No hay quién haga lo bueno – Romanos 3:10-12

Meditación basada en Romanos 3:10-12 por el A.I. Fernando Acevedo P.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

 La meditación lleva como tema: «No hay quién haga lo bueno». Su base bíblica se encuentra en el libro de Romanos 3:10 – 12.

 Al observar el mundo que nos rodea, podemos fácilmente darnos cuenta de lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Sólo basta un vistazo a las noticias para enterarnos cómo los hombres actúan de dos formas al encontrase en diferentes situaciones; mientras que unos se dedican a matar, a golpear, a robar, a raptar y matar a otros y muchas atrocidades más, como resultado de su maldad, otras ayudan a sus semejantes de manera desinteresada; también, exponen sus vidas para rescatar a otro, inclusive, para salvar a animales que se encuentran en peligro. 

 Este contraste tan fuerte que hay en el mundo, nos invita a plantearnos una pregunta, la misma pregunta con la cual los teólogos debaten: ¿los seres humanos son básicamente buenos o básicamente malos? Es decir, la naturaleza que impera en el corazón del hombre es ¿la maldad o la bondad? Tal vez nos hemos preguntado: si una persona dice creer en Dios y se dedica a ver por otros y hacer buenas obras ¿podrá alcanzar la salvación? Y ésta pregunta nos lleva a otra; ¿en qué dios creen? Porque si no creen en el Dios que se revela en la Biblia, entonces están creyendo en un ídolo.

 Muchas veces hemos escuchado que nadie es completamente perfecto; y por tanto, aceptamos la famosa frase que dice: «errar es humano»; y por tanto, debemos comprender y aceptar los errores de otros, porque esto es parte de la naturaleza humana y nosotros poseemos la misma naturaleza que ellos.

 Ahora bien, la idea humanista es que el pecado radica periféricamente en nuestro ser; es decir, que es algo tangencial a nuestra verdadera naturaleza; y que en realidad todas las personas son inherentemente buenas, y que nuestras malas acciones son externas a nosotros. Cuantas veces no hemos oído la frase: «pero en el fondo es una buena persona»; pero… ¿qué dice la Biblia al respecto?. En el libro de Romanos 3:23 dice: 

Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios

 La Palabra de Dios afirma categóricamente que todos pecamos, nadie estamos exentos de pecar, es la naturaleza del hombre caer constantemente en pecado; pero como errar es humano, ¿debemos aceptar esa premisa? Por supuesto que no, porque cualquier persona que caiga en pecado, por muy buena que sea, por muchas obras buenas que haga, automáticamente queda destituido de la gloria de Dios. En el libro de Isaías 64:6 dice:

Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.

 Ante Dios que es la norma absoluta de la santidad, cualquier obra justa que haga el hombre es como un trapo de inmundicia, que nos hace caer como una hoja. Entonces cuando comparamos los actos bondadosos de una persona con la máxima norma de bondad que es Dios, nos permite darnos cuenta de que cualquier acto de bondad, cualquier acto justo del hombre, a los ojos de Dios es corrupto hasta la médula.

 En la Biblia encontramos que Dios es infinitamente Santo, por lo que ni siquiera puede mirar el pecado por pequeño que sea; entonces, cuando pecamos estamos atentando en contra del Todopoderoso; así que, para tener comunión con nuestro Creador, se debe llevar a cabo una expiación; expiación que se realizaba desde el Antiguo Testamento. Y como todavía seguimos pecando, lo cual mancha nuestras mejores obras de bondad, seguimos necesitando de una expiación, pero estamos incapacitados de hacer un sacrificio capaz de cubrir cada una de nuestras iniquidades.

            En el pasaje de hoy dice:

10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11 No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. 12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

  Con esta expresión, Pablo apela a la autoridad de la Escrituras, dejando bien claro, que el hombre está totalmente depravado; es decir, que todo el ser del hombre se encuentra influenciado por su naturaleza pecaminosa; y, por tanto, está destinado a la condenación eterna. No hay justo, ni aún uno, nadie es capaz de comprender la verdad que Dios nos da en su Palabra. Debido a la ceguera espiritual en la que se encuentra por su rebelión no entienden la verdad y no la buscan, dejándose llevar por enseñanzas falsas, o por la corriente de este mundo, que los arrastra inevitablemente; desviándolos y haciéndolos inútiles, al no conocer la verdad de Dios revelada en las Escrituras. En toda la historia de la humanidad, no se encuentra a ninguno que haga lo bueno (a excepción de Cristo).

 Entonces, ¿cómo puede el hombre tener una comunión con Dios y ser justo ante sus ojos?, la única forma de lograrlo es mediante la expiación de sus pecados, que es una ordenanza de Dios desde el Antiguo Testamento, prefigurando la obra de Cristo, quién vino a este mundo tomando forma de hombre, y siendo el único hombre perfecto, llevó a cabo la expiación definitiva de los pecados de todos aquellos que crean en Él.

 Por eso Dios, con su amor eterno, envió a su hijo a este mundo para recibir el castigo que nosotros merecíamos. Por la bondad de su amor, mediante la obra de su hijo y la acción de su Espíritu, nos convierte en un hombre nuevo, con un corazón de carne, rescatándonos de este estado de muerte espiritual, llevándonos de las sombras a la luz eterna. En Efesios 2:10 encontramos, que nos dio vida al convertirnos en hechura suya, creándonos en Cristo para llevar a cabo las buenas obras que tenía preparadas, para que anduviésemos en ellas. 

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