La copa y el pan – 1 Corintios 10:16-17
Meditación bíblica sobre 1 Corintios 10:16-17 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Iniciaré leyendo el pasaje de hoy:
14 Por tanto, amados míos, huid de la idolatría. 15 Como a sensatos os hablo; juzgad vosotros lo que digo. 16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? 17 Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan. 18 Mirad a Israel según la carne; los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar? 19 ¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? 20 Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. 21 No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. 22 ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él?
En el video anterior hablamos sobre los versículos 14 y 15 en los que se nos llama a huir de la idolatría.
Huir de la idolatría no es sinónimo de cobardía sino es lo más sensato que un creyente puede hacer.
Era la segunda vez que Pablo instruía a los corintios a huir de algo. En 1 Corintios 6:18 les dice que huyan de la inmoralidad.
Dijimos que:
En ningún momento de la vida como creyentes podemos descuidar el deber de huir de la idolatría, así como de cualquier tipo de expresión externa de idolatría, como comer alimentos sacrificados a los ídolos.
Amar a Dios necesariamente nos lleva a adorarlo desde lo más profundo de nuestro corazón y con todas las expresiones externas de nuestra adoración.
No hay excepciones en el mandato de huir de la idolatría, es algo absoluto.
No es recomendable en absoluto, ponernos a evaluar que clase de idolatría podemos aceptar y cuál no, o que empecemos a justificar cual idolatría es mayor y cual es menor.
La participación en la adoración de ídolo es una violación de primer orden a los principios cristianos.
Hoy hablaremos de 1 Corintios 10:16–17
En 1 Corintios 8, Pablo exhortó a los corintios a no comer alimentos sacrificados a los ídolos por el bien de los cristianos más débiles que podrían volver a caer en la adoración idólatra si no entendieran la libertad que ejercían los cristianos más fuertes.
Sin embargo, ahora, en el capítulo 10, Pablo argumenta que comer alimentos sacrificados a los ídolos es categóricamente incorrecto, incluso cuando no haya cristianos «débiles» que se pudiesen desviar.
Y Pablo, ahora, explica cual es el verdadero problema con eso.
Inicia haciendo una analogía con la Cena del Señor.
En el v. 16, Pablo habla de la naturaleza participativa de las fiestas religiosas:
Al comer se crea una relación de koinōnia (‘comunión’) entre los participantes. En el caso de participar en comidas ofrecidas a ídolos, se crea una koinōnia ‘comunión’ entre los participantes y el ídolo al cual se ofrece esa comida.
Nuestro Dios, que exige lealtad exclusiva no tolerará comidas de culto (adoración) que establezcan un vínculo con otros dioses o poderes.
Para explicar este punto, Pablo habla de la naturaleza de la Cena del Señor. Cuando comemos el pan y bebemos la copa , por la fe establecemos una estrecha relación de comunión con Cristo y a la vez con los otros creyentes, porque siempre lo hacemos en comunidad.
Hay que notar, que Pablo no está dando aquí una explicación detallada y extensa sobre la naturaleza de la Cena del Señor, sólo lo hace para que entendamos que hay una relación de koinōnia (comunión) al participar de ella.
Más adelante Pablo habla un poco más acerca de la Cena del Señor (en el capítulo 11).
Pablo, entonces está mencionando un aspecto de la Cena del Señor para subrayar cuán serio es que los corintios deben huir de la idolatría que puede existir al comer alimentos de las fiestas paganas.
Establece algunas cosas que debemos observar cuidadosamente:
La primera de ellas, es que Pablo describe el vino como “la copa de bendición que bendecimos” (1 Corintios 10:16).
Este es un lenguaje tomado de la Fiesta de la Pascua, donde Jesús instituyó originalmente la Cena del Señor, y significa que la copa es una «copa de bendición» porque está consagrada, o apartada de propósitos comunes como bebida común, para propósitos santos. Debemos entender que la copa es bendecida, no que la copa bendice a los que participan.
Al participar de esta copa, participamos de los beneficios de la sangre de Cristo. Y este es el sentido en el que tenemos comunión/participación (koinōnia) con la sangre de Cristo.
En segundo lugar, Pablo dice que el pan que partimos nos da una participación en el cuerpo de Cristo (los demás creyentes).
Al instituir la Cena del Señor originalmente, Jesús mismo partió el pan (1 Cor. 11:23 y 24).
Dice:
«el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.»
Por esta razón, la iglesia del primer siglo (la iglesia primitiva) a menudo se refería a la Cena del Señor como el “partimiento del pan” (Hechos 2:42; 20:7).
Con nuestra participación en la sangre de Cristo a través de la copa de bendición, Pablo agrega que el pan nos da una comunión (koinōnia) en el cuerpo de Cristo.
En tercer lugar, Pablo apela a la unidad forjada entre los adoradores al participar juntos de la Cena del Señor en el v. 17.
Los muchos se convierten en un solo cuerpo al participar juntos de un solo pan.
Es evidente que, si algunos en la iglesia están contaminados por la idolatría, su contaminación contamina todo el cuerpo al participar juntos en la Cena del Señor.
Mientras la iglesia participa junta de la Cena del Señor, Dios usa esa fiesta espiritual para unir a la iglesia.
La enseñanza fundamental aquí es que las fiestas espirituales siempre involucran una comunión (koinōnia), no solo con deidad que se adora, sino también entre los adoradores.
Cuando tenemos comunión con personas prohibidas u otros dioses (ídolos) pecamos, pecamos gravemente. Sin embargo, cuando tenemos comunión con aquellos que Dios nos ha dado, somos bendecidos.
Participar en fiestas dedicadas a ídolos nos involucra pecaminosamente no solo con los adoradores paganos, sino también con los dioses paganos.
Participar en la Cena del Señor, por otro lado, nos relaciona obedientemente con nuestros hermanos en el cuerpo de Cristo, en santidad y en gozo.
La Cena del Señor es uno de los medios que Cristo usa para unirnos en adoración a Dios como un solo cuerpo en Cristo.