas del tabernáculo en los dos lados hizo dos tablas, las cuales se unían desde abajo, y por arriba se ajustaban con un gozne; así hizo a la una y a la otra en las dos esquinas. Eran, pues, ocho tablas, y sus basas de plata dieciséis; dos basas debajo de cada tabla. Hizo también las barras de madera de acacia; cinco para las tablas de un lado del tabernáculo, cinco barras para las tablas del otro lado del tabernáculo, y cinco barras para las tablas del lado posterior del tabernáculo hacia el occidente. E hizo que la barra de en medio pasase por en medio de las tablas de un extremo al otro. Y cubrió de oro las tablas, e hizo de oro los anillos de ellas, por donde pasasen las barras; cubrió también de oro las barras. Hizo asimismo el velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; lo hizo con querubines de obra primorosa. Y para él hizo cuatro columnas de madera de acacia, y las cubrió de oro, y sus capiteles eran de oro; y fundió para ellas cuatro basas de plata. Hizo también el velo para la puerta del tabernáculo, de azul, púrpura, carmesí y lino torcido, obra de recamador; y sus cinco columnas con sus capiteles; y cubrió de oro los capiteles y las molduras, e hizo de bronce sus cinco basas.

Del versículo 1 al 7 de este capítulo a mi parecer, se encuentra la esencia de lo que el Señor nos quiere dejar ver; en primer lugar reúne a todos los hombres que Él ha capacitado de talentos necesarios para edificar el Tabernáculo y ha convocado a ofrendar a todo su pueblo, enseñándoles a amar a Jehová, a ser agradecidos con Él, pues deben reconocer el cuidado que ha tenido de ellos, ya que no tan solo los sacó de Egipto de servidumbre, sino que los ha llevado a una formación como nación, les ha dado una identidad como pueblo de Dios y a recibir su gracia inmerecida, los hace participes de su obra, pues al trabajar, no tan solo son invitados por el Señor si no que les da la oportunidad de participar en la construcción del Tabernáculo, morada de Dios donde él va a manifestar su presencia en medio de ellos.
Hoy en día, el cristiano también goza de este privilegio, el trabajar en la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo y vemos con gozo el servir al Señor, son un gran privilegio los trabajos que nos da, sea este cual sea, nos hace sentir, aquí y ahora, parte de Él, y miren que no nos pidió nada para ser sus hijos, pues primero nos amó y redimió con el sacrificio de nuestra Salvador, y ya salvos nos llama a servir, a formar parte activa de su Iglesia, a ser el cuerpo de ella, y a través de ella a conocerle y servir, a que nuestras vidas giren alrededor de Él, pues Él vive, su gracia salvadora es ilimitada y no nos pide nada para poder tenerla, más ya siendo parte de Él, nos participa del amor de Cristo.
Cuantos trabajos e inconvenientes tenemos hoy en día, más sin embargo Él nos va sacando adelante, que decir de la abundancia que tenemos hoy y quiero que nos imaginemos el cómo sobre abundaron los materiales y la gente, para la obra monumental que están erigiendo. Tuvieron que parar al pueblo Israelita, pedir que no llevaran más materiales, pues ya tenían de sobra.
No se pierdan mis queridos hermanos el Gozo en el Señor de formar parte de su Reino al poner tus dones al servicio del Señor.

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