Asegurando nuestra salvación – 2 Pedro 1:10,11
Meditación bíblica sobre 2 Pedro 1:10, 11 por el A.I. Fernando Acevedo P.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
La semana pasada hablamos acerca de lo vital que es para nuestras vidas, el estar seguros de que estamos bajo la gracia de Dios; porque de lo contrario, podemos ser del grupo de personas que creemos estar bajo de ella, y en el día del juicio, nos encontremos ante el Juez Supremo diciéndonos aquellas palabras que nos llenarán de terror, al escuchar de su boca que no nos conoce y echándonos fuera de su presencia.
Entonces al volver a nuestra pregunta que nos hicimos al final de la meditación anterior, de cómo saber que nuestra fe es el resultado de una gracia salvadora, tenemos que ir a las Escrituras para esclarecer esto, ya que por un lado, la Iglesia Católica Romana declara que afirmar esto, sería el resultado de un juicio por indicios u observaciones, mientras que los arminianos afirman que sólo se puede tener la certeza de la salvación por temporadas, sin saber en qué condiciones estaremos al momento de partir de este mundo.
El Dr. R. C. Sproul, en una de sus clases, cuenta un recuerdo de su vida en el seminario, en el que uno de sus compañeros realizó una encuesta con la pregunta de si estaban seguros de su salvación. El resultado fue que el 90% no estaba seguro de ella, mientras que otros, del 10% restante, dijeron que afirmar esto sería arrogante.
Pero vayamos a nuestro pasaje del día de hoy, dice así:
10Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección, porque haciendo estas cosas, no caerás jamás. 11Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
En este pasaje, vemos un llamado del Apóstol Pedro de no tomar a la ligera la seguridad de nuestra salvación, sino que debemos de tomarlo con mucha seriedad, ya que de esto depende nuestra entrada al reino de Dios.
En este pasaje podemos notar tres aspectos:
El primero lo encontramos en la palabra procurad. Vemos al Apóstol enfatizando la importancia de nuestro bienestar espiritual, ya que nos exhorta a que con esfuerzo y de manera diligente, hagamos todo lo posible para afirmar nuestra vocación y elección. Pedro nos anima a llevar acabo esta tarea sin demora, de forma inmediata y sin descanso.
El segundo aspecto lo encontramos en la palabra elección. Esta doctrina, para muchas personas es un obstáculo, porque no pueden concebir en sus mentes que sólo un grupo de la humanidad entera, fue elegida desde antes de la fundación del mundo. Es más, muchas personas se niegan a creer en esta doctrina y aún dentro del ambiente cristiano, hay quienes que no pueden comprenderla, y la rechazan. Sin embargo, Pedro llama a sus lectores, y a nosotros, a esforzarnos diligentemente para poder afirmar nuestra elección; así que, es nuestra responsabilidad darnos a la tarea de hacer nuestra la certeza esa salvación a la que fuimos llamados, y estar completamente seguros de que fuimos elegidos por Dios; y así, vivir con la seguridad de que somos sus hijos.
El tercer punto, nos lo da la palabra perdurabilidad. Es necesario que cada creyente asegure su elección; por eso, Pedro afirma que, mientras hagamos esto, podremos mantenernos firmes para no caer jamás. Así, cuando cada creyente se esfuerza en asegurar su salvación, sabrá entonces que no la perderá jamás.
El llamado de Pedro apunta a que no tomemos a la ligera la certeza de que somos salvos; es por eso que, de manera pronta y con mucho trabajo, busquemos el asegurarnos de que realmente fuimos elegidos por el Señor. Esto por supuesto tiene la recompensa de que Dios responde a la fidelidad de cada uno de nosotros, permitiéndonos pasar al reino eterno de nuestro Señor Jesucristo.
Así, al estar completamente convencidos de que fuimos llamados y elegidos, y que hemos sido tomados en cuenta para nuestra salvación, podremos ocuparnos de mantenernos firmes aún en medio de las pruebas y las tribulaciones que se nos presenten, y podremos ser sumisos a la acción del Espíritu Santo para nuestra santificación. Es así que entonces, podremos decir como Pablo:
porque yo sé a quién he creído (2 Timoteo 1:12)
De esta forma, podemos estar seguros de que Jesús guardara nuestro depósito en aquel día final.
Ahora bien, no debemos confundir nuestro esfuerzo con el hecho de que nuestras obras nos salvarán, porque nuestra salvación no depende de las obras, sino de la fe, por la fe somos justificados, y es el único medio de pertenecer a la familia de Dios. Jesús muchas veces dijo a todos aquellos que se le acercaban para ser sanos:
tu fe te ha salvado; ve en paz.
Y a otros, como a la mujer que fue sorprendida en adulterio y querían apedrearla, dijo:
vete, y no peques más (Juan 8: 11).
Al hombre paralítico de Betesda dijo:
Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor (Juan 5: 14)
Es decir, hemos sido salvos por la fe en nuestro Señor Jesucristo, pero es nuestra responsabilidad no volver a pecar para no ser de los que en el día final escuchemos a Jesús diciéndonos, que somos hacedores de maldad.
Así que, no debemos de creer que nuestras obras nos salvarán, sino como dijo Santiago en su libro, capítulo 2:26:
Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.
Debemos estar ciertos que, por medio de la fe verdadera, esa fe que nos lleva a hacer las obras que fueron preparadas para que anduviéramos en ellas, estamos unidos a Cristo, porque sin ellas, nuestra fe no es una fe genuina.
El Dr. Sproul dijo: Ahora, quizá pienses que la manera más fácil de resolver este problema de la seguridad de la salvación es examinar el fruto, ver el fruto que hay en sus vidas para determinar si refleja un patrón consistente con su profesión de fe, y es una de las partes más aterradoras de ser cristiano. Porque ninguno de nosotros está a la altura de lo que decimos que creemos. Nadie lo hace. Si enfocas tu atención solo a tu desempeño, en ese momento, la seguridad de salvación auténtica se vuelve muy resbaladiza. Fin de la cita.
Entonces, el propósito de las palabras de Pedro, no es que debamos hacer obras, no es que debamos dar fruto para tener la certeza que tenemos nuestra salvación asegurada, sino que lo que nos está diciendo, es que debemos trabajar, debemos esforzarnos y ser responsables de procurar estar seguros de nuestro llamado y nuestra elección, y así poder dar frutos.
Cuando una persona que es elegida, duda de su salvación, ella será una persona que por sus dudas dará poco fruto y será como un barco que es llevado por el viento, sin dirección propia. Es por eso que Pedro nos exhorta a que nos demos a la tarea de estar firmes de nuestra vocación, y de esta forma, podamos estar seguros de que estamos bajo la gracia de Dios.