Practicando el amor de Dios – 1 Corintios 13:1-7

Meditación basada en 1 Corintios 13:1-7 por el A.I. Fernando Acevedo P.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

La meditación de hoy se titula: «Practicando el amor de Dios». Su base bíblica se encuentra en el libro de 1 Corintios 13: 1 – 7.

 Dirigimos nuestra atención al capítulo 13 de 1 Corintios en sus primeros 7 versículos, porque ahí encontraremos en qué consiste el amor ágape, del cual hablamos en la meditación anterior. Pablo exhorta a los corintios a que tengan un comportamiento, que vaya de acuerdo al amor que Dios tiene por nosotros. Pablo habla de la forma en que debemos practicar el amor ágape, que nos muestra el mismo carácter de Dios, porque este amor se encuentra enraizado y asentado en el carácter de Dios. Así que, estamos llamados a reflejar este amor que proviene de Dios.

            Vayamos a nuestro pasaje de hoy, dice:

1 Si yo hablase lenguas humanas y angelicales, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada sirve.

4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; 5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

 Vemos a Pablo haciendo un contraste entre la falta de amor, y la esencia del amor verdadero, y se pueden enumerar siete aspectos. El primero nos revela el espíritu que debemos reflejar hacia todas las personas. El segundo, muestra si la fe que tiene una persona en Cristo, es genuina; ya que, al no tener una fe salvadora, entonces, no ha nacido de nuevo, no ha sido renovado por el Espíritu Santo. Recordamos aquí las palabras de Juan cuando dijo, que los que aman con un amor ágape, son nacidos de Dios.

 El tercero, muestra un espíritu afable, por ser un espíritu de lo alto. En cuarto lugar, está el gozo que produce el amar a las personas, porque si no hay gozo, no es amor verdadero. El quinto, revela el porqué de los conflictos y disensiones dentro de las iglesias. Mientras que, en el seis, vemos que el amor deja al descubierto la necesidad de protección contra la envidia, la malicia, la amargura, ya que todas estas cosas, revelan la falta de amor entre hermanos. Y, por último, en el séptimo punto, vemos que el amor nos llama a amar a todos, incluso a nuestros enemigos, ya que esto templa el espíritu del cristiano.

 Los dones que el Espíritu Santo daba a los corintios, permeaban en medio de ellos, pero faltaba algo muy importante de lo que carecían; esto era el amor. La falta de amor, los llevo a conducirse con egoísmo y orgullo, haciendo inútiles todos los dones espirituales. Por el deseo de tener el mejor de los dones, se dejaron llevar por su egoísmo y envidias, olvidando el aspecto más importante, el amor de los unos por los otros. 

 Pablo expone en estos 3 primeros versículos, que sea cual sea el don que hayan recibido del Espíritu Santo, se convierte en un don vacío si falta el amor. Por lo que les dice a los corintios, que, si el hablara en lenguas humanas o angelicales como el mejor de los oradores, no serviría de nada si no hay un amor ágape; entonces, todo lo que él pudiera decir, no tendría ningún efecto en las personas que lo escucharan, y cada palabra sería como si resonara un metal o retiñera un címbalo. Debemos tener cuidado con el leguaje angelical que Pablo menciona, ya que, en la Biblia, nunca se dice que un hombre haya tenido la capacidad de hablar de esta forma; por tanto, debemos de entenderlo en términos hipotéticos. 

 En el v.2, Pablo menciona, que aún si tuviese el don de profecía, o tuviera todo el conocimiento de la ciencia, o una gran fe capaz de mover montañas, no sería nada si falta el amor abnegado por la Iglesia. Y aún va más allá cuando dice: que si vendiera sus bienes para repartir a los necesitados y dar de comer a los hambrientos de nada serviría si falta el amor en cada una de las acciones. Aún, si se entregara voluntariamente su cuerpo para ser quemado en la hoguera, que es una muerte horrible en extremo, si esto no es motivado por el amor al Cuerpo de Cristo, no causaría algún beneficio espiritual,

 Podemos ver cuán importante es el amor en todo lo que hagamos para el servicio de Dios. ¿Se han puesto a pensar cuando están frente a un espejo, si el rostro que se refleja en él, no es el de una persona que está a unos pasos del infierno? Podemos predicar la Palabra, podemos ser llamados para formar parte del Consistorio o alguna sociedad en la Iglesia, o enseñar la Palabra de Dios; podemos ir a todos los cursos que se imparten en la Iglesia, podemos aprendernos muchos versículos importantes, y ser fieles en estar todos los domingos en los cultos, pero, si todo esto lo hacemos sin amor, es como ofrecer a un sediento una jarra de agua, pero sin agua.

 Las palabras de Pablo en estos primeros 3 versículos, ponen al descubierto cuán lejos estamos del estándar del amor ágape por nuestros hermanos; refleja cuán vacíos estamos sin ese amor con el que Dios quiere que nos amemos. Así, estos versículos nos muestran que somos como esa jarra de agua, pero sin agua, por la ausencia del amor en el ministerio.

 En contraste, en los versículos siguientes, vemos la forma en que debemos de amarnos unos a otros. En estos versículos encontramos la plenitud del amor. Nos muestra que el amor es acción y no abstracción. Vemos entonces que, en sentido positivo, el amor es sufrido; es decir, es como un manto de discreción que se extiende sobre las fallas de otros. El amor todo lo cree; esto no quiere decir que el cristiano es una persona incauta, sino que lo convierte en una persona sabia y llena de discernimiento, teniendo fe en que Dios hará rectos sus caminos. El amor todo lo espera, porque su esperanza está centrada en Dios, está centrada en la comunión con Cristo. El amor es paciente con todos, brindando una generosidad incondicional. 

 En el sentido negativo, nos dice que el amor nunca tiene envidia ni se jacta; tampoco es arrogante. Pablo nos dice que nunca es rudo, no busca lo suyo; el cristiano con este amor, no se irrita con los hermanos, aunque sea insultado por uno de ellos. Cuando se tiene amor, no se puede tener rencor por nadie, no hay injusticia, no busca salirse con la suya a costa de los demás. En la carta a los efesios 4: 1 – 3, Pablo dice: 1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, 2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.

 En resumen, el amor del que está hablando Pablo, es un amor que está lleno de bondad. Es el amor con el cual Dios nos ama, es el amor ágape que Él tiene por los suyos por causa de su Hijo y estamos llamados a practicarlo. Cristo dijo: Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado.