Participación en otros Sacrificios – 1 Corintios 10:18–22

Participación en otros Sacrificios – 1 Corintios 10:18–22
Meditación bíblica sobre 1 Corintios 10:18–22 por el A.I. Saulo Murguía A.

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(c) México, 2023

Iniciaremos leyendo el pasaje de hoy,

1 Corintios 10:18–22

18 Mirad a Israel según la carne; los que comen de los sacrificios, ¿no son partícipes del altar? 19 ¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? 20 Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. 21 No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. 22 ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él?

En el versículo 18, Pablo pide a los corintios que «miren» al pueblo de Israel: “Mirad a Israel según la carne”.

En los versículos anteriores, Pablo da por sentado que aquellos que participan de la Cena del Señor participan del cuerpo quebrantado y la sangre derramada de Cristo. Por tanto da por hecho también que aquellos que participan de los sacrificios de Israel se convierten en participantes de ese altar.

Bajo la Ley de Moisés, que está escrita en el Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia), no toda la carne de los sacrificios se quemaba en el altar, sino que parte de la carne se reservaba para que la comieran los sacerdotes y los adoradores (Lev. 7:15; 8:31; Deuteronomio 12: 18).

En el caso específicamente de las ofrendas de paz, esto pasaba, donde el sacrificio no tenía que ver con la búsqueda de expiación por los pecados (como el holocausto, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la culpa), sino tenía que ver con la celebración de la comunión con Dios (Levítico 3; 7:11-36).

Por tanto, entonces, cuando Moisés, Aarón, Nadab, Abiú y los setenta ancianos de Israel comieron y bebieron mientras Dios, en su gracia, les proveía una visión de sí mismo, estaban celebrando su comunión con Dios mediante una ofrenda de paz (Éxodo 24:9-11). Y, por supuesto, estaban comiendo en comunión con Dios.

Los adoradores del Antiguo Testamento que comían las ofrendas de paz eran participantes de la adoración verdadera, viva a Dios. ¿Por qué era verdadera? Porque así la había prescrito, así la había ordenado Dios.

Y aquí, Pablo señala lo siguiente: si comer la Cena del Señor es una comunión con Cristo, y si comer la ofrenda de paz en el antiguo pacto era una comunión con Dios, ¿entonces esto significa que comer banquetes dedicados a los ídolos implica que los dioses (o los ídolos) son tan reales como Dios y Dios el Hijo, Jesucristo (1 Corintios 10:19)? La respuesta es NO.
Pablo se apresura a rechazar enfáticamente esta idea con una pregunta retórica: «¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos?»
Esta pregunta retórica, afirma que estos ídolos no son dioses en absoluto, sino más bien son demonios (1 Corintios 10:20 «Todos los dioses de las naciones son demonios» -paráfrasis).

Al parecer, Pablo está haciendo una clara referencia al Cántico de Moisés:

“17 Sacrificaron a los demonios, y no a Dios;
A dioses que no habían conocido,
A nuevos dioses venidos de cerca,
Que no habían temido vuestros padres.” (Deuteronomio 32:17).

Pablo estaba advirtiendo a los corintios que no siguieran los pasos de la idolatría generalizada de Israel en el desierto (como vimos en la primera mitad de 1 Corintios 10) y Moisés enseñó a Israel este Cántico para advertirles que no volvieran a caer en la idolatría cuando cruzaran el Jordán hacia la Tierra Prometida (Deuteronomio 31:16–29; 32:44–47).

Estos ídolos no son dioses, porque son, de hecho, demonios.

Pablo, entonces, insiste en que los corintios no deben hacerse partícipes de los demonios (1 Corintios. 10:20).

Ellos “no pueden” beber la copa del Señor y la copa de los demonios, y ellos “no pueden” participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios, en el sentido de que Dios no lo permite (1 Corintios 10:21).

Porque, ya sea que tengan la intención o no, participar en ambas mesas provocará a celos a Dios.

La palabra para “provocar a celos” en el hebreo también proviene directamente del Cántico de Moisés, como se ve claramente en Deuteronomio 32:21:

“Ellos me movieron a celos con lo que no es Dios;
Me provocaron a ira con sus ídolos;
Yo también los moveré a celos con un pueblo que no es pueblo,
Los provocaré a ira con una nación insensata.”

Dios aclara que la idolatría provoca sus celos, también en el segundo Mandamiento ; Éxodo 20:4,5

“4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.”

Para finalizar, dejo en su mente la pregunta que hace el apóstol Pablo. Es una pregunta inquietante:
¿Somos más fuertes que él?
¿Eres mas fuerte que Dios?

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